Evolución del crowdfunding: de la microfinanciación a las grandes ligas

El mercado del crowdfunding está en constante crecimiento, tanto a nivel nacional como internacional, pero su protagonismo no es nuevo. Ya en el tercer trimestre de 2020, en el informe ‘Tendencias de Inversión en España Q3 2020’ de la Fundación Bankinter se reflejaba el importante incremento de la inversión en este tipo de herramienta (un 317,6% más que el trimestre anterior y un 300% más que mismo periodo del año anterior).

A finales de 2020, el crowdfunding en España arrojó cifras que elevaron sus operaciones y su volumen de inversión en un 73,1% y un 20,5% interanual respectivamente. En 2021, tras un primer trimestre de ligera flexión —debido también a las mega rondas de financiación que acapararon gran parte del capital invertido en el ecosistema español— el crowdfunding ha vuelto a números positivos en el Q2 , especialmente en las etapas más tempranas de las startups en las que participa.

Una herramienta para empezar el camino

A raíz de estos datos, ya es evidente que el crowdfunding ha pasado de ser una simple herramienta de auto financiación para proyectos individuales o pequeñas campañas a una opción a tener en cuenta por las nuevas startups que desean despegar o consolidarse, en fases en las que los grandes fondos todavía no están dispuestos a invertir. Muchos emprendedores, de hecho, al no contar con una garantía sólida detrás de ellos, no pueden tener acceso a métodos de financiación más tradicionales.

Por lo tanto, este tipo de recaudación de capital puede ofrecer una oportunidad válida para proyectos empresariales ambiciosos con una fuerte huella innovadora: las startups pueden aprovechar la implicación emocional y la participación activa de la comunidad de inversores, explotando el fuerte atractivo que ejerce el potencial de crecimiento y el impacto en el mercado de su idea.

Otro factor del éxito del crowdfunding radica en el hecho de que el mundo de las finanzas se está desplazando cada vez más hacia las plataformas digitales, las denominadas fintech. Y el entorno digital es el hábitat natural del crowdfunding, que nace precisamente de las nuevas posibilidades de networking ofrecidas por internet en el nuevo milenio.

En segundo lugar, el crowdfunding es un modelo de inversión en constante evolución, también a nivel legislativo, como demuestra la normativa europea ya aprobada por la Comisión. La medida debería estandarizar el mercado continental, permitiendo a las plataformas nacionales operar en toda la Unión Europea de forma homogénea.

De esta manera, la creación de plataformas de equity crowdfunding o crowdlending será mucho más ágil y el caudal de recaudación de capital mucho más amplio. Por lo general, la forma más utilizada por startups y pymes es el equity crowdfunding, un método que prevé la transferencia directa de una parte de las acciones de la empresa a los inversores.

A ese respecto, según el Informe sobre Crowfunding en España 2020, elaborado por la Universidad de Jaén y la Universidad de la República (Udelar) de Uruguay, el año pasado el equity crowdfunding se mantuvo firme en cuanto a recaudación. Además, el estudio destaca que el crowdfunding de préstamos y el inmobiliario diversificaron las inversiones al poner en marcha nuevas plataformas. Algo que supuestamente dará sus frutos a lo largo de este ejercicio.

Todas las ventajas del crowdfunding

Sin duda, una de las ventajas principales del crowdfunding es consecuencia directa de la digitalización y la internacionalización: en la práctica, del hecho de que existan miles de inversores potenciales con los que conectarse. Además, es un instrumento extremadamente versátil, que contiene una gama de posibilidades increíblemente variadas. Esto lo hace particularmente funcional y adecuado para las necesidades específicas de un número creciente de inversores.

Otra ventaja del financiamiento colectivo es la posibilidad de probar la validez de una idea empresarial, incluso antes de ponerla en el mercado. A partir del interés y la implicación que despierta el proyecto en los propios inversores, se podrá entender si este último está destinado a tener éxito en el corto y medio plazo. 

De hecho, ya desde las primeras etapas de recaudación, los fundadores pueden recibir feedback y opiniones de mercado de su comunidad de inversores sobre los servicios o productos ofrecidos. En este sentido, el crowdfunding permite obtener un estudio de mercado a muy bajo coste, con la consiguiente posibilidad de ajustar el tiro sobre la marcha y antes de acceder a fases sucesivas de desarrollo.

Finalmente, el crowdfunding no conoce fronteras: a través de las plataformas digitales es posible promover proyectos fuera de los límites nacionales, y hacerlo con relativa facilidad. Todo esto permite romper distancias y llegar a inversores en todas partes del mundo, en un momento en el que el capital extranjero se está fijando en el ecosistema español por su gran potencial de crecimiento. 

La mayor fuerza del crowdfunding probablemente se encuentre en su capacidad para adaptarse a contextos nuevos e inesperados como los que nos ha dejado la pandemia. Esta herramienta, de hecho, ha mostrado una notable flexibilidad de respuesta allá donde otros instrumentos y canales de financiación tradicionales sufrieron más dificultades. Todo esto anima a pensar que este 2021 será un gran año para el crowdfunding.