Energia
La descarbonización como la innovación más sostenible en energía

La descarbonización de la energía es fundamental para que otros sectores, más contaminantes, también puedan disminuir las emisiones de CO₂
El término descarbonización significa, literalmente, la reducción de carbono en la economía. Lo que implica el término es la conversión a un sistema económico que reduzca de forma sostenible las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) al medioambiente. El objetivo a largo plazo es crear una economía mundial libre de CO₂, con el objetivo de garantizar la sostenibilidad y conservación del planeta. Para lograr esta meta es básico que todos pongamos nuestro granito de arena, especialmente los sectores responsables de emitir la mayor parte de los gases de efecto invernadero. En la Unión Europea, transporte (28%), industria (26%), energía (23%), construcción (13%) y agricultura (13%) son los cinco ámbitos más contaminantes. Sin embargo, quizá el de la energía sea el más estratégico de todos para llegar al objetivo final, dado que su descarbonización podría posibilitar la de otros sectores, como el del transporte. Y el sector energético es consciente de este papel tan fundamental que debe jugar para liderar la transición energética.
Tecnología al rescate del medioambiente
En el caso del sector de la energía, los avances tecnológicos han mejorado la eficiencia energética en la generación, transmisión y distribución, y han allanado el camino para nuevos modelos de generación distribuida, como las microrredes, la energía solar comunitaria y el comercio de energía entre pares. De hecho, la innovación en infraestructura es clave para mejorar la capacidad del sistema eléctrico. Debe ser capaz de proporcionar la flexibilidad necesaria para integrar energías renovables intermitentes, recursos energéticos distribuidos y nuevos combustibles, como gas de biomasa e hidrógeno verde. Las tecnologías también pueden ayudar a las industrias energéticas a mejorar su descarbonización de diversas formas mientras protegen el medioambiente:
- Aprovechar el análisis de datos para obtener un conocimiento profundo de los clientes y utilizar esta información para desarrollar ofertas atractivas que fomenten un consumo más responsable.
- Construir ecosistemas para acelerar la adopción de nuevos productos y servicios y facilitar nuevos canales de comunicación.
- Perseguir una mayor digitalización para ayudar a reducir los costes operativos.
- Realizar las actualizaciones necesarias, como la implementación de tecnologías inteligentes, para manejar más conexiones con energías renovables intermitentes.
Energías verdes para el medioambiente
Hace tiempo que la industria energética trabaja en una mayor implicación de fuentes renovables. De hecho, según los cálculos de la consultora McKinsey, la energía sería el sector más rápido en descarbonizarse, por lo que es posible que llegue a emitir cero emisiones netas a mediados de la década de 2040. La Unión Europea es la región que mejores datos tiene de eliminación gradual de los combustibles fósiles del medioambiente (con un peso del 34% en la generación de electricidad), mientras que Estados Unidos depende casi en el doble de los combustibles fósiles (un 63%). Las energías eólica y solar son las que más desarrollo han tenido a lo largo de estos años. Sin embargo, y según los últimos datos oficiales, a nivel mundial, la energía eólica apenas supone el 2,18% y la solar el 1,11% a nivel mundial. En España tenemos unos datos ligeramente superiores: 8,85% para la eólica y 2,34% para la solar.
Cómo descarbonizar la energía
Para limitar los efectos del cambio climático en el medioambiente, es necesario reducir las emisiones de dióxido de carbono asociadas con el sector energético. Algo que se puede lograr utilizando tecnologías y políticas apropiadas. Sobre todo porque el problema de las renovables es que dependen, en muchas ocasiones, del tiempo que haga: sin sol no se puede generar energía solar y sin viento no se produce la eólica. Es decir, que estas fuentes primarias deberán siempre ser complementadas con otras opciones, como los biocombustibles o biomasas. El problema es que son costosos, sobre todo porque el material debe ser transportado a una planta para su tratamiento. Como se explica en el informe de Deloitte, “El desafío de la descarbonización en 2030: el camino hacia el futuro de la energía”, el gas natural de bajo coste ha desplazado al carbón, reduciendo significativamente las emisiones del sector; la energía eólica y solar se encuentran entre los recursos más baratos disponibles en la mayoría de las áreas; y los costes de almacenamiento de baterías se han desplomado. La descarbonización no es solo un objetivo en sí mismo; también es un paso necesario que debe llevarnos hacia un mejor cuidado del medioambiente, una perspectiva más sostenible de la economía y un mayor compromiso por parte de los grandes actores a la hora de proteger el planeta.