Resumen generado por IA
La semana pasada, el investigador estadounidense David Liu y su equipo publicaron en Nature un avance revolucionario en la edición genética mediante la técnica CRISPR, que permite modificar el ADN con una precisión sin precedentes. En 175 experimentos con células humanas, lograron reparar el 89% de variantes genéticas, lo que podría facilitar la cura de enfermedades raras y dar un gran impulso a la manipulación del genoma. Aunque CRISPR es la herramienta más usada para la edición genética, aún presenta riesgos como mutaciones no deseadas, por lo que sigue en fase experimental.
Sin embargo, algunos científicos ya han avanzado más allá de los ensayos con animales. El caso más polémico fue el del científico chino He Jiankui, quien en 2018 anunció el nacimiento de dos bebés modificados genéticamente para resistir el VIH, un acto ilegal y condenado internacionalmente. A estos se sumaría un tercer bebé modificado, y otro investigador ruso también planea alterar embriones para inmunidad al VIH, aprovechando lagunas legales. Esto evidencia que las regulaciones no han frenado la experimentación humana, especialmente en países con normativas ambiguas.
La delgada línea entre la medicina avanzada y la creación de “superhumanos” plantea dilemas éticos globales. Futurólogos como Gerd Leonhard advierten que la genética podría usarse como arma, creando individuos con capacidades mejoradas a partir del material genético de grandes poblaciones. La carrera hacia la mejora genética humana ya está en marcha, y el mundo debe prepararse para sus profundas implicaciones.
Lo estamos viendo en las noticias, aunque con términos más técnicos. Nadie podrá decir más adelante que no lo vio venir.
La semana pasada trascendió que un investigador estadounidense ha desarrollado un método que podría revolucionar la edición genética, es decir, la alteración intencionada del ADN. David Liu y su equipo han publicado en la revista Nature los resultados de 175 experimentos con células humanas en los que obtiene una precisión nunca antes vista en la aplicación de la técnica CRISPR, la más usada en la actualidad para modificar el genoma. Dicha herramienta, presente en los laboratorios de todo el mundo desde principios de esta década, permite insertar fragmentos de información en las cadenas de ADN. Es la gran esperanza de millones de pacientes de enfermedades genéticas creando superhumanos.
Resulta, sin embargo, que al CRISPR le queda mucho margen de mejora: suele generar mutaciones genéticas (de ahí que todavía se esté ensayando la técnica con animales). El mérito de Liu es que, según parece, es capaz de salir airoso en la reparación del 89% de variantes genéticas. De confirmarse su logro, curar las enfermedades raras podrían acabar siendo un juego de niños. La carrera por dominar el genoma daría un paso de gigantes.
En busca del superhumano
A algunos no les ha hecho falta esperar a que la fiabilidad del CRISPR alcanzara cotas aceptables para lanzarse a experimentar con humanos. El científico chino He Jiankiu sorprendió al mundo el año pasado al revelar que habían nacido los dos primeros bebés genéticamente modificados para ser más resistentes al virus del Sida (condenándolos a padecer en el futuro alguna enfermedad genética, como por ejemplo cáncer). La comunidad internacional quedó estupefacta ante un acto totalmente ilegal en EE UU o Europa, condenado oficialmente en su propio país… pero realizado.
A las gemelas Lulu y Nana (así se llaman las cobayas humanas del doctor He) se sumará un tercer bebé genéticamente modificado también en China, cuyo nacimiento podría haberse producido ya. El biólogo molecular ruso Denis Rebrikov, por su parte, anunció este verano su intención de realizar experimentos con bebés. Su objetivo, igual que He, sería alterar embriones de madres con el VIH para que nazcan niños inmunes a esa enfermedad. Rebrikov considera que la legislación rusa es lo suficientemente ambigua como para dar cabida a su experimento.
Los primeros pasos
Contar con normativas estatales que prohíban la alteración genética de embriones sanos no es suficiente para evitar resultados éticamente cuestionables. La línea que separa el progreso médico del desarrollo de lo que Yuval Noah Harari llama humanos mejorados es fina. En el caso del uso del CRISPR, resulta grotesca: hay métodos alternativos a la edición genética para evitar el nacimiento de niños portadores del VIH.
Las consideraciones éticas no parecen ser suficientes en China, donde sobre el papel no se puede alterar el genoma humano pero a la práctica ha sucedido al menos dos o tres veces (que se sepa). Rusia podría ser el siguiente territorio en el que nazcan bebés genéticamente modificados, y nada hace pensar que no vayan a sumarse más países a esta lista. ¿Quién se permitirá quedarse atrás?
El futurólogo Gerd Leonhard no descarta que pronto veamos a países servirse de la genética como arma, por ejemplo usando el genoma de 100 millones de personas para crear una especie de supersoldado. Hay dos vías para tener habilidades mejoradas: que te pique una araña radiactiva y convertirte en Spiderman o contar con el mejor material genético de una gran masa de población. La segunda parece más sencilla.
La carrera por llegar hasta el superhumano ya ha empezado. Lo estamos viendo en las noticias, aunque con términos más técnicos. Nadie podrá decir más adelante que no lo vio venir.