Robótica

La automatización inteligente o cómo revolucionar la tecnología industrial

La automatización inteligente o cómo revolucionar la tecnología industrial

¿Qué es la automatización inteligente? Explicamos qué aplicaciones tiene y cómo ha hecho evolucionar a la tecnología industrial hacia nuevos horizontes.

Los avances en innovación de la automatización inteligente son imparables y se dan en todos los sectores. Los robots ya no se limitan a ejecutar determinados patrones preprogramados, sino que la tecnología industrial aprende con herramientas como la Robotic Process Automation (RPA).

Al combinar robots virtuales con software RPA e inteligencia artificial con módulos de tecnología cognitiva, el trabajo de oficina se está transformando al igual que sucedió con las fábricas del pasado. La tecnología industrial está aumentando la productividad de los trabajos de cuello blanco al dejar de lado las tareas monótonas y repetitivas, y dejar espacio a la creatividad.

Hacia una oficina con tecnología industrial

El término “tecnología industrial” nos recuerda a las cadenas de montaje, con grandes brazos robóticos y factorías con chimenea. Sin embargo, este concepto tiene bastante más que ver con realizar una producción rápida, simple y eficiente. En un futuro en el que la innovación echa raíces en los datos y el software, la tecnología industrial ha encontrado un nuevo hábitat en los ordenadores de una oficina.

Los datos brutos han sustituido a las materias primas físicas, y su procesamiento a elementos como tuercas o tornillos. Los robots virtuales basados en RPA procesan una cinta continua de información y muchos ensamblan conocimiento útil para las empresas. Pero, ¿qué es exactamente la RPA?

Así es la Robotic Process Automation (RPA)

La RPA es un tipo de software de fácil programación (a menudo modular, sin código y asequible incluso si no has tirado una línea de código nunca) que permite automatizar tareas básicas, sencillas y repetitivas. Por ejemplo, copiar celdas entre bases de datos, componer facturas automatizadas o realizar envíos de email marketing.

En la RPA tradicional (la que no tiene aprendizaje automático), se automatizan procesos con reglas muy rígidas. Son parecidas a las macros o la programación tradicional: el robot pulsa en determinado lugar de la pantalla, luego en otro, y finalmente en un tercero.

No hay margen para la improvisación, así que no esperes mucha iniciativa por su parte. Pero incluso así, lo cierto es que la RPA es útil en muchos entornos de trabajo. Como los primeros brazos robóticos, que se programaban para hacer movimientos repetitivos, la automatización robótica de procesos se integra bien con sistemas como SAP —o cualquier otro tipo de software de gestión empresarial—, bases de datos o APIs. Son básicos, pero versátiles.

La ‘cognitive automation’, ayudando a la RPA

Sin embargo, cuando a la RPA se combina con automatización cognitiva —esta sí que aplica aprendizaje automático para automatizar procesos que requieren trabajo manual— nos encontramos ante algo mucho más interesante: la RPA ya no se limita a repetir las tareas para las que fue programado en origen. Aprende, y eso lo cambia todo.

Combinada con esas técnicas de aprendizaje autónomo, la RPA gana flexibilidad y evita en buena medida tener que estar vigilada por una persona que supervise sus procesos. Volviendo a la analogía con el brazo robótico: ahora el software es capaz de hacer muchas más cosas y gestionar tareas imprevistas.

Un ejemplo de automatización cognitiva consiste en hacer uso de herramientas de reconocimiento de imagen basadas en machine learning para digitalizar papeles escritos a mano por diferentes personas.

La clave de la automatización cognitiva es que automatiza tareas antes reservadas únicamente a humanos. Las habilidades cognitivas, por ejemplo, darse cuenta de que hay una errata en un documento y corregirla al introducirlo en una base de datos, ahora también son cosa de máquinas virtuales.

Esta innovación en materia de tecnología industrial para oficinas permite a las empresas la liberación de buena parte del tiempo de sus trabajadores, que pueden dedicar su potencial a tareas que exijan habilidades más humanas como la creatividad o la resolución de problemas complejos.

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