Agua
Agua inteligente: sensores, algoritmos y datos para enfrentar la crisis hídrica

Frente a una emergencia cada vez más apremiante, están emergiendo soluciones tecnológicas que transforman la gestión del recurso natural más valioso
La crisis hídrica no es una amenaza futura, sino una realidad que afecta ya a miles de millones de personas. Según proyecciones ampliamente aceptadas, de hecho, dos tercios de la población mundial podrían vivir en condiciones de estrés hídrico al menos un mes al año en 2050, mientras que hoy mismo, cerca de la mitad ya experimenta carencia temporal de agua limpia o accesible. Estos datos denuncian la necesidad de impulsar una transformación profunda: la digitalización del agua.
En España, regiones como Murcia, el Levante andaluz y Cataluña enfrentan situaciones críticas, con reservas casi constantemente muy por debajo de la media. Y no se trata solo de agua superficial: los acuíferos subterráneos, fundamentales para la agricultura y el abastecimiento, están sufriendo una sobreexplotación creciente. En paralelo, el cambio climático altera los patrones de precipitación, intensifica las sequías y multiplica los eventos extremos.
Como recuerda David Sedlak, profesor de la Universidad de Berkeley en su intervención en el Future Trend Forum dedicado al agua de la Fundación Innovación Bankinter, “un aumento de dos grados en la temperatura media global haría que climas como el de España se asemejaran al norte de África”. Frente a esta emergencia, la innovación tecnológica se convierte en una herramienta clave para anticiparse, actuar y optimizar.
Tecnología al rescate
Sensores, algoritmos y análisis predictivo están comenzando a redefinir cómo usamos ese recurso vital, desde los campos de cultivo hasta las redes urbanas. En este sentido, una de las grandes ventajas del enfoque tecnológico a la gestión del agua es la posibilidad de anticiparse a los problemas. Hoy existen plataformas capaces de combinar imágenes satelitales, datos meteorológicos y sensores en tiempo real para predecir sequías o ajustar el riego en función del tipo de cultivo, la humedad del suelo y la previsión meteorológica.
La NASA, a través de programas como SMAP y GPM, proporciona mediciones globales sobre humedad del suelo y precipitaciones. Estas herramientas, que antes estaban reservadas a la investigación científica, hoy se integran en plataformas accesibles a agricultores, municipios y gestores de redes
Startups como la española Sensing Tools, una spin‑off de la Universidad Politécnica de Valencia, aplican este enfoque al mundo rural y urbano. Su sistema combina sensores, gemelos digitales e inteligencia artificial para mejorar la eficiencia hídrica. Según la propia empresa, estas herramientas pueden reducir hasta un 40 % el consumo de agua en determinados contextos.
En el mundo agrícola, las soluciones digitales están ganando terreno. Uno de los ejemplos más concretos es Sensacultivo, una startup andaluza que combina una app móvil con sensores de humedad y temperatura para ofrecer recomendaciones personalizadas de riego y fertilización. El resultado: hasta un 25 % de ahorro de agua y fertilizantes, y un 99 % de fidelización entre los agricultores usuarios.
Por otro lado, en septiembre de 2024 se inició en la huerta de Valencia un proyecto pionero para digitalizar el riego tradicional, mediante sensores conectados y una app móvil, con participación activa de agricultores mayores. Un ejemplo de cómo la tecnología también puede revitalizar modelos de gestión ancestrales, haciéndolos más sostenibles sin romper su lógica comunitaria.
No solo el campo está cambiando. En las ciudades, donde hasta un 30 % del agua se pierde por fugas en redes de distribución, la inteligencia artificial se convierte en un aliado indispensable. La empresa portuguesa Baseform (BF Software, Lda) ha desarrollado una plataforma que combina IA, análisis predictivo y gestión de activos para optimizar las redes urbanas, gracias a la cual varios municipios han empezado a reducir pérdidas y mejorar la eficiencia de sus sistemas.
Asimismo, compañías como Aganova, especializada en sensores acústicos pasivos, están ayudando a diagnosticar redes de abastecimiento de gran escala. En 2025, la empresa firmó un contrato con la empresa pública francesa SEDIF para evaluar en continuo la red de París, una de las mayores de Europa, mediante su tecnología Nautilus.
Alianza entre empresa, ciudadanos y política
Más allá de los sensores y el análisis predictivo, hay tecnologías que amplían el horizonte de disponibilidad hídrica. La desalinización, tradicionalmente costosa y poco sostenible, empieza a transformarse gracias al uso de energías renovables. El reúso avanzado de aguas residuales, mediante procesos como la ósmosis inversa o los biorreactores de membrana, permite cerrar el ciclo del agua en ciudades y sectores industriales. Incluso la captación de humedad atmosférica, mediante tecnologías de condensación pasiva o activa, ofrece soluciones en regiones con escasas precipitaciones pero alta humedad ambiental.
Sin embargo, no basta con desplegar todo el poder de la tecnología y la digitalización debe ir acompañada de planificación pública, marcos regulatorios adecuados y acceso equitativo. En julio de 2025, el Gobierno de las Islas Baleares puso en marcha un sistema piloto para la sensorización en tiempo real de pozos de gran caudal. Los dispositivos permitirán conocer los volúmenes extraídos, detectar usos ilegales y gestionar mejor los acuíferos. La primera fase se ha financiado con 2,2 millones de euros procedentes de fondos Next Generation. Este tipo de solución permite modelar un territorio como un ecosistema hídrico digital, con alertas automáticas, regulación dinámica y decisiones basadas en datos.
Sin duda, las herramientas digitales pueden reforzar la sostenibilidad, pero también pueden generar brechas si solo están disponibles para quienes más tienen. De ahí la importancia de combinar innovación con políticas públicas, participación ciudadana y modelos de gobernanza inclusivos. La buena noticia es que este nuevo paradigma está atrayendo talento, inversión y vocaciones.
Programas como InspiraTech o Akademia, impulsados por la Fundación Innovación Bankinter, están formando a una nueva generación de emprendedores que ven en la sostenibilidad no solo una necesidad, sino una oportunidad real de innovación y desarrollo. Lo cierto es que la herramienta más potente es la combinación: sensores, IA y datos formando un sistema hídrico inteligente, integrado con regulación, inversión pública, inclusión social, talento y visión de bien común. Esa es la auténtica revolución del agua.