Educación
Difuminando fronteras entre universidad, empresa y vida real

La educación está experimentando una transformación sin precedentes, planteando la necesidad de un modelo educativo más flexible, accesible y adaptado a nuevos desafíos.
Antes de la crisis pandémica, menos de la mitad de los profesores utilizaba herramientas de enseñanza remota. Hoy en día, el 100 % de los docentes y alumnos ha experimentado fórmulas de educación online, han comprobado sus ventajas y desventajas y demostrado que las habilidades blandas serán necesarias en cualquier escenario. Un cambio radical que se llevó a cabo en cuestión de semanas, sin métricas previas ni experiencia. En muy poco tiempo todo ha cambiado para no volver nunca a ser lo mismo.
Sin embargo, en su charla organizada por la Fundación Innovación Bankinter, Ángel Cabrera, presidente del Georgia Institute of Technology, quiso enfatizar que la educación online no reemplaza la interacción social y el desarrollo humano que se dan en el aula. Por tanto, el futuro de la educación será híbrido: una combinación de tecnología y aprendizaje presencial que permita optimizar los beneficios de ambos mundos.
La aceleración impuesta en casi todos los ámbitos por la digitalización también ha evidenciado la distancia entre la formación clásica y las exigencias de las empresas. Hay que experimentar nuevos modelos y asumir que el aprendizaje ya no puede limitarse a los años de universidad, sino ser continuo y adaptativo durante toda la trayectoria profesional.
Educación híbrida y personalizada
La digitalización ha eliminado el estigma de la educación online y ha modificado la función del aula, que ahora debe enfocarse especialmente en la interacción y el trabajo en equipo. Además, se han ampliado las posibilidades tanto a nivel temporal como espacial: hoy los estudiantes pueden realizar prácticas en empresas de cualquier parte del mundo sin necesidad de trasladarse. Esta flexibilidad permite a los alumnos combinar formación y experiencia profesional de manera simultánea.
De esa forma, se intenta difuminar las fronteras entre universidad, empresa y vida real, con la tecnología que abre nuevas posibilidades de aprendizaje: un ejemplo práctico son las simulaciones médicas con realidad virtual para entrenar en entornos realistas. Pero el cambio se puede aprovechar en todos los ámbitos: en el Máster en Humanidades Digitales del King’s College London, por ejemplo, se enseña cómo usar herramientas digitales para investigar y comunicar el pasado de manera innovadora.
Lo que está claro es que el modelo educativo tradicional, en el que los estudiantes pasan cuatro o cinco años en una universidad para obtener un título, está quedando obsoleto. Cabrera propone un enfoque más flexible: una universidad entendida como un ‘campamento base’, donde los alumnos puedan entrar y salir, combinando certificaciones, experiencias laborales y aprendizaje continuo. En este contexto, la personalización del aprendizaje será clave para atender las necesidades específicas de cada estudiante.
Por otro lado, instituciones clásicas y empresas deben crear sinergias en las que el sector privado aporta agilidad, acceso a capital y capacidad de innovación más rápida, mientras que las universidades, que por su naturaleza tienden a ser menos eficientes y difíciles de escalar, garantizan la calidad y el rigor académico.
La colaboración entre Georgia Tech y la plataforma educativa edX, una organización sin ánimo de lucro creada por Harvard y el MIT, vendida a una empresa privada por 800 millones de dólares, demuestra que la integración entre academia y empresa puede generar programas innovadores y sostenibles.
El programa Akademia de la Fundación Innovación Bankinter es otro claro ejemplo de cómo la innovación en educación puede surgir fuera de los actores clásicos del sector y acercarse más a la realidad profesional. De hecho, el objetivo del programa es intentar anticipar tendencias y transformar la manera en que los estudiantes afrontan su futuro laboral.
Pero los ejemplos de cómo construir una propuesta educativa en línea con las exigencias del mundo laboral ya son muchos. En losProject-Based Learning (PBL), los alumnos trabajan en proyectos prácticos desde el primer día, en colaboración con empresas o resolviendo problemas del mundo real. Del mismo modo, en todos los programas de formación dual, los estudiantes combinan estudios universitarios con prácticas en empresas, lo que les permite graduarse con una experiencia práctica relevante.
Democratización de la educación
Otra urgencia de las empresas es expandir la base de talento disponible y esto pasa por democratizar el acceso a la formación superior. En EE. UU., el coste de una carrera en universidades privadas puede superar los 300.000 dólares, una cifra comparable al precio medio de una vivienda en ese país. En Europa las cosas en este sentido van bastante mejor, pero hay que estudiar fórmulas para atraer a más personas, ya hoy más que nunca la economía requiere una educación superior para ser productiva
Con este objetivo, Georgia Tech ha desarrollado un máster en informática completamente online que, tras el escepticismo inicial, se ha convertido en el programa de formación superior en ese ámbito más exitoso del mundo, con 11.000 estudiantes matriculados. La clave, según Cabrera, ha sido aprovechar la tecnología privada para pasar de 37.000 a 7.000 dólares por el programa completo, pero sin bajar la calidad.
Finalmente, es necesario que la educación forme no solo a profesionales, sino también a ciudadanos críticos y preparados para participar activamente en la sociedad. Al respecto, Cabrera enfatiza la importancia de una formación en humanidades y ciencias sociales, incluso en el marco de carreras técnicas, para garantizar una educación integral: no solo técnica, sino también cívica.
Se está formando un nuevo paradigma educativo, donde la universidad deja de ser un destino único y cerrado para convertirse en un espacio dinámico de aprendizaje que dialoga constantemente con el mundo del trabajo. El objetivo es encontrar un equilibrio que permita a los profesionales del mañana no solo ser competentes en su campo y abiertos a la innovación, sino también ciudadanos críticos y comprometidos con la sociedad.