Futuro Social

La COVID-19, el impulso definitivo a la digitalización del cuidado a los mayores

La COVID-19, el impulso definitivo a la digitalización del cuidado a los mayores

La pandemia ha acelerado el proceso de digitalización en el cuidado de las personas mayores: la salud digital cobra fuerza

La tercera edad ha sido el colectivo que más afectado se ha visto por la COVID-19. Pero, por suerte, también han sido los primeros en beneficiarse de las vacunas y las cifras son alentadoras.  A 4 de junio de 2021 (último informe publicado), el 96% de personas mayores de 60 años ya ha sido inoculada con al menos una dosis, con un 71% que ya tiene la pauta completa. La inmunización no ha sido el único proceso que se ha visto acelerado por las necesidades generadas por la COVID-19. En general, todo el ámbito relacionado con la asistencia y cuidado a los mayores se ha visto espoleado. Y la innovación ha sido el combustible que ha acelerado buena parte de las iniciativas desarrolladas, tanto las que han partido de cero como las que se encontraban ya sobre la mesa.

Un cambio de prioridades

La COVID-19 ha cambiado nuestros planes, pero también los de las grandes compañías. Klas Research, una de las principales empresas de investigación y análisis de datos en el sector sanitario, y The Center for Connected Medicine, una iniciativa puente entre líderes e innovadores, han realizado un estudio centrándose en cómo la pandemia ha alterado las prioridades en cuanto a innovación y sanidad. 

En el informe publicado, que cuenta con la visión de directores y ejecutivos de 112 empresas y organizaciones sanitarias en Estados Unidos, analizan la evolución de la innovación en el sector antes de la expansión del virus. Ya entonces la telemedicina era una de las vías de negocio a desarrollar, pero la mayoría de los encuestados afirma que la principal apuesta era mejorar la gestión del ciclo de ingresos y, con ella, los beneficios generados por la actividad de la empresa.

Sin embargo, el impacto de la COVID-19 alteró este orden de prioridades de la noche a la mañana, casi literalmente. Los confinamientos y la avalancha de pacientes hicieron que los profesionales de la salud se vieran muy limitados a la hora de atender presencialmente sus consultas, por lo que la telemedicina se presentó como una alternativa necesaria.

A esto se unió la necesidad de mejorar la toma de decisiones y la organización de la atención a los pacientes, por lo que los bots y la inteligencia artificial pasaron a ser herramientas esenciales en las que poner el foco en lo que a innovación aplicada se refiere.

En este sentido, Brent Burns, vicepresidente ejecutivo de UPMC Enterprises, afirma que la innovación es más importante que nunca. «En algunas formas, la pandemia ha ayudado a impulsar proyectos de innovación que aún estaban en consideración y que habrían tardado en llevarse a cabo».
 

La telemedicina, de herramienta puntual a recurso esencial

La telemedicina ha sido uno de esos proyectos. Aunque su potencial era de sobra conocido, los avances a la hora de implantarla no terminaron de prosperar hasta la llegada de la COVID-19. Durante 2020 y lo que llevamos de 2021, ha demostrado su eficacia a la hora de atender a los pacientes más ancianos en sus hogares o residencias, sin necesidad de tener que desplazarse a centros de salud y ponerse así en riesgo. 

Además, ofrece una imagen más completa del paciente y su estado de cara al médico que, por ejemplo, una simple llamada de teléfono. Durante las videoconferencias, el doctor puede comprobar cómo está el entorno que rodea al anciano, si mantiene sus rutinas diarias de limpieza y alimentación o si se ha abandonado. Esta información es clave, especialmente en pacientes de la tercera edad en las que este tipo de problemas pueden ser indicativos de dolencias neurológicas o psiquiátricas.

De hecho, la telemedicina también ha tenido un impacto especial en los ancianos con problemas cognitivos leves o en un estado temprano de demencia durante la pandemia de la COVID-19. En un estudio realizado en España durante abril y mayo de 2020, el grupo al que se le dotó de un sistema de teleasistencia realizó más ejercicios para trabajar la memoria que el grupo de control, un 52% frente al 17,4%. En pacientes en los que el deterioro cognitivo puede progresar con rapidez, estas cifras son reveladoras sobre el impacto positivo que puede tener la teleasistencia en estos casos.

Los retos que la telemedicina aún tiene que superar

Algunas de las ventajas que ofrece la telemedicina también tienen una contrapartida asociada. Por ejemplo, cuestiones como el respeto a la privacidad del paciente por atender al médico desde su propio hogar o el uso de plataformas que permitan conexiones seguras sin que pueda existir una brecha de confidencialidad por una filtración de datos.

Pero el obstáculo más complicado de superar tiene que ver con la brecha digital. No solo a nivel de usabilidad, sino también de inclusión social. El Stanford Center for Longevity que la universidad de Stanford ha puesto en marcha para impulsar los avances científicos que contribuyan a una vida sana y disfrutable en su último tercio, ha estudiado el comportamiento digital de nuestros mayores.

Según un estudio realizado entre diciembre de 2019 y febrero de 2020 a nivel mundial, un 21% de las personas entre 53 y 71 años no tiene acceso a internet. Solo el 7% de los usuarios de internet tiene 65 años o más. 

En el caso concreto de España, el INE publica que el 50,7% de las personas entre 65 y 74 años accede diariamente a internet, y solo un 20,5% ha realizado alguna compra online en los últimos tres meses. Son cifras que chocan con las de los grupos más conectados, como el de 25 a 34 años, con un 97% de personas consultando internet a diario.

La logística básica de la telemedicina o de la asistencia y cuidado a ancianos en remoto requiere, al menos, de una conexión a internet estable que permita realizar videollamadas con cierta calidad de audio e imagen. 

Hay sitio para la esperanza. El CSIC, en su informe sobre Envejecimiento en red de marzo de 2020, nos muestra que nuestros mayores han sido capaces de ir cerrando una brecha digital que en 2007 era de 78,6 puntos con respecto al grupo más conectado, los jóvenes entre 16 y 24 años, y que en 2020 es de 35,5 puntos. La tendencia está clara. Cada vez llevamos más tiempo en contacto con las nuevas tecnologías —que, quizá, ya no son tan nuevas—: más intuitivas, más asequibles y más adaptadas a cada tipo de público. 

Cabe pensar que, progresivamente, la tercera edad está familiarizándose con los dispositivos digitales y en eso, la pandemia ha supuesto un auténtico espaldarazo. Los confinamientos, especialmente estrictos para los mayores y más aún si se encontraban en una residencia, han hecho que la comunicación con los seres queridos y también, si era necesario, con personal sanitario, se haya realizado a través de videollamadas. 

Es al respecto de los dispositivos donde podemos encontrar el otro gran obstáculo, sobre todo desde el punto de vista económico. En el caso de las personas jubiladas, encontramos a un 16,4% de mujeres y un 14,6% de hombres en riesgo de pobreza relativa. Cabe suponer que este colectivo no solo tendrá dificultades para acceder a una tableta o a un teléfono inteligente, sino que también las encontrará para poder permitirse una conexión a internet regular que le permita hacer uso de la teleasistencia.

Paliar este punto en concreto dependerá de iniciativas privadas y públicas como las que ya hemos visto durante la pandemia y que han tenido, en su mayor parte, a los más pequeños como principales beneficiarios. En Estados Unidos, Iora Health y Oak Street Health, proveedores de servicios sanitarios privados, repartieron tabletas entre aquellos pacientes que no las tenían para que las consultas pudieran realizarse de manera virtual.

La telemedicina ha salvado vidas durante la pandemia. Ha evitado contagios y ha facilitado a miles de personas recibir atención médica sin necesidad de exponerse al contagio. Solo queda ver si todo el potencial que la innovación puede aportar a este nuevo modelo de cuidados tiene continuidad en el tiempo y contribuye a una mejor calidad de vida en nuestros mayores.

Nuestro experto Joseph Kvedar, ya nos habló de los beneficios de la telemedicina en 2016:

Salud Digital y Telemedicina para mejorar el acceso a la medicina. Por Joseph Kvedar para Fundación Innovación Bankinter

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