Nuestro think tank ha analizado la Inteligencia Artificial desde varios puntos de vista: su desarrollo tecnológico y las capacidades e impactos que tendrá en nuestra vida en los próximos 10 años.
Qué es la Inteligencia Artificial
La Inteligencia Artificial (IA) está en todas partes: nos recomienda la música que escuchamos, las series que vemos y lo que leemos. Responde a cada búsqueda online, a nuestras órdenes en casa y a las de Gobiernos, empresas y todo tipo de organizaciones. Puede ver, leer, escuchar y dar respuesta. Lo mismo limpia el suelo que escribe noticias, traduce textos, recomienda estrategias de negocio o una buena dieta, analiza nuestra salud, o asiste en la conducción o en la selección de recursos humanos.
La inteligencia artificial aprende de nosotros para mejorarse a sí misma.
Casi sin darnos cuenta, la IA se ha integrado en nuestro día a día. La llevamos en nuestro bolsillo, en nuestras pantallas. La tenemos en casa, en la escuela, en el trabajo e incluso en nuestros planes de ocio; está en el sector servicios, en la industria y en la agricultura. Con mayor o menor éxito, muestra sus armas en el camino hacia la personalización en sectores como la medicina, la educación e incluso la belleza y, en general, el consumo. También persigue la optimización, ya sea del tráfico, de la cadena de suministro, de los cultivos; del rendimiento empresarial mental y físico. Es incluso capaz de componer música o generar creaciones artísticas.
Para nuestro patrono Wilfried Vanhonacker «La IA y el big data en conjunto no solo están dando lugar al mayor mercado emergente hasta la fecha sino que van mucho más allá. Cambiarán fundamentalmente la mayoría de las industrias. Todos los procesos de negocio serán inteligentes”.
Gestión y optimización de negocio, marketing y publicidad, salud y bienestar, movilidad, finanzas junto con los ámbitos legal y policial, la logística y el trabajo son las áreas de aplicación de la IA destacadas por los expertos reunidos en el Future Trends Forum.
Ante la implementación y el uso de cualquier tecnología se deben considerar sus potenciales beneficios y riesgos. La inteligencia artificial es una de las tecnologías que más retos sociales y éticos presenta. Todas las aplicaciones de la Inteligencia Artificial tienen asociadas beneficios, pero junto a ellos, surgen también algunos efectos negativos, o cuanto menos, riesgos y retos en su implementación.
Hay dos posiciones sobre hasta qué punto podrá desarrollarse a nivel técnico la IA: una optimista y otra escéptica.
La primera reúne a los súper optimistas tecnológicos que hablan de la super inteligencia artificial que podría volverse más poderosa que cualquier cosa que este planeta haya visto y que será un desafío existencial para la humanidad como especie.
La segunda corriente es la de los escépticos, que no confían en que las máquinas ultra-inteligentes nos afecten tanto. En esta corriente encontramos al profesor Luciano Floridi, director del Laboratorio para la Ética Digital de la Universidad de Oxford, que defiende que lo que realmente importa en el desarrollo de tecnologías inteligentes es cómo nos concebimos a nosotros mismos, nuestras interacciones y nuestro entorno, para definir el diseño de estas tecnologías.
Del análisis de esta tendencia, los expertos del Future Trends Forum han desgranado las siguientes recomendaciones para el correcto desarrollo de la inteligencia artificial:
1. El humano debe estar en el centro y ser siempre la prioridad.
2. Es imprescindible la colaboración entre personas y máquinas.
3. Es vital para cada sector en cada ámbito (público y privado) conocer cómo la IA puede transformar sus capacidades y optimizar sus procesos o transformarlos.
4. Al tiempo que se aprovechan las posibilidades de la IA, se deben anticipar y prevenir sus riesgos. Algunas recomendaciones:
– afrontar los sesgos;
– rendir cuentas;
– políticas de privacidad más comprensibles;
– desarrollar algoritmos explicables;
– debate, toma de decisiones y supervisión pública;
– educar en, con y sobre la IA;
– ampliar y velar por el cumplimiento de los derechos digitales;
– atribuir la responsabilidad debida a las empresas;
– explorar nuevas formas de redistribución de riqueza y de la propiedad de los datos,
– y potenciar el desarrollo de la IA para el bien social.