Biotecnologia

Biotecnología como aliada para fortalecer la agricultura

Biotecnología como aliada para fortalecer la agricultura

La tecnología es parte de la respuesta para hacer frente al desafío alimentario causado por la sobrepoblación y, al mismo tiempo, lograr proteger el medioambiente.

Nuestro planeta está cada vez más poblado, ya somos 8 mil millones, y las Naciones Unidas estiman que seremos 10.000 millones en 2050. Esto sucede porque la ciencia, especialmente durante el último siglo, ha permitido mejorar enormemente la esperanza de vida media, actuando en los campos de la medicina y la alimentación. En ambos casos, las biotecnologías han sido protagonistas y, dada la tendencia demográfica, tendrán que serlo cada vez más en el futuro. Pero ¿qué es la biotecnología exactamente?

La biotecnología no es una ciencia reciente, sino que es parte del bagaje de conocimiento de la humanidad y practicada durante milenios, mucho antes de conocer la existencia del ADN. Por ejemplo, los antiguos egipcios comían pan con levadura y antes que ellos los sumerios y babilonios ya conocían la fermentación para la producción de cerveza. Usar una levadura para fermentar una sustancia y obtener otro producto, ya es una forma de biotecnología, como lo es usar plantas o algas para extraer metales pesados ​​y/o radiactivos de suelos y aguas.

Entre las primeras definiciones oficiales de biotecnología, la de la European Federation of Biotecnnology (EFB), en 1982, se refiere al uso integrado de microbiología, bioquímica, genética e ingeniería química, «con el fin de obtener aplicaciones de microorganismos y otros sistemas celulares para la producción de compuestos de diversos intereses o para terapias clínicas”. Las biotecnologías también fueron la clave para dar respuestas a la crisis pandémica: desde la secuenciación del genoma del virus hasta el diagnóstico molecular, desde las vacunas hasta los anticuerpos monoclonales.

Todos los ámbitos de aplicación de las biotecnologías

Hoy, los campos de aplicación de las biotecnologías son muchos, según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), en 2030 el 80 % de los productos farmacéuticos, el 50 % de los productos agrícolas, el 35 % de los productos químicos industriales serán biotecnológicos. Si es cierto que la OCDE, en materia de biotecnologías innovadoras distingue cuatro macroáreas (farmacología, medicina y diagnóstico; agricultura, veterinaria y zootecnia; bioindustria y medio ambiente), también lo es que cada ámbito tiene varias subramas.

En particular, la investigación e innovación biotecnológica en el sector agroalimentario es fundamental para un crecimiento económico sostenible, capaz de generar desarrollo dentro de los límites de los recursos del planeta. En pocas palabras, se trata de producir más para satisfacer las necesidades de una población en crecimiento, pero sin deforestar para no dañar los recursos de oxígeno del planeta y utilizando métodos respetuosos de la agricultura orgánica, reduciendo así el uso de fertilizantes y pesticidas.

Las ventajas para el sector agroalimentario

Cumplir con todos estos requisitos podría parecer imposible, pero el uso de las biotecnologías puede volverlo viable, por ejemplo, a través de la creación de plantas más resistentes y el mantenimiento de la biodiversidad. La aplicación de la biotecnología en el sector agroalimentario, de hecho, permite intervenir sobre los organismos vegetales modificándolos.

El objetivo es conseguir plantas que se adapten más rápidamente a las cambiantes condiciones ambientales y meteorológicas y a los cambios ecosistémicos que caracterizan nuestro tiempo. De esta forma, será posible abordar los desafíos globales del hambre y la desnutrición.

La técnica de edición de genes (gene editing), en particular, permite el desarrollo de organismos modificados genéticamente (OGM), más resistentes a los patógenos, lo que contribuye al aumento de la producción agrícola y al desarrollo de nuevos plaguicidas y bioinsecticidas no contaminantes.

Los alimentos genéticamente modificados consisten en organismos cuyo material genético ha sido modificado de forma artificial, por ejemplo, mediante la introducción de un gen proveniente de un organismo diferente: después de todo, los injertos son tan antiguos como la agricultura, pero ahora es posible hacerlo de manera más eficiente, rápida y a mayor escala.

Los hitos tecnológicos

Algunos de los mayores logros de la biotecnología agroalimentaria se deben al método del ADN recombinante, que consiste en el encuentro entre una molécula de ADN artificial formada in vitro y secuencias de ADN provenientes de organismos distintos que normalmente no se encontrarían. Esto permite analizar en laboratorio lo que hasta hace poco solo era posible observar en cultivos de cientos de hectáreas.

Gracias a la biotecnología disponemos de maíz, arroz, trigo, patatas, tomates y avena resistentes a muchas enfermedades y parásitos. Pero también obtenemos plantas capaces de soportar la sequía o la excesiva salinidad del suelo, así como tomates resistentes al hielo, gracias a la inserción del gen de las proteínas anticongelantes extraídas de peces de agua fría.

La lista es larga y también incluye aceites vegetales con menos grasas saturadas, frutas y verduras con más vitaminas, patatas con más almidón (que no se ponen negras tras el corte), colza más rica en aminoácidos para limitar los olores de la fritura y posibilitar la fabricación de un plástico biodegradable. Con la perspectiva biotecnológica de llegar a polímeros que permitan prescindir del petróleo.

Además, mediante la inserción de genes antigénicos se obtienen frutas y verduras (por ejemplo, tomates, melones y fresas) que ralentizan su maduración y mantienen el mismo sabor. También se trabaja en plantas autofecundantes para un mejor aprovechamiento de la tierra, en uvas sin pepitas y berenjenas que fructifican en cualquier época del año.

En la agricultura, la biotecnología representa una industria en expansión. Según los últimos datos disponibles del ISAAA (International Service for the Acquisition of Agri-biotech Applications), los cultivos biotecnológicos en el mundo superan los 190 millones de hectáreas, con un aumento de 1,9 millones de hectáreas entre 2017 y 2019. La concentración máxima se encuentra en cinco países: Estados Unidos y Brasil, Argentina, Canadá e India. La Unión Europea, por su parte, pone límites al cultivo, pero permite la importación de estos productos.

Según el ISAAA, la punta de lanza de la agricultura biotecnológica son los cultivos de soja que, por sí solos, cubren el 50 % de la superficie sembrada con transgénicos a nivel mundial. Le siguen maíz (30,7 %), algodón (13 %) y colza (5,3 %). Crece también el cultivo de papaya, remolacha, berenjena, manzana y patata. A pesar de los prejuicios anticientíficos generados por el desconocimiento, las biotecnologías acompañan a la humanidad desde hace milenios y son una de las herramientas más eficaces para asegurar la supervivencia de nuestra especie.

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