Aplicaciones de la industria espacial

Qué podemos saber de la Tierra desde el espacio

Qué podemos saber de la Tierra desde el espacio

Cada vez nos llega más y mejor información desde los satélites que nos orbitan. Investigadores, empresas y gobiernos ya le sacan partido.

Ha llovido mucho desde 1960 y eso es algo que la NASA sabe muy bien. Fue entonces cuando lanzó su primer satélite meteorológico, TIROS-1. Aunque entonces el gran público soñaba con proyectos espaciales futuros para explorar otros mundos, la NASA parecía más interesada en tomar perspectiva para conocer un poco mejor el planeta que habitamos desde hace miles de años. 

Hoy, la observación de la Tierra sigue siendo uno de los principales objetivos de las decenas de lanzamientos orbitales que se producen cada año. Los proyectos espaciales futuros que más estimulan nuestra imaginación son los que explorarán la Luna, Marte o Júpiter. Sin embargo, tal vez los que más pueden hacer por nosotros sean los que se afanan en observan nuestro propio entorno. 

Mejores imágenes, información más precisa 

Ya lo advertía el informe Future Trends Forum de Fundación Innovación Bankinter sobre Comercialización del Espacio: los datos disponibles sobre lo que pasa en la Tierra no paran de aumentar. Los obtienen satélites y sensores que utilizan tecnología de toma de imágenes de todo tipo y revisitan las zonas de interés cada vez más a menudo. 

¿A qué viene tanto repaso? Muy sencillo: cuando un satélite pasa dos veces por el mismo sitio, puede captar los cambios que se han producido entre una visita y otra. Cuanto más frecuentes sean esas visitas, más detalle obtendremos sobre esos cambios. Estos datos son muy valiosos para conocer la evolución de distintos procesos. 

Como cada vez hay una mayor cantidad de datos y estos son de mayor calidad, no solo resulta más sencillo sacarles partido: además, su precisión es mucho mayor. Investigadores, empresas y gobiernos pueden tomar mejores decisiones gracias a esto.  

¿Eso de ahí es un rayo? 

Un claro ejemplo de los beneficios de la evolución en la observación terrestre lo tenemos en la gama de satélites que más nos suenan a todos: los meteorológicos.  

La segunda generación de satélites Meteosat mejoró considerablemente tanto la resolución como la frecuencia de las imágenes que tomaban los de primera generación. Gracias a esto, resultaba mucho más fácil detectar fenómenos de alto impacto y rápido desarrollo —como las tormentas explosivas— y alertar antes a la población para ponerse a salvo. 

La tercera generación, cuyo primer satélite fue lanzado a finales de 2022, pretende ir un paso más allá y predecir tormentas violentas con varias horas de antelación, en lugar de hacerlo en minutos. Lo harán gracias a la incorporación de una cámara flexible combinada —que proporcionará imágenes de mayor resolución— y un detector de rayos. Dos avances que pueden salvar muchas vidas en la Tierra desde el espacio. Si continúa esta evolución, ¿quién sabe cuántas salvarán los proyectos espaciales futuros que monitorizarán nuestra atmósfera? 

Datos a la carta 

Más allá de los proyectos de observación de las grandes agencias gubernamentales, existen ya iniciativas privadas que proporcionan datos a diario sobre los cambios que experimenta nuestro planeta a partir de sus observaciones desde el espacio.  

Un ejemplo de ello es Planet, una empresa que ha desplegado 452 satélites en diez años. Actualmente tiene en órbita 150 satélites que recopilan unos 350 millones de kilómetros cuadrados en imágenes cada día.  

Además, Planet ha puesto en marcha tres tipos de constelaciones de satélites, cada una de ellas con resoluciones espaciales, temporales y radiométricas distintas. De esta manera, pueden captar lo que ocurre en la Tierra desde múltiples perspectivas y dimensiones. 

Este tipo de despliegue, junto a los avances tecnológicos en captación de imágenes, permite personalizar los datos en función del tipo de usuario y de su aplicación concreta. De hecho, los clientes de Planet que aprovechan los datos que recoge cada día la compañía son muy diversos. Agricultura, seguros, finanzas, forestal, educación o investigación son algunos de los sectores en los que operan. 

Información valiosa para todos 

El ejemplo de Planet sirve para ilustrar el partido que se puede sacar a la información que captamos desde miles de kilómetros de distancia sobre el suelo. Hoy, la información geoespacial sirve a muchos propósitos aquí en la Tierra. El uso de herramientas de inteligencia artificial y Big Data se encarga de multiplicar su valor. 

Entre esos propósitos se encuentran los grandes interrogantes y desafíos a los que nos enfrentamos. El cuidado del medioambiente es uno de los más conocidos y diversos. Ya existen proyectos que utilizan imágenes por satélite para estimar las emisiones de gases de efecto invernadero de cada país prácticamente en tiempo real. Esto es muy útil para saber quién cumple sus compromisos con diligencia y quién arrastra los pies. 

Otros proyectos vigilan la evapotranspiración del agua del suelo con satélites que captan imágenes visuales y térmicas de los campos de cultivo. Estos datos se combinan posteriormente mediante técnicas de machine learning para que los agricultores puedan identificar qué cultivos sufren estrés hídrico antes incluso de que aparezcan las primeras señales. De esta manera, pueden optimizar los riegos, preservando un recurso escaso como el agua, y aumentar tanto la sostenibilidad como la rentabilidad de su actividad.  

Por otro lado, el cálculo del impacto de desastres naturales o el contraste de datos oficiales poco fiables son muy valiosos para empresas de los sectores asegurador y financiero. Las empresas logísticas tienen que captar cuanto antes cualquier disrupción en las cadenas de suministro para solucionarla. Mientras, las compañías de infraestructuras deben planificar y monitorizar grandes proyectos en varios países a la vez. Los satélites que pululan por el espacio son los que pueden aportarles a todas ellas la información que necesitan. 

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