
Órbitas
Uno de los temas más críticos para entender la industria en el espacio y las oportunidades que presenta, es conocer el entorno en el que se desarrolla, es decir, cómo se definen las órbitas y qué iniciativas se dan en cada una de ellas.
Las principales órbitas del espacio son:
Sub-orbitales
Órbita Baja Terrestre - LEO
La inmensa mayoría de los satélites, sean del tipo que sea, están en esta órbita, igual que lo está la Estación Espacial Internacional y lo estuvieron todas las estaciones espaciales que la precedieron. Los únicos seres humanos en abandonar la órbita baja terrestre fueron los tripulantes de las misiones Apolo –de la 8 a la 17– que fueron a la Luna, aunque no aterrizaran en ella.
Orbita media terrestre - MEO
Órbitas GEO : geoestacionarias y geosíncronas
Se suelen confundir aunque técnicamente no son lo mismo. Las primeras permiten que un satélite ocupe una posición en la que a todos los efectos está inmóvil sobre un punto determinado del planeta. En las segundas aunque el satélite se mueve visto desde la Tierra nunca deja de estar a la vista de ese punto. Esto las hace ideales para satélites de telecomunicaciones, que desde una de estas órbitas pueden dar cobertura permanente, aunque también son interesantes para satélites de observación terrestre que tienen que observar de forma permanente una parte determinada del planeta, como por ejemplo los conocidos Meteosat europeos.
Debido a la velocidad de rotación de la Terra su altitud ha de ser de 35.786 kilómetros. Además, para evitar que unos interfieran con otros, no pueden estar demasiado cerca, con lo que los lanzamientos a esta órbita hay que negociarlos con la Unión Internacional de Telecomunicaciones.
Hoy en día hay algo menos de 450 satélites en estas órbitas, aunque no todos ellos están activos. Idealmente un satélite en órbita GEO debe tener el suficiente combustible al final de su misión para poder ser enviado a una órbita cementerio –una órbita más alta– y que no moleste cuando ya no sirva para nada.
Órbita alta terrestre - HEO
Cualquiera que esté más allá de las órbitas GEO. Su característica principal es que el periodo orbital de los satélites es de más de 24 horas, con lo que la parte de la superficie terrestre que ven se mueve hacia el oeste. Es, realmente, un tipo de órbita muy poco usado.
Fuera de órbita
A partir de ahí ya toca abandonar la órbita terrestre, ya sea con destino a la Luna, Marte, o a algún otro astro, o a alguno de los puntos de Lagrange del sistema Tierra-Sol o Tierra-Luna.
Estos cinco puntos son aquellos en los que la gravedad del Sol y la Tierra o de la Tierra y la Luna –aunque existen puntos de Lagrange en cualquier sistema formado por dos cuerpos suficientemente grandes– se compensan, por así decirlo, de tal modo que un objeto pequeño como un observatorio espacial o una sonda pueden permanecer inmóviles sin necesidad de usar combustible.
El Solar and Heliospheric Observatory, un observatorio solar de la ESA y la NASA, está, por ejemplo, en el punto de Lagrange L1; el observatorio Gaia está en L2, igual que lo estará alguna vez el Telescopio Espacial James Webb, por citar un par de ejemplos. Y recientemente China ha colocado el satélite Quequiao en el punto L2 del sistema Tierra-Luna para que haga de relé de comunicaciones de la misión Change 4, la primera en aterrizar en la cara oculta de la Luna.
La Luna, Marte y otros astros son por ahora el destino más alejado al que hayamos llegado, con el récord en posesión de la sonda New Horizons de la NASA, que tras haber estudiado Plutón en un sobrevuelo el 14 de julio de 2014 el 1 de enero de 2019 visitaba Ultima Thule, un objeto del Cinturón de Kuiper que es el más lejano que hayamos estudiado hasta la fecha.
La New Horizons no lleva a bordo combustible para entrar en órbita alrededor de Plutón ni de Ultima Thule ni de ningún otro objetivo porque cada una de las órbitas de las que hemos estado hablando es más costosa de alcanzar en términos energéticos que la anterior y en el caso de Plutón había que buscar un equilibrio entre llegar allí en un tiempo razonable –que en su caso fueron 9 años desde la fecha de lanzamiento– o hacerlo tan lentamente y a cambio llevar combustible para frenar que le llevaría más tiempo llegar allí de lo que vivirían muchos de los participantes en la misión.
De cara a la explotación comercial del espacio un objetivo interesante son los asteroides del cinturón de asteroides, que hipotéticamente pueden ser una fuente cuasi inagotable de ciertas materias primas. Pero por ahora no disponemos de la tecnología que nos permita llegar allí con una nave con la capacidad suficiente de carga como para que compense la misión; tampoco disponemos de naves robots capaces de encargarse de esa minería. E igualmente tampoco disponemos de naves tripuladas que nos permitan enviar allí mineros espaciales.
Así que ir más allá de la Tierra sirve, por ahora, para hacer ciencia, con pocas perspectivas de un uso comercial, al menos por ahora, salvo el que se pueda extraer de los datos que nos envían sondas, rovers y observatorios espaciales.