Akademia
Jon Díaz: Innovación social y educación en primera línea

Jon Diaz, alumni de Akademia y Teaching Assistant en Columbia University, nos cuenta cómo combina la innovación social con la educación para generar un impacto positivo en el futuro
En la Fundación Innovación Bankinter, nos sentimos muy orgullosos de los exalumnos que se han formado en nuestro programa Akademia.
La singularidad del programa radica en su diseño y ejecución: abarca desde un exigente proceso de selección de estudiantes hasta un enfoque práctico y vanguardista en el contenido de las clases, complementado por la excelencia de los docentes. Esta combinación resulta en alumnos entusiastas por la innovación, preparados para aportar ideas nuevas y soluciones creativas en sus respectivos campos.
Retomamos la serie de entrevistas a antiguos alumnos de Akademia, entrevistando a Jon Díaz, con una trayectoria inspiradora. Jon tiene una sólida formación y un claro compromiso con la innovación social y la educación. Se encuentra actualmente cursando un Master of Public Administration (MPA) en la prestigiosa Universidad de Columbia, donde se especializa en Innovación Social y Educación, gracias a una beca integral otorgada por la Fundación La Caixa. Esta oportunidad le permite combinar rigor académico con habilidades prácticas y trabajo de campo en un programa reconocido a nivel mundial.
Antes de iniciar su andadura en Columbia, Jon ya contaba con un perfil académico destacado. Realizó un doble grado en Derecho y Administración de Empresas en la Universidad de Deusto, al que añadió un certificado de tres años en Emprendimiento e Innovación. Durante su formación, también realizó una estancia internacional en la Universidad de Santa Clara, en California, donde expandió sus conocimientos en un entorno internacional altamente competitivo.
Esta sólida base académica le ha permitido desarrollarse como profesional en múltiples ámbitos, destacando su capacidad para integrar principios de diseño centrado en el ser humano en la resolución de problemas sociales complejos. Actualmente, Jon es Design Fellow y Teaching Assistant en un curso de Diseño para la Innovación Social, donde acompaña a estudiantes en la aplicación de estos principios en proyectos reales.
En esta entrevista, exploraremos su trayectoria, los desafíos y oportunidades de aplicar la innovación social al mundo de la enseñanza y su visión sobre el futuro de la educación.
¿Qué es lo que más te gustó de tu experiencia en Akademia?
Lo que más me gustó de mi experiencia en Akademia fue que, por primera vez, me trataron como un estudiante adulto. Fue un cambio respecto a lo que había vivido hasta entonces. Nos decían: “Aquí tienes la documentación, va a venir un experto a daros una charla, os recomendamos que os preparéis y, si queréis, podéis investigar más”. No era obligatorio, no había un test, pero sabíamos que era una oportunidad única que podíamos aprovechar.
En mi experiencia universitaria hasta el momento, la dinámica era muy similar a la del instituto, con mucha estructura y una relación muy asimétrica entre profesor y alumno. En Akademia, nos daban autonomía para decidir cómo aprovechar cada sesión. Si no la aprovechábamos, era responsabilidad nuestra. Esa confianza en nuestra capacidad de gestionar nuestro propio aprendizaje fue lo que más me impactó.
¿Qué supuso para ti participar en Akademia a nivel personal y profesional?
Participar en Akademia fue una experiencia transformadora tanto a nivel personal como profesional. En primer lugar, me abrió la mente a nuevas ideas y áreas de conocimiento que desconocía. Incluso más importante que eso, fue el cambio en mi forma de pensar. Gracias a algunos ponentes, aprendí a no aceptar las cosas tal y como son, a razonar de manera diferente y a cuestionar el statu quo.
Recuerdo especialmente a tres ponentes que me enseñaron a abordar los temas de una manera distinta, rompiendo con lo convencional. La combinación de contenidos nuevos y una manera tan refrescante de tratarlos fue muy impactante. En ese momento, yo estudiaba en Deusto y vivía en San Sebastián, que es una ciudad pequeña en comparación con otros entornos. Akademia me permitió estar expuesto por primera vez a ideas presentadas de forma profesional, por expertos con una gran experiencia.
Más allá del conocimiento específico de los temas, lo que me llevé fue una forma de pensar distinta y la capacidad de cuestionar las cosas desde una nueva perspectiva. Algunos de los temas que tratamos siguen siendo relevantes actualmente y lo realmente valioso fue aprender cómo abordarlos.
Además, el formato de las sesiones era muy consistente y enriquecedor. Recibíamos unos PDF muy bien elaborados que servían como base para las charlas. A veces eran más magistrales y en otras ocasiones se fomentaba el trabajo en equipo, donde nos hacíamos preguntas y trabajábamos en casos prácticos. Estos materiales no solo preparaban para la temática que íbamos a tratar, sino que te ayudaban a estar listo para cualquier desafío que pudiera surgir en la sesión. En resumen, Akademia me dio herramientas para cuestionar, aprender y enfrentar problemas desde un enfoque totalmente diferente.
Actualmente estás cursando un MPA en Columbia University, especializado en Innovación Social y Educación. ¿Qué te motivó a centrarte en este campo y cómo ves su impacto en el futuro?
De una forma u otra, siempre he gravitado hacia el mundo de la educación, aunque haya estudiado Empresariales y Derecho, y más tarde Innovación y Emprendimiento. Siempre he buscado cómo aplicar lo que aprendía al ámbito de la educación, porque es un campo que me entusiasma profundamente. He estado cerca de la educación desde diferentes ángulos: como entrenador de niños y niñas durante más de 10 años, como mentor o incluso formándome como entrevistador en la empresa en la que trabajaba para estar más cerca de las personas que contratábamos. Ha habido muchas maneras en las que me he aproximado a la educación a lo largo de mi carrera.
Antes de venir a Nueva York y conseguir la beca de La Caixa, llevaba siete años trabajando en Madrid en una empresa donde me iba bastante bien. Sin embargo, cuanto mejor me iba, más me daba cuenta de que si no daba el salto hacia lo que realmente me apasionaba, como es la educación y la innovación social, sería más difícil hacerlo en el futuro. Así que decidí aprovechar la oportunidad, solicité la beca y tuve la suerte de que me la concedieran. Sentí que era el momento perfecto, con los recursos adecuados, para dedicarme plenamente a este campo.
De cara al futuro, creo que la combinación de mi experiencia de siete años trabajando en una multinacional, junto con el máster y los estudios previos, además de algunos proyectos de emprendimiento que he desarrollado de forma paralela, me dan un perfil interesante Estas habilidades, que a veces pueden faltar en ciertos ámbitos de la educación, me permiten enfrentar algunos de los grandes retos que existen en este sector.
¿Hacia dónde crees tú que va el futuro de la educación?
Creo que el futuro de la educación se dirige hacia una mayor rigidez, impulsada por la creciente necesidad de estandarizar y comparar. Vemos esto claramente en países como Estados Unidos, donde la competencia por acceder a las mejores universidades es feroz. He hablado con personas, especialmente de La Caixa, que me comentan que la calidad de la educación en algunas de estas universidades no difiere tanto de la que encontramos en España. Sin embargo, lo que marca la diferencia es el deseo de obtener ese título específico, de asistir a una universidad de prestigio, de obtener una acreditación particular.
Cada vez más, las universidades buscan a los mejores perfiles basándose en estándares globales. Para ello, recurren a métricas que les permitan medir y comparar a los estudiantes. No basta con las entrevistas; al final, muchas universidades se apoyan en resultados de pruebas como el GMAT/GRE o en otros test que les ayudan a clasificar a los candidatos en un ranking y, en función de eso, seleccionarlos.
Desde el punto de vista del currículum, se puede aportar diversidad y adaptarse, pero la estandarización está tomando un papel predominante en cuanto al valor que otorgamos a las notas, las acreditaciones y otros indicadores similares.»
[Con esta reflexión, Jon destaca los retos y oportunidades que plantea la globalización en el ámbito educativo, donde la competencia y la búsqueda de excelencia exigen cada vez más sistemas de medición que puedan comparar de manera uniforme a los estudiantes a nivel mundial.]
Has tenido la oportunidad de estudiar en diferentes países y en instituciones de renombre, como Columbia y Santa Clara University. ¿Cómo ha influido esta experiencia internacional en tu manera de ver los problemas sociales y posibles soluciones?
Estudiar en diferentes países y en instituciones como Columbia y Santa Clara University ha influido de forma muy profunda en mi manera de ver los problemas sociales y las posibles soluciones, casi de la misma manera que me ha impactado a nivel personal. Especialmente en Santa Clara University, fue como una chispa que me abrió los ojos. Venía de una trayectoria con el programa Akademia, que ya me había orientado en esa dirección, así que Santa Clara fue el siguiente paso que me ayudó a expandir los límites que tenía construidos con base en mi realidad y las experiencias que había vivido hasta ese momento. Desde el primer día en el campus, desde la Semana de Orientación, comencé a reconfigurar mi manera de pensar sobre lo que es posible y lo que está a mi alcance. Este proceso no solo ocurre a nivel personal, sino que también se traduce en lo que somos capaces de aportar en relación a los problemas y desafíos sociales a los que nos enfrentamos como sociedad. Es un camino muy potente.
Recuerdo una clase de liderazgo en Santa Clara donde el profesor se centraba en el liderazgo desde un conocimiento interno, en entender qué nos motiva y cómo eso se puede traducir en hacer el bien a los demás. Fue un proceso vital que me marcó profundamente. Estar en un entorno como el de California, rodeado de tanto emprendimiento y cambio, tuvo un impacto enorme en la confianza que adquirí en cuanto a lo que puedo aportar. En ese sentido, fue incluso más transformador que mi experiencia en Columbia.
En retrospectiva, fue una combinación de conocerme mejor a mí mismo y de estar en un lugar con recursos ilimitados, donde puedes reconfigurar lo que es posible en tu entorno. Es un cambio interno y externo. El campus, los edificios, la gente… todo era muy inspirador y tuvo un gran impacto en cómo veo y afronto los retos sociales hoy en día.
Como Teaching Assistant en un curso de Diseño para la Innovación Social, ¿cuál ha sido el mayor aprendizaje de apoyar a los estudiantes en la resolución de problemas sociales complejos?
Como Teaching Assistant en el curso de Diseño para la Innovación Social, el mayor aprendizaje ha sido entender la importancia de vivir con más preguntas que respuestas. En este curso, los estudiantes deben desarrollar un proyecto durante el semestre, pero al inicio no saben a dónde los llevará. Es fascinante ver cómo, siendo estudiantes top muy orientadas a objetivos, se enfrentan a la incertidumbre de no conocer el resultado final. Mi papel ha sido ayudarles en ese proceso, enseñándoles que no se trata solo de encontrar respuestas, sino de asegurarse de que están haciendo las preguntas correctas.
He aprendido mucho de Sarah Holloway, la profesora con la que trabajo, sobre cómo guiar a los estudiantes para que confíen en el proceso y sepan que, si se hacen las preguntas adecuadas, acabarán alcanzando una solución satisfactoria, aunque no puedan verla desde el principio. Este enfoque deriva del Design Thinking y lo aplicamos a retos reales, como los planteados por UNICEF, el Departamento de Educación de Nueva York o Five One Labs, una incubadora muy especial. Les damos un marco teórico y mini retos que les permiten avanzar paso a paso.
Sin duda, ha sido una experiencia enriquecedora tanto para ellos (espero) como para mí, ya que veo cómo evolucionan y se sienten más cómodos navegando en la incertidumbre, confiando en que las preguntas adecuadas los llevarán a buenos resultados.
Tienes más de 7 años de experiencia en empresas del sector privado, ¿cómo has combinado esta experiencia con tu interés por la innovación social?
El sector privado me ha proporcionado muchas habilidades valiosas que he visto cómo pueden aplicarse en el ámbito de la innovación social, un sector que me llena tanto a nivel personal como profesional. Las capacidades estratégicas, analíticas y de liderazgo que desarrollé trabajando en empresas privadas me han permitido abordar los desafíos sociales desde una perspectiva más estructurada y orientada a resultados. Esto me ha dado la confianza y las herramientas para moverme hacia proyectos que realmente me apasionan, donde puedo contribuir de manera más significativa a generar un impacto positivo en la sociedad.
Lideraste un esfuerzo de crowdfunding para crear una guardería en Tanzania. ¿Qué te motivó a llevar a cabo este proyecto y qué aprendizajes te dejó?
La idea surgió durante un programa de voluntariado de la Universidad de Deusto al que acudí con mi amigo Imanol. Nuestro objetivo inicial era enseñar Design for Change, una metodología de Design Thinking aplicada a la educación infantil, en un colegio de Tanzania. Allí conocimos a un sacerdote español que se sintió muy inspirado por nuestra forma de enseñar y nos propuso un reto real: ayudar a una mujer que cuidaba e intentaba educar a unos 70 niños en una estancia de apenas 15 o 20 metros cuadrados. Su petición fue clara: necesitaban más espacio y recursos para poder ofrecer una educación adecuada a esos niños.
Fue entonces cuando decidimos diseñar una campaña de crowdfunding. Queríamos que fuese algo más que una simple solicitud de donaciones. Creamos un concepto que conectaba con el valor del arte y el futuro de los niños. Los niños dibujaban y nosotros cruzábamos esos dibujos con reseñas de obras de grandes artistas, como Gustav Klimt, para transmitir la idea de que esos pequeños, si tenían acceso a la educación, podrían ser los artistas del mañana. La propuesta sencilla. Por 10€ la gente podría adquirir una «futura obra maestra». La campaña tuvo mucho éxito y conseguimos los fondos necesarios para construir una escuela donde esos niños ahora pueden aprender y desarrollarse.
Este proyecto me enseñó el poder del diseño centrado en las personas, de cómo una buena idea puede inspirar a otros a sumarse a una causa y, sobre todo, me dejó claro que cuando tienes una motivación real, como mejorar las condiciones de vida de otros, puedes lograr grandes cosas.
En paralelo con todo esto, eres cofundador de Enxalao, un restaurante en San Sebastián. ¿Cómo surgió la idea de este proyecto y qué lo hace único?
La idea de Enxalao surgió gracias a mi amigo Loren, que venía de estudiar empresariales y trabajar en una consultora. Se encontraba en un momento de su vida en el que se debatía entre hacer un máster o adquirir las habilidades y conocimientos que este tipo de formación ofrece, pero de una manera más práctica. Loren tenía muchas ganas de emprender y aprender, y eso nos llevó a plantearnos la idea de montar un negocio juntos.
Después de hacer un análisis del mercado, vimos que un restaurante de comida saludable era una opción con mucho sentido, tanto desde el punto de vista personal como comercial. Los dos buscábamos un sitio donde se pudiera comer sano, de manera rápida, a un precio asequible y en un local atractivo. Así que decidimos crear en San Sebastián el restaurante en el que a nosotros mismos nos gustaría comer.
Además, los números eran favorables y el modelo de negocio no resultaba excesivamente complicado. Así que nos lanzamos y abrimos el restaurante justo al comienzo de la pandemia de COVID-19, lo cual nos enseñó mucho en términos de adaptación y resiliencia. A día de hoy, el negocio va muy bien, y estamos orgullosos de haber creado algo que no solo nos apasiona, sino que también ha encontrado su lugar en la comunidad local.
Mirando al futuro, ¿cuáles son tus principales objetivos profesionales y cómo planeas seguir contribuyendo al cambio social y educativo?
Mirando al futuro, mi principal objetivo profesional es crear una organización que se dedique a la orientación educativa, específicamente para estudiantes desde la ESO hasta el final del bachillerato. El motivo es claro: en España, uno de cada cuatro estudiantes que comienza la universidad la abandona o cambia de carrera, un índice mucho más alto que en el resto de Europa. Este problema supone un enorme desperdicio de recursos públicos y, sobre todo, tiene un impacto negativo en los propios estudiantes, que a menudo no están lo suficientemente orientados o motivados al tomar decisiones sobre su futuro.
Mi visión es contribuir a la solución de este problema a través de un sistema de orientación robusto que permita a los estudiantes conocerse mejor a sí mismos, identificar sus habilidades, intereses y vocaciones, y, con esta base, tomar decisiones más acertadas sobre su trayectoria académica y profesional. Los estudios demuestran que cuando los jóvenes están bien orientados, no solo son más felices y disfrutan más de su educación, sino que también eligen carreras que se ajustan mejor a sus aspiraciones. Como resultado, tendrán más éxito en su vida profesional y personal, lo que también beneficia a la sociedad en su conjunto, ya que serán más productivos y contribuirán más al bienestar colectivo.
Sé que el reto es grande, porque implica diseñar un modelo que funcione en diversos contextos y para distintos tipos de alumnos. Sin embargo, creo firmemente que si conseguimos que más personas hagan lo que realmente quieren y se sientan más realizadas, será un gran avance para nuestra sociedad. Se trata, en esencia, de enseñar a los jóvenes a diseñar su propio futuro. No importa si su objetivo es estudiar medicina o abrir una peluquería, lo importante es que sepan qué pasos dar para llegar a donde desean llegar, y que disfruten del camino que eligen recorrer.
Para acabar, ¿qué consejo le darías a los estudiantes universitarios que están en los últimos cursos y buscan encontrar su camino profesional?
En línea con lo que hemos comentado, mi consejo sería que se esfuercen mucho por conocerse a sí mismos. Es fundamental descubrir cuáles son sus intereses y habilidades, y centrarse en eso más que en una empresa o sector específico en el que les gustaría trabajar. Lo importante es identificar qué es lo que realmente les motiva, cuál es su verdadera vocación. A partir de ahí, podrán empezar a trazar su camino profesional de una manera más auténtica y alineada con sus valores y pasiones.
¡Muchas gracias, Jon! ¡Y muchos éxitos!
Esta entrevista resalta la importancia de contar con líderes jóvenes y comprometidos, como Jon, en el desarrollo de soluciones innovadoras para los retos sociales y educativos del futuro.
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