Futuro Social
Energía y el reto del desarrollo sostenible

La complejidad de un sistema energético basado en múltiples formas de energía puede ser una forma de resiliencia y estabilidad a futuro. El actual panorama energético combina fuentes renovables (solar, eólica) con otras que no lo son, pero al menos no emiten GEI (nuclear, revalorización de residuos) a medida que retiramos las fuentes combustibles de […]
La complejidad de un sistema energético basado en múltiples formas de energía puede ser una forma de resiliencia y estabilidad a futuro. El actual panorama energético combina fuentes renovables (solar, eólica) con otras que no lo son, pero al menos no emiten GEI (nuclear, revalorización de residuos) a medida que retiramos las fuentes combustibles de la matriz diversificada.
Pero, ¿por qué necesitamos que esta matriz energética sea compleja? ¿Por qué no invertir todo en un sistema limpio como la fotovoltaica? Como adelantaba Alejandro Micó en su entrevista, «la energía eléctrica no se puede almacenar», no al menos de forma masiva y a coste bajo, por lo que el resto de fuentes de energía también hacen falta a corto plazo.
¿Qué es la electricidad primaria?
La energía primaria se refiere a todas las fuentes de energía naturales en su forma original antes de ser convertida, y se pueden distinguir dos grandes tipos: la energía térmica primaria y la energía eléctrica primaria. Si esta energía se transforma, convierte o procesa, recibirá el nombre de energía secundaria.
Tal y como señala el experto mundial en energía Vaclav Smil, la electricidad primaria se refiere a la hidroeléctrica, la fisión nuclear, la energía solar fotovoltaica, la hidroelectricidad o la eólica, a la que hay que sumar categorías aún en desarrollo como la mareomotriz o la undimotriz que agrega la Agencia Internacional de la Energía.
Hacia el Net Zero, ¿mejor consumir energía primaria o secundaria?
En tu casa, la energía primaria podría ser usar placas fotovoltaicas para iluminar o usar paneles solares térmicos para tener agua caliente. Pero esa misma energía eléctrica, usada para una bomba de calor, se convertiría en secundaria (de energía eléctrica a térmica). Cuando la misma electricidad proviene del mix eléctrico, es más complejo porque parte de esa electricidad ya es secundaria.
Obviamente, aquella tecnología más descarbonizada será preferible a la que emite emisiones, especialmente si son locales, por lo que la quema de gas natural en una caldera doméstica no aparece nunca como algo con mucho futuro. Primero, porque emite partículas locales contra tu salud, segundo porque empeorará la crisis climática, y tercero porque los combustibles fósiles irán subiendo de precio.
Pero la misma instalación, escalada y dando servicio a decenas de edificios (calefacción de distrito) o incluso usada para generar energía eléctrica en una central de ciclo combinado, es relativamente menos lesiva, especialmente si el gas natural viene derivado de residuos orgánicos que dejarán de emitir CH4 (con 56 veces más potencial de calentamiento global que el CO2).
Mantener la capacidad de contaminar para evitará interrupciones
Como suele señalar Alejandro Micó en sus múltiples intervenciones, la energía fotovoltaica debe ser la base de la adopción tecnológica, «porque es una fuente fiable, de las más asequibles y muy predecible». Y, como contra, sabemos que cuando se va el Sol ya no habrá generación. Podemos suplir parte de la diferencia entre demanda y generación con eólica, pero esta es menos predecible.
Es aquí donde entran en juego las energías contaminantes, ya sea porque vierten GEI a la atmósfera o porque destilan residuos nucleares que luego hay que gestionar. Mantener la capacidad de contaminar, es decir, no desmantelar la infraestructura contaminante de momento, es otro escalón de la descarbonización a medida que adoptamos la fotovoltaica y sembramos generadores eólicos.
Esta transición hacia energías primarias y secundarias limpias se realizará como se ha venido haciendo hasta ahora, aunque estamos en la fase de aceleración. La instalación fotovoltaica es tan asequible ya que merece más la pena abrir una planta fotovoltaica que cualquier otro sistema de captación. Dentro de unas décadas, ante un mix casi totalmente electrificado, la curva de adopción tecnológica se retrasará. Es decir, cada 10 % de la descarbonización costará mucho más que el 10 % anterior.
Pasos hacia un futuro limpio, acercando la fuente de energía primaria o secundaria al domicilio
A comienzos de este siglo (y de este milenio) se abrió la posibilidad de autoconsumir, y ahora tenemos también facilidades para el autoconsumo compartido. Una misma comunidad de vecinos puede ponerse de acuerdo para cubrir su tejado al completo por paneles fotovoltaicos, acordando un sistema de reparto aún estático. Se espera que en los próximos años sea dinámico, de forma que si un vecino no consume, otro pueda usar su parte.
Acercar la producción a la demanda es un prerrequisito para la sostenibilidad. Primero, porque nos permite ser dueños de nuestra propia energía, reduciendo la dependencia familiar hacia grandes compañías energéticas; segundo, porque existen soluciones limpias que no contaminan el aire local, como son los paneles; y tercero porque se reducen las pérdidas por transporte de energía.
Además, este fluido eléctrico puede ser usado como fuente primaria, ya sea haciendo funcionar un ordenador o encendiendo las luces de la vivienda; o secundaria, facilitando el calentar agua en un termo o usando una bomba de calor para climatizar las estancias.