Akademia
Joan Vieyra: del laboratorio a la startup que quiere revolucionar la prevención médica
Del aula al mundo real: así es como el programa Akademia cambia vidas. Joan Vieyra, ingeniero biomédico y alumni de la edición 2016-2017, nos abre las puertas de su trayectoria para contarnos cómo ha convertido su conocimiento científico en una empresa con propósito
En la Fundación Innovación Bankinter nos enorgullece seguir el recorrido de quienes han pasado por el programa Akademia y hoy impulsan el cambio desde sectores tan diversos como la alimentación, la energía o, en este caso, la salud.
Nuestro protagonista de hoy es Joan Vieyra, cofundador y CTO de Loop Diagnostics (Loop Dx), una startup biotecnológica con una misión crítica: detectar la sepsis de forma temprana para salvar vidas. La empresa ha desarrollado SeptiLoop, el primer test inmunológico in vitro que identifica la sepsis en menos de una hora desde la infección, con tres veces más sensibilidad que los métodos actuales y resultados diez veces más rápidos que las pruebas convencionales basadas en patógenos.
Esta tecnología pionera no busca identificar el patógeno causante, sino leer la respuesta inmunitaria del paciente. Lo hace gracias a un sistema de lectura portátil capaz de procesar células del sistema inmune directamente en el punto de atención sanitaria (point-of-care), y utilizando consumibles desechables. Todo ello con una promesa clara: permitir intervenciones médicas tempranas y precisas, antes de que la sepsis evolucione a una condición crítica.
Loop Dx ha conseguido ya financiación europea -incluido un préstamo de casi un millón de euros del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno de España. Una combinación potente de biotecnología, inteligencia artificial y ambición clínica que podría cambiar radicalmente el diagnóstico precoz de una de las causas de mortalidad hospitalaria más difíciles de tratar.
A continuación te resumimos la entrevista que hemos mantenido con Joan.
Del laboratorio a la startup: así nació Loop Diagnostics
La historia de Loop Diagnostics comienza con una necesidad clínica no resuelta. El origen está en la tesis doctoral del promotor de la idea y actual CEO, Enrique Hernández, inmunólogo especializado en enfermedades infecciosas. Durante su investigación sobre sepsis, Enrique detectó un vacío: los métodos actuales para diagnosticar esta condición crítica eran lentos, poco sensibles y llegaban demasiado tarde.
Con esa intuición, Enrique decidió explorar el camino del emprendimiento. Se apuntó a una versión reducida del programa Biodesign en Barcelona -inspirado en el mismo modelo de Stanford que cursó nuestro protagonista de hoy- y fue allí donde conoció a Eduard Guerrero, experto en industria farmacéutica, y más tarde, a Joan Vieyra, ingeniero biomédico, que tenía experiencia en desarrollo de producto. Juntos formaron el equipo fundador.
El proyecto comenzó como suele ocurrir en innovación de alto impacto: con pruebas de concepto, prototipos, conversaciones con médicos y validaciones preliminares. La falta de experiencia en negocio no fue una barrera insalvable. “Teníamos poca trayectoria empresarial, pero muchas ganas y muy buenos mentores”, cuenta Joan. “Y lo cierto es que en España hay programas institucionales muy sólidos que nos ayudaron desde el principio”.
Curiosamente, Joan señala un contraste importante: mientras en Estados Unidos es más fácil conectar con referentes del sector a nivel personal y de mentoría directa, en España el ecosistema institucional es más accesible y generoso con los proyectos que tienen verdadero potencial. “Allí te piden que seas la startup de moda. Aquí, si lo tuyo tiene sentido, hay muchas más puertas abiertas”, afirma.
Tres fundadores, tres perfiles, una visión común
Una de las claves en el crecimiento sostenido de Loop Diagnostics ha sido la claridad en la asignación de roles desde las primeras etapas del proyecto. Aunque los tres fundadores -Joan, Enrique y Edu- provienen de entornos técnicos, han sabido especializarse y estructurar sus responsabilidades para evitar el caos típico de los equipos pequeños donde todos hacen de todo.
“Al principio, cuando éramos cuatro, era inevitable que todo estuviera más mezclado. Pero en cuanto empezamos a crecer, vimos claro que necesitábamos compartimentalizar para que el equipo pudiera organizarse bien y avanzar sin fricciones”, explica Joan.
La asignación de roles entre los fundadores se basó en su experiencia previa:
- Enrique, inmunólogo y promotor de la idea, asumió el rol de CEO, liderando la visión y la relación con el entorno clínico.
- Joan, ingeniero biomédico con experiencia en desarrollo y fabricación, se encargó de la parte técnica como CTO.
- Edu, con bagaje en pharma y conocimientos legales y financieros, se responsabilizó de las operaciones y la estructura del proyecto.
Con el tiempo, los roles se han ido afinando gracias a la práctica y la formación específica en cada área. Esta estructura clara ha permitido al equipo ganar eficiencia y prepararse para escalar, con responsabilidades bien definidas y una visión compartida. En un sector tan complejo como el de la salud, esta organización es una ventaja competitiva.
Un equipo técnico con visión clínica (y ahora comercial)
Hoy, Loop Dx es una compañía multidisciplinar con un equipo compacto pero muy especializado. A los tres fundadores se suman perfiles técnicos en laboratorio, gestión de proyectos de I+D, y dos responsables clínicos que actúan como puente constante con profesionales sanitarios.
Además, cuentan con soporte en el área regulatoria, que ha sido fundamental para conseguir recientemente la aprobación de su tecnología. Este hito marca una nueva etapa: la transición de la fase de desarrollo a la fase de mercado.
“Ahora el foco es 100% comercial. Ventas y marketing”, explica Joan. Para ello, el equipo se encuentra actualmente en una ronda de financiación cuyo objetivo principal es reforzar la estructura comercial y lanzar SeptiLoop al mercado. “Estamos buscando incorporar un equipo de ventas para acelerar la llegada a hospitales y centros sanitarios. Hasta ahora esta parte la asumíamos entre el CEO y el COO, pero necesitamos escalar”.
Del prototipo al producto: la parte invisible del emprendimiento
Uno de los mayores aprendizajes de Joan Vieyra como CTO ha sido entender lo que ocurre después de que un producto funcione. “Una cosa es que funcione en laboratorio. Otra, muy distinta, es que esté listo para vender en hospitales”, resume.
Más allá del reto regulatorio, el salto al mercado exige construir un sistema completo: proveedores, fabricación, calidad, trazabilidad y escalabilidad. “Hay muchísimo más hueco del que habría imaginado”, admite.
Este paso, a menudo infravalorado, requiere estrategia operativa, visión técnica y mucha anticipación. “Si lo hubiera sabido antes, habría tomado algunas decisiones distintas”.
Una lección clave: en salud, la innovación no acaba cuando el producto funciona. Empieza cuando puede llegar al paciente con garantías.
Más allá de la innovación: el poder de las relaciones humanas
El programa Biodesign Innovation Fellowship de Stanford de Stanford marcó un antes y un después en la trayectoria de Joan Vieyra. Más allá del aprendizaje técnico, lo que más le transformó fue descubrir el peso de las relaciones personales en los negocios.
“En Estados Unidos, no se trata solo de cerrar acuerdos, sino de generar confianza real”, afirma. En Silicon Valley, encontró una cultura donde fundadores de startups multimillonarias se sientan contigo, te escuchan y te ofrecen mentoría sin esperar nada a cambio. “Te toman en serio desde el primer momento. Eso marca una diferencia brutal”.
Esa generosidad a la hora de compartir conocimiento contrasta con lo que ha vivido en España, donde hay menos modelos accesibles y el acompañamiento es más escaso. “Aquí cuesta más encontrar referentes que tengan tiempo para ayudar”.
Su paso por Stanford le dejó una lección clara: el capital relacional puede ser tan valioso como el tecnológico o el financiero. Cultivar relaciones basadas en la confianza es una inversión que siempre acaba dando frutos.
Innovar en salud es saber cuándo avanzar… y cuándo parar
Innovar en salud no es solo tener una idea brillante. Es tomar decisiones estratégicas en un entorno donde confluyen ciencia, negocio, tecnología y regulación. Para Joan Vieyra, uno de los retos más duros ha sido saber cuándo seguir y cuándo parar.
“Lo más difícil es decidir si sigues empujando o paras para replantear el camino”, explica. En desarrollos médicos, cambiar una parte del producto puede afectar al diseño regulatorio o al modelo de negocio. “Es una lucha mental: llevas meses avanzando y de pronto tienes que considerar retroceder”.
Estas decisiones, aparentemente tácticas, son profundamente estratégicas. En un sector tan exigente como el de la salud, retroceder no es fallar. A veces, es la única forma de preparar bien el siguiente salto.
La regulación no es un obstáculo: es parte del diseño estratégico
Para muchos emprendedores del sector salud, la validación regulatoria se percibe como una carga: una especie de peaje obligatorio en el camino hacia el mercado. Pero para Joan Vieyra, esa visión es un error que puede salir muy caro.
“La regulación no puede ser un apéndice del negocio, tiene que formar parte de la estrategia desde el día uno”, afirma. Y no lo dice desde la teoría, sino desde la experiencia: la de haber vivido en primera persona cómo un requisito mal interpretado o postergado puede obligarte a rehacer meses de trabajo, ralentizar el desarrollo o incluso poner en peligro la viabilidad del producto.
Su recomendación para quienes estén dando sus primeros pasos es clara: conocer en profundidad el marco regulatorio. No solo para cumplir la ley, sino para saber cómo alinear esos requerimientos con el diseño de producto, el modelo de negocio y los tiempos del equipo.
Joan insiste en que la normativa sanitaria -como los reglamentos europeos para dispositivos médicos- no son rígidos como una fórmula matemática. “Muchos de esos requisitos se pueden interpretar. Y si sabes cómo funcionan, puedes diseñar tu camino para cumplirlos sin desviarte de tu misión como empresa”.
La clave está en no ver la regulación como un freno, sino como una herramienta más de diseño estratégico. “Cumplir no es suficiente. Hay que cumplir bien, y de forma que te permita seguir avanzando con agilidad”.
En sectores altamente regulados como el biomédico, el enfoque de Joan es especialmente valioso: convertir lo obligatorio en ventaja competitiva.
Innovar en salud: cuando la seguridad siempre gana
En la carrera por innovar en el sector salud, la velocidad no lo es todo. De hecho, muchas veces no es ni siquiera un factor prioritario. Para Joan Vieyra, la balanza entre innovación y seguridad no se equilibra con creatividad o con talento técnico. Se equilibra con dinero.
“No hay mucho margen para buscar un término medio: la seguridad siempre gana”, afirma con rotundidad. Y es que, aunque constantemente surgen nuevos tratamientos, dispositivos y tecnologías disruptivas, el sistema es muy claro con sus prioridades. Si una innovación genera efectos adversos o pone en riesgo la salud de los pacientes, la reacción es inmediata y contundente: todo se detiene.
“El sistema se reestructura para que eso no vuelva a pasar. Y eso implica que muchas innovaciones se quedan por el camino. No porque no tengan valor, sino porque no hay margen para fallos”, explica.
Esta cultura del “riesgo cero”, propia de sectores altamente regulados como el sanitario, hace que cada avance deba acompañarse de un respaldo sólido: en validación clínica, en procesos de control y, sobre todo, en inversión. “La única forma de compensar esa exigencia es con más dinero, más tiempo de desarrollo y más recursos destinados a hacer las cosas bien”, añade Joan.
En su opinión, la innovación en salud no puede -ni debe- buscar atajos. Lo que necesita es un marco que entienda que la seguridad tiene un coste, y que asumirlo es la única forma de garantizar impacto sin poner en peligro lo esencial: la vida de los pacientes.
La salud del futuro será preventiva o no será
Hablar de innovación en salud en 2025 es, casi inevitablemente, hablar de inteligencia artificial. Joan Vieyra lo reconoce sin rodeos: “No quiero caer en el topicazo, pero es evidente. La IA está revolucionando todos los sectores, y el sanitario no es una excepción”. Aunque también matiza: hay más ruido que realidad en muchos casos, pero el potencial transformador es innegable. “Lo que ya puede hacer es espectacular. El problema es que el hype lo supera”.
Dicho eso, Joan prefiere enfocar su mirada en una tendencia menos mediática, pero mucho más estructural: la prevención. Y lo plantea con contundencia. “En los países de ingresos altos, entre el 17 y el 30% del PIB se destina a sanidad. Es una barbaridad. No podemos permitirnos seguir invirtiendo solo en tratar enfermedades. Tenemos que evitar que aparezcan”.
Según él, las grandes disrupciones en los próximos años no vendrán tanto de nuevos tratamientos -por muy prometedores que sean en oncología, cardiología o neurodegeneración-, sino de aquellas tecnologías que consigan retrasar, reducir o incluso eliminar la necesidad de tratamiento.
Y eso implica apostar por:
- Sistemas de diagnóstico precoz y accesibles,
- Tecnologías de monitorización continua,
- Herramientas para fomentar hábitos saludables con impacto medible,
- Y modelos de atención que permitan intervenir antes de que la enfermedad sea un problema clínico.
“Si una tecnología consigue que vivas más años sin enfermar, tiene mucho más valor que un nuevo fármaco que llega tarde”, afirma Joan. Su visión es clara: la próxima ola de innovación en salud será la que consiga alinear tecnología, ciencia y sostenibilidad del sistema.
Loop Diagnostics encaja de lleno en esa visión. Su solución no cura la sepsis, pero la detecta antes de que sea demasiado tarde. Y eso, en el nuevo paradigma de la salud, puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
La autenticidad como valor diferencial
En un ecosistema tan competitivo como el de la innovación en salud -donde se cruzan ciencia, negocio, regulación y tecnología-, es fácil pensar que sobresalen quienes tienen habilidades excepcionales o conexiones privilegiadas. Pero Joan Vieyra ofrece una visión distinta, mucho más honesta y cercana.
“No creo tener ninguna habilidad extraordinaria. Más bien he tenido suerte de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado”, dice con humildad. Pero si hay algo que sí reconoce como una constante en su trayectoria, es su coherencia personal.
“Siempre he sido muy riguroso con mis valores. Todas mis decisiones están guiadas por eso: por lo que creo, por lo que soy, y por lo que no estoy dispuesto a ceder”, explica. Esa autenticidad, lejos de ser un obstáculo, ha sido una herramienta poderosa en entornos como Silicon Valley o el ecosistema europeo de innovación, donde la competencia es feroz y las relaciones personales son clave.
“Quizá no me ha dado una ventaja directa, pero sí me ha permitido dejar huella. No sé si esa es la palabra exacta, pero al menos me ha ayudado a establecer relaciones reales y duraderas”, reflexiona.
En un mundo que a menudo premia la velocidad, la exposición y el discurso fácil, Joan apuesta por algo distinto: la solidez personal como base del liderazgo. Y eso, en un sector donde la confianza y el impacto van de la mano, puede marcar más diferencia que cualquier pitch perfecto.
Akademia: el origen de una mentalidad innovadora
Para Joan Vieyra, el punto de partida de todo lo que vino después tiene un nombre: Akademia. El programa de la Fundación Innovación Bankinter fue su primer contacto real con el mundo de la innovación. Antes de eso, confiesa, no tenía una visión completa de lo que significaba emprender en tecnología.
“Yo pensaba que el innovador era un investigador encerrado en su laboratorio, descubriendo cosas increíbles que se quedaban ahí”, recuerda. Lo que le reveló Akademia fue que la innovación no termina en la universidad. “Me abrió los ojos al hecho de que tiene que haber un paso más. Que hay que pensar en el modelo de negocio, en cómo llevar esa tecnología a la sociedad”.
Akademia no solo le proporcionó conocimientos sobre tecnologías emergentes y modelos de innovación, sino que le hizo replantearse el rol del científico y del ingeniero en la sociedad. La figura del inventor aislado quedó atrás. En su lugar, Joan empezó a entender la importancia de integrar ciencia, negocio e impacto desde el minuto uno.
Para quienes están terminando la universidad y se preguntan por dónde empezar en el mundo de la innovación, Joan Vieyra lo tiene claro: Akademia es el lugar adecuado para dar el primer paso.
“Vivimos en una época en la que las tecnologías cambian cada dos años. Si te despistas seis meses, ya estás desactualizado”, bromea. En ese contexto, comprender cómo funciona la innovación no es opcional: es una necesidad para cualquier carrera con ambición de futuro.
Y ahí es donde Akademia marca la diferencia. “Es la mejor manera de iniciarse en este campo. Te permite entender qué es realmente la innovación, cómo funciona, y cómo puedes formar parte de ella”. Para Joan, no se trata solo de adquirir conocimientos técnicos, sino de abrir la mente, conectar con personas inquietas y descubrir nuevas formas de pensar el mundo profesional.
En su caso, Akademia fue el inicio de un camino que le ha llevado a crear una startup biomédica con potencial de salvar miles de vidas.
¡Muchas gracias, Joan! ¡Y muchos éxitos!
Si quieres conocer los testimonios de otros alumni de Akademia, aquí puedes verlos.
Y si quieres saber más sobre el programa Akademia, te invitamos a visitar la web de la Fundación.