Educación

¿Y ahora qué? 10 retos de la educación que tendremos que afrontar tras el Covid-19

¿Y ahora qué? 10 retos de la educación que tendremos que afrontar tras el Covid-19

El curso escolar se cierra, paradójicamente, con una apertura desigual y tímida de las aulas que habla los retos de la educación que tendremos que afrontar, en tiempo récord, para el próximo curso.

El mundo post Covid-19 es un reto que la humanidad tendrá que afrontar de forma global. Para ello, la educación tendrá un papel primordial. Lo que se estaba implantando sin prisa, pero sin pausa, como la digitalización de las aulas y la reforma imparable de la pedagogía, así como el relato educativo, tienen ahora una fecha de implantación cercana y, en algunos casos, acuciante. En todo caso: calma. Las bases son sólidas, la concienciación de las administraciones públicas y el sector privado de la educación es completo a un nivel imposible de darse hace menos de un año. A continuación, relatamos algunos de los retos de la educación que tendremos que afrontar y cómo podremos resolverlos:

  1. Brecha digital: Desgraciadamente el Covid-19 ha dejado al aire el doloroso hecho de que una parte sensible de la población no cuenta con internet o la tecnología necesaria para recibir clases a distancia. Uno de los retos de la educación del futuro será encontrar el modo de dotar a cada alumno de una conexión y un terminal (tablet o laptop) adecuado. Experiencias como la conversión digital de los centros educativos que llevó a cabo la Junta de Extremadura en 2010, y que no recibió el interés ni el apoyo necesarios, podrían recuperarse ahora para evitar que haya una parte del alumnado que quede atrás.
  2. Educación online: El acceso a la educación desde cualquier parte del mundo; la posibilidad de poder acceder a cualquier fuente de conocimiento o de seguir una clase, pese a estar a cientos de kilómetros de distancia, es un escenario en el que se viene trabajando desde comienzos del siglo XXI. Si bien el crecimiento exponencial de la tecnología había dado un fuerte empujón, lo cierto es que ha sido la pandemia la que nos ha hecho mirar hacia la “educación online” no como un complemento, sino como la base de todo el modelo educativo. Por ahora, y a partir de septiembre, lo más probable es que se opte por un sistema mixto donde lo presencial se alternará con seguir las clases desde casa. Su implantación tendrá que llevarse a cabo en un tiempo récord para afrontar uno de los retos de la educación que se nos presentan.
  3. Desmotivación: La falta de la disciplina positiva de los horarios, de las clases y del ritmo habitual de tareas, y, claro está, de la costumbre de seguir las clases a distancia, ha hecho que muchos niños y jóvenes puedan presentar síntomas de desmotivación. El reto de la educación tiene que ser el de mandar un claro mensaje al alumnado sobre que la clase online vale lo mismo que la presencial.
  4. Cohesión territorial: Aunque en España las consejerías de educación de las comunidades autónomas son las que articulan la política educativa territorial, va a ser necesario un esfuerzo por cohesionar todo el territorio en una sola dirección para encontrar, entre todas las administraciones públicas, las fórmulas y protocolos más apropiados para los alumnos, independientemente de su lugar de residencia.
  5. Life-long learning: O, lo que es lo mismo, “no dejar de aprender nunca”. Sí, uno de los objetivos principales de los sistemas educativos será animar a sus alumnos a no dejar de formarse durante toda la vida. Como estos casi tres meses de encierro nos han dejado claro, este es un mundo donde los modelos económicos y sociales se han enfrentado a una prueba de fuerza ofrecida por lo imprevisible. Formarnos para acomodarnos a los cambios en el mercado laboral, reinventarnos o encontrar nuestro camino en un mundo que cambia a cada momento es muy importante.
  6. Metodología educativa: Los profesores tendrán que adaptar lo aprendido en estos tres meses de curso no presencial para aplicarlo en el futuro y adaptar las clases a este modelo líquido en el que el alumno combinará clases presenciales con clases online. Se intuye que el nuevo sistema educativo será más flexible, pero, también, más exigente, donde será necesario que el profesorado altere los paradigmas tradicionales.
  7. Sociabilidad: Pese a que el confinamiento nos ha aislado de nuestro círculo de amistades y familia más cercano, es necesario reconectar todas esas relaciones y, a la vez, volver a reconectarnos con nuestros grupos de amistades, compañeros de trabajo, etc. Aunque ya no podemos, por ahora, reunirnos con la frecuencia que solíamos y que es natural en el ser humano. Va a ser importantísimo que el sistema educativo nos reeduque en el trabajo en equipo como base para volver a encontrar esa cohesión social necesaria, aparcar el individualismo y conocer las ventajas del trabajo en equipo. Que un grupo de alumnos esté alejado no quiere decir que no pueda trabajar colectivamente.
  8.  Nuevas vocaciones: No sería extraño que carreras como medicina, enfermería o todas las relacionadas con la sanidad tengan un repunte de solicitudes de acceso. Las ciencias, ya en auge, tendrán también un fuerte incremento de estas solicitudes y, en general, cualquier carrera relacionada con la programación. Las universidades españolas tendrán que contestar a este previsible aumento de las vocaciones sanitarias de la mejor forma posible para que los centros no sufran colapsos. Los planes de Japón de primar las carreras científicas para este mismo año, decisión que el gobierno de Shinzo Abe tomó mucho antes de la irrupción del Covic-19 en nuestras vidas, no parece ahora, ni mucho menos, carente de sentido.
  9. Capacidad de respuesta: Los colegios tendrán que estar dispuestos a dar soluciones rápidas y muy efectivas en mucho menos tiempo que ahora. Por ejemplo: ante la imprevisibilidad del virus no se pueden descartar repuntes o creación de nuevos focos de contagio. Los centros educativos, pese a las medidas que se van a tomar (toma de temperatura de los alumnos, mascarillas, distanciamiento), pueden sufrir eventualidades de este tipo. Si tienen que afrontar cierres inmediatos y la vuelta de todo el alumnado a sus casas para pasar otro tiempo de clases exclusivamente “online”, tendrán que contar con los protocolos de actuación exprés necesarios.
  10. ¿Un tiempo perdido?: La situación anómala que estamos viviendo ha impedido el desarrollo educativo normal de toda una generación a nivel global. Ante el hecho de que millones de alumnos en todo el mundo –desde primaria a educación universitaria- hayan perdido un curso y arrastren un déficit educativo, el sistema tiene que poner todo de su parte para mitigar esto en el próximo curso, intentando no cargar más de trabajo a los alumnos o aumentar el temario. Parece simple, pero la mayor preocupación de las administraciones en España es ver cómo imbricar los conocimientos de este curso presente y añadir, sin traumas, el temario que las circunstancias dejaron fuera de las clases “online”. No hay que olvidar, además, que la enseñanza ha sido desigual, que los protocolos no estaban muy desarrollados, si los había, y que, por tanto, no se ha podido equiparar a todos los colegios e institutos de una misma provincia, por ejemplo. Pensar en los términos más positivos en este aspecto y comprender que el déficit -si lo hay- les afecta a todos, ayudará bastante a los docentes a no tener prisa y a los alumnos a no frustrarse.

Tras el retraso de las fechas de celebración del EBAU, la antigua “selectividad”, podremos ver un poco más de luz en el desarrollo de los acontecimientos del próximo curso. El éxito de estas convocatorias y su normal desarrollo serán un buen termómetro para saber cómo afrontamos todo lo que nos espera. Mientras tanto, solo nos queda esperar a que los planes que están diseñando las comunidades autónomas funcionen a toda capacidad antes de que termine el verano y poder superar los retos de la educación.

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