Emprendimiento
Salvador Mas, el emprendedor en serie que está reinventando el asesoramiento financiero con IA
Salvador Mas, pionero del fintech en España, lidera ahora GPTadvisor, una startup que no promete magia con la IA generativa… pero sí resultados reales. En esta conversación nos desvela cómo la inteligencia artificial puede mejorar la banca sin perder el control humano
La iniciativa “Café con emprendedores” de la Fundación Innovación Bankinter te acerca a referentes del ecosistema emprendedor español para conocer de primera mano sus trayectorias, aprendizajes y visión sobre el futuro.
Nuestro último café lo hemos tomado con Salvador Mas, emprendedor en serie y CEO de GPTadvisor, una startup que está revolucionando el asesoramiento financiero con inteligencia artificial generativa. En su conversación con José Carlos Huerta, Director del Programa Startups de la Fundación, Salvador comparte su recorrido, su visión sobre la evolución del sector y cómo la tecnología está marcando un antes y un después en la relación entre cliente y entidad financiera.
Desde sus inicios en una oficina bancaria hasta la creación de plataformas como Invertia, Openfinance o Finametrix -adquirida por Allfunds en 2018-, Salvador ha sido protagonista de la transformación digital en la banca. Hoy lidera GPTadvisor, una wealthtech que aplica IA generativa para mejorar la productividad de los asesores financieros, reducir cargas burocráticas y personalizar la experiencia del cliente.
Una conversación imprescindible para entender hacia dónde va la banca del futuro y cómo la tecnología puede generar un impacto real, sin perder de vista la regulación, la trazabilidad y la confianza.
Puedes ver la entrevista completa aquí:
Café con Salvador Mas
De becario en La Caixa a pionero digital
Salvador Mas empezó su carrera como tantos otros: con un contrato precario de becario en una oficina de La Caixa en Valencia. Su puesto era de cajero, pero su curiosidad iba mucho más allá del mostrador. Aprovechaba las tardes -cuando la oficina cerraba- para dedicarse a proyectos personales con amigos de la universidad. Lo que entonces eran “side projects”, hoy podríamos llamarlo emprendimiento temprano.
Uno de esos proyectos fue clave. En plena era pre-Google, cuando tener conexión a internet en el trabajo era casi un lujo, Salvador empezó a trastear con contenidos online. De ahí nació su vínculo con el mundo digital, que más adelante lo llevaría a cofundar Invertia, uno de los primeros grandes portales financieros en España.
“Tuve suerte”, dice, pero en realidad fue visión. Supo detectar oportunidades donde otros solo veían rutina y convirtió un hobby en su carrera profesional.
GPTadvisor: la IA que libera tiempo y multiplica valor
Tras años creando y liderando proyectos en el mundo fintech, Salvador Mas lanza en 2023 GPTadvisor, una plataforma nacida al calor de la explosión de ChatGPT. “Antes casi nadie sabía qué era la IA generativa. Hoy hay más de 800 millones de usuarios”, apunta. Y ese salto tecnológico abre una oportunidad única para transformar industrias enteras, como la financiera.
¿El gran cuello de botella? El tiempo que los asesores financieros dedican a tareas poco productivas. En muchos casos, más del 70 % de su jornada se va en burocracia, compliance, papeleo y preparación de propuestas. “Es un trabajo muy manual y artesanal todavía”, señala Salvador.
Ahí entra GPTadvisor. La plataforma utiliza IA generativa para automatizar esos procesos y permitir al asesor centrarse en lo que de verdad aporta valor: el trato con el cliente. Desde la elaboración de carteras hasta la planificación financiera personalizada, la tecnología actúa como un copiloto que mejora la productividad y eleva la calidad del servicio.
“La IA generativa no solo permite hacer más en menos tiempo. También lo hace mejor”, resume.
IA sin humo: por qué GPTadvisor no “alucina”
En plena fiebre por la IA generativa, muchas startups se lanzan al mercado con promesas grandilocuentes y soluciones poco viables. Pero en un sector como el financiero, la tolerancia al error es cero. Salvador Mas lo tiene claro: “Aquí no puedes permitirte que un modelo le diga a un cliente que tiene un dinero que no tiene, o que se invente la rentabilidad de una cartera. Eso no es innovación, es un riesgo inaceptable”.
La gran diferencia de GPTadvisor frente a otras propuestas es su enfoque radicalmente realista y trazable. La startup ha nacido directamente en contacto con entidades financieras, desarrollando sus herramientas junto a clientes reales. Esa cercanía con el sector les permite entender bien las limitaciones regulatorias y adaptar la tecnología a lo que de verdad se necesita.
En GPTadvisor, la IA generativa no se usa para hacer predicciones ni recomendaciones automáticas. “Usamos el modelo de lenguaje para mejorar la comunicación entre el asesor y el cliente, pero todo lo que impacta directamente en decisiones pasa por sistemas deterministas, perfectamente auditables y alineados con los manuales de compliance”, explica Salvador.
La clave está en saber dónde sí y dónde no aplicar la IA generativa. Y, sobre todo, entender que la verdadera disrupción no está en hacerlo todo con algoritmos, sino en integrar lo mejor de cada tecnología sin perder el control.
Regulación, sandbox y el reto de innovar desde Europa
La innovación en inteligencia artificial choca de frente con uno de los grandes muros del sector financiero: la regulación. Y en este punto, Salvador Mas no se anda con rodeos. “La regulación general de IA en Europa es un disparate”, afirma. Para los que desarrollan tecnología en este campo, muchas veces es más fácil irse a EE. UU. o trabajar con VPNs que intentar probar cosas aquí.
Pero GPTadvisor no está huyendo del sistema. Al contrario, se ha metido de lleno en él. Colabora activamente con la CNMV en España y con la FSA en Reino Unido dentro de sendos sandboxes, entornos de pruebas controladas por los reguladores donde se testea la tecnología en condiciones reales.
El objetivo: demostrar que la IA generativa puede convivir con las exigencias legales del asesoramiento financiero. Y también aprender qué se puede (y no se puede) hacer. GPTadvisor ha probado modelos genéricos como ChatGPT o Perplexity y ha documentado cómo pueden “alucinar” datos tan sensibles como nombres de fondos o códigos ISIN inventados pero creíbles. Eso, en este sector, es directamente inaceptable.
La clave está en el control: de fuentes, de procesos, de datos. Nada de conectar un copiloto a internet y esperar que funcione. Todo debe ser trazable, fiable y validado. Solo así es posible garantizar que la tecnología cumple y aporta valor real.
Pero no todo es limitación. Salvador destaca un beneficio que sí entusiasma a los reguladores: la inclusión financiera. Gracias al poder lingüístico de los modelos LLM, ahora es posible traducir conceptos complejos en explicaciones simples. “Puedes pedirle que te lo explique como si tuvieras diez años, y lo hace”, dice. Esa capacidad de adaptación puede abrir las puertas del asesoramiento a miles de personas que, hasta ahora, quedaban fuera por falta de conocimiento técnico.
Una idea clara desde el inicio
A diferencia de muchas startups que pivotan varias veces antes de encontrar su camino, GPTadvisor ha mantenido el rumbo. Desde su fundación en 2023, la visión ha sido clara: una plataforma B2B centrada en ayudar a entidades financieras a integrar IA generativa de forma segura y efectiva. “La idea más o menos se está cumpliendo”, explica Salvador Mas. “Llevamos solo dos años, pero no hemos tenido que cambiarla demasiado”.
¿Tentaciones de ir al mercado B2C? Algunas, claro. Pero con la experiencia que da una larga trayectoria en el sector, Salvador lo tiene claro: hacer fintech B2C en España es muy difícil. Y GPTadvisor ha apostado desde el principio por un enfoque empresarial sólido, con entidades como clientes, no usuarios individuales.
Lo que sí ha habido son ajustes estratégicos: decidir si entrar directamente en ciertos mercados, priorizar asesores independientes frente a grandes entidades, o corregir el rumbo en países que no han respondido como se esperaba. “Hay cosas que no salen bien y hay que corregir”, admite. Pero el modelo de base sigue siendo el mismo: usar la IA para mejorar el trabajo de quienes asesoran a otros sobre su dinero.
¿Internacionalizar? Sí, pero con los pies en la tierra
Expandirse fuera de España es el sueño -y a menudo la trampa- de muchas startups. Salvador Mas lo sabe bien. Desde GPTadvisor han apostado por abrir mercado fuera, pero con una visión clara: no se trata de irse por glamour, sino por solidez.
Uno de los focos principales ha sido Reino Unido, donde han hecho un gran esfuerzo por entrar en el ecosistema londinense. “Pero la realidad es que no estamos teniendo mucho éxito para el esfuerzo que nos está suponiendo”, reconoce. Aun así, no tiran la toalla: saben que Londres sigue siendo un mercado clave.
Donde sí están viendo resultados concretos es en Latinoamérica, con proyectos en marcha en México, Colombia y Uruguay, y oportunidades abiertas en Chile. En particular, destaca la colaboración con una gran entidad con red de agentes en toda la región. “Latinoamérica nos funciona bien”, resume Salvador.
¿Y Estados Unidos? Está en el radar. En noviembre, el equipo viajará a San Francisco para una primera misión exploratoria. Saben que el mercado americano exige alianzas fuertes -sobre todo para la distribución- y tienen claro que no basta con visitas puntuales para generar tracción real.
Su enfoque es prudente pero ambicioso: “Soy partidario de internacionalizar cuando tienes el mercado local más o menos bien atado, cuando ya has hecho el 60 o 80 % de lo que puedes hacer aquí”. Y lanza una advertencia a los emprendedores más jóvenes: “Creer que vas 15 días a EE. UU. y vas a volver con clientes no funciona”.
El software ya no es una barrera (y eso lo cambia todo)
Uno de los efectos más profundos de la inteligencia artificial -y del que se habla menos- es la disrupción silenciosa del desarrollo de software. Para Salvador Mas, esto ya no es el futuro: es el presente. “Lo que antes requería tres años y un equipo de 100 desarrolladores, ahora puedes hacerlo en semanas con tres personas… o incluso solo”.
Como empresa con la IA en su núcleo, en GPTadvisor están viendo esta transformación en tiempo real. Herramientas como Copilot o entornos no code como Lovable están rebajando radicalmente la barrera de entrada tecnológica. “Lo que antes era una maqueta, hoy ya es un producto viable. Y dentro de un año será aún mejor”, afirma Salvador.
Esto abre una nueva era para el emprendimiento: startups unipersonales capaces de construir productos potentes y escalables. Incluso Sam Altman, CEO de OpenAI, ha anticipado la llegada de empresas de un solo fundador con valoraciones de mil millones de dólares. Salvador lo ve claro: “Eso va a pasar, seguro”.
La IA no solo acelera el desarrollo: también piensa distinto. A veces encuentra caminos más eficientes que los de un desarrollador humano. “No sigue nuestra lógica. Prueba mil opciones, descarta 999, y se queda con una solución que a ti no se te habría ocurrido”.
Para Salvador, este escenario no es una amenaza, es una gran oportunidad: “Como persona de negocio, me encanta. Ahora puedo construir funcionalidades que antes ni me planteaba. Y si un banco me pidiera algo ad hoc, a veces hasta me planteo empezar de cero con IA antes que adaptar mi propio software”.
El elefante en la habitación: el legacy que nadie quiere tocar
En el mundo de la banca tradicional, todos saben que el software heredado -el famoso legacy- es un problema. Sistemas antiguos, pesados, difíciles de mantener y aún más difíciles de modernizar. Pero según Salvador Mas, más que un obstáculo técnico, el legacy se ha convertido en una excusa.
“Lo que no entiendo”, dice, “es por qué un banco, con todos sus recursos, no empieza a construir uno nuevo desde cero. Sin prisa. Con IA. Y cuando ese banco nuevo ya lo hace todo, apagas el viejo y fuera”. Es una propuesta radical, pero no descabellada: ¿por qué seguir invirtiendo millones en mantener sistemas obsoletos, cuando podrías crear un gemelo moderno, ligero y eficiente?
El caso de Revolut sale como ejemplo. “Es una empresa de software, no de finanzas. Su producto es súper ligero. ¿Por qué no monta cada banco su propio Revolut?”, se pregunta Salvador. Y la respuesta parece ser más cultural que técnica. Porque al final, los bancos no pueden detenerse: tienen que seguir operando, seguir cumpliendo con la regulación, seguir atendiendo clientes. Pero esa necesidad de continuidad se convierte en una barrera mental para innovar de verdad. Y mientras tanto, el legacy sigue creciendo… y las oportunidades se escapan.
GPTadvisor representa justo lo contrario: empezar con una hoja en blanco, con tecnología de vanguardia y sin lastres del pasado. “Hoy se puede hacer. La IA lo permite. Lo que falta es la decisión de hacerlo”, sentencia Salvador.
Cuando las fintech aprietan, los bancos abren la puerta
La conversación sobre legacy lleva inevitablemente a una pregunta clave: ¿están los bancos reaccionando a tiempo ante la presión de las fintech B2C? Salvador Mas cree que sí, al menos en parte. “Están intentando mantenerse competitivos como pueden”, apunta.
Startups como Revolut, Trade Republic, Wise o Nubank están erosionando, una a una, las líneas de negocio más rentables de la banca tradicional: pagos, inversión, transferencias… y lo hacen con una propuesta ágil, digital, y sin arrastrar la pesada mochila del pasado.
Eso está llevando a muchas entidades a buscar aliados en el ecosistema fintech B2B, como GPTadvisor. “No están creando bancos nativos en IA generativa, pero sí están incorporando tecnología para no perder pie”, explica Salvador. Por ejemplo, adoptan cripto cuando la regulación lo permite, o buscan mejorar la experiencia de cliente con IA conversacional sin perder el control del asesoramiento.
El avance de estas fintech no es uniforme: en mercados poco bancarizados como Latinoamérica, el impacto es mayor. “Ahí los márgenes son altos, y cuando llega Revolut a México o Brasil —donde Nubank ya es enorme— los grandes bancos como BBVA o Santander tienen que hacérselo mirar”, señala.
En este escenario, la colaboración entre banca tradicional y startups tecnológicas ya no es opcional, es estratégica. Porque si los bancos no evolucionan con la tecnología, la tecnología evolucionará sin ellos.
Entrar en los grandes bancos: menos PowerPoint, más producto
Cerrar acuerdos con entidades como Santander, CASER, ABANCA o Bankinter no es habitual para una startup joven. Los procesos de compra en banca suelen ser lentos, exigentes y plagados de validaciones. Pero GPTadvisor ha roto ese patrón. ¿La clave? Según Salvador Mas, ir con una solución real, no con promesas en PowerPoint.
Mientras muchas consultoras aún venden la IA generativa con discursos teóricos, GPTadvisor pone el producto en manos del cliente en un solo día. Sin integraciones complejas. Con fondos, acciones y productos precargados. Y listo para probar. “No hablamos de IA, dejamos que la prueben”, resume Salvador. “Y eso cambia la conversación por completo”.
Este enfoque práctico ha sido esencial para entrar en grandes corporaciones. La IA generativa se presta a eso: a testear, experimentar y aprender haciendo. De ahí que muchas entidades empiecen con una prueba de concepto, y si funciona, escalen a producción.
El caso de Bankinter, por ejemplo, es especialmente representativo. GPTadvisor ha desarrollado una versión personalizada llamada Dahlia, ya en uso en el banco. Una herramienta que permite búsquedas complejas sobre fondos y acciones, facilitando el trabajo de asesores y analistas. “Lo que estáis viendo es solo el principio”, asegura Salvador. Pero también pone en valor algo fundamental: la implicación del cliente. “Cuando el equipo interno se lo pone al hombro, el proyecto funciona”, afirma, destacando el trabajo conjunto con equipos clave de Bankinter como los de Banca Privada o Tecnología.
Además, GPTadvisor mantiene una posición agnóstica respecto a los modelos: trabajan con OpenAI, Anthropic, Perplexity, y adaptan la tecnología según la necesidad de cada entidad. Más flexibilidad, más velocidad, más valor tangible desde el minuto uno.
El asesor del futuro: ¿humano, agente… o ambos?
Con la irrupción de la IA generativa, surge una pregunta inevitable: ¿seguirá siendo necesario el asesor financiero humano? Para Salvador Mas, la respuesta es clara: sí, al menos durante una buena temporada.
Aunque el concepto de agentic AI (agentes autónomos) suena con fuerza en el sector tech, Salvador lo pone en perspectiva: “En finanzas, no vamos a delegar decisiones importantes a una máquina en el corto plazo. Ni el cliente final está preparado para eso, ni el asesor tampoco”. Cree que los agentes conversacionales serán asistentes -no sustitutos- de asesores y clientes.
Eso sí, a medio plazo, el escenario cambia. Sobre todo cuando entra en juego la nueva generación de usuarios. “Mi hijo de 14 años fue el primero en casa en usar ChatGPT. Ellos ya no buscan a un humano para resolver dudas”, afirma. Y tiene lógica: estudios recientes muestran que los jóvenes prefieren evitar interacciones humanas innecesarias. Ni llamadas, ni reuniones: un mensaje bien formulado y una respuesta rápida es todo lo que quieren.
Ahí es donde Salvador ve una gran oportunidad para la banca: desarrollar agentes conversacionales 100 % digitales, pensados desde cero para este nuevo tipo de usuario. “No vale adaptar lo de siempre. Hay que diseñar un ‘ChatGPT de banca’ para el cliente que será mi hijo. Si no lo hacemos, perdemos la oportunidad”.
OpenAI, el cerebro que todos acabaremos alquilando
Hablar del futuro del asesoramiento financiero es, inevitablemente, hablar de OpenAI. La ambición de Sam Altman y su equipo va mucho más allá de los asistentes conversacionales: buscan convertirse en la infraestructura cognitiva sobre la que se construyen productos en todos los sectores, incluido el financiero.
GPTadvisor sigue con atención cada uno de sus movimientos. “OpenAI va a por los clientes de todos los bancos”, afirma Salvador Mas. Y no es una exageración: recientemente, la compañía adquirió un roboadvisor, moviéndose de forma clara hacia el terreno del asesoramiento automatizado. Eso sí, apunta Salvador, “van a por la parte valiosa: la relación, la recomendación. La parte transaccional se la dejarán a los bancos”.
La estrategia recuerda a los inicios de Google: tecnología brillante, grandes ideales (“Don’t be evil”)… hasta que llegó la presión del mercado y entraron en el juego de la publicidad. OpenAI todavía no ha llegado a ese punto. Hoy opera sin la urgencia de generar beneficios inmediatos, financiada por una ola de capital y entusiasmo casi místico. “Sam Altman desprecia el modelo publicitario de Google. Cree que prostituye la experiencia del usuario”, dice Salvador.
Pero incluso una empresa como OpenAI no puede ignorar para siempre las leyes del capitalismo. “Está quemando dinero a un ritmo brutal. Aún no sabemos cuánto aguantará”, añade. Aunque bromea con que “ya desarrollarán una IA que les diga cómo ganar dinero”, lo cierto es que el modelo está en tensión: entre la revolución tecnológica y la necesidad de sostenibilidad económica.
¿Se convertirá OpenAI en el asesor financiero global? ¿Será un socio invisible dentro de cada banco o una amenaza directa? Sea cual sea la respuesta, una cosa está clara: es la empresa que hay que observar.
¿Otra burbuja tecnológica… o el inicio de algo más profundo?
Salvador Mas vivió de lleno la burbuja de las puntocom. Estaba en Invertia cuando el Nasdaq se desplomó en 2000 y sabe reconocer los síntomas. Por eso no duda: “Sí, hay una burbuja en la IA. Como la hubo en internet. Pero eso no significa que no estemos ante una revolución real”.
Igual que con internet, ahora estamos viendo valoraciones infladas, hype descontrolado y promesas exageradas. Pero también, como entonces, hay una transformación profunda en marcha. “Internet fue una revolución social. La IA generativa puede ser aún mayor. Está cambiando cómo trabajamos, cómo nos relacionamos y cómo entendemos la inteligencia misma”, afirma.
El impacto va mucho más allá del asesoramiento financiero. Afecta a todos los sectores. A todas las personas. Y a la propia estructura del trabajo. “Nos enfrentamos a una realidad en la que millones de empleos -informativos, físicos, técnicos- pueden desaparecer o transformarse radicalmente en pocos años”, advierte Salvador.
¿Estamos preparados? Probablemente no. De ahí que haga falta, según él, un nuevo contrato social. Empezar a debatir -en serio- cuestiones como la renta básica universal, el reparto de riqueza en una economía dominada por la automatización, y cómo gestionar una desigualdad creciente que ya no es solo económica, sino estructural.
“Hay libros, hay distopías… depende de cuál leas, puedes pensar que el futuro será mejor o mucho peor. Pero lo que está claro es que será muy distinto”, concluye.
¿Y después del trabajo, qué?
Más allá de los retos técnicos, económicos o regulatorios, la gran pregunta que plantea la inteligencia artificial es profundamente humana: ¿qué pasa cuando ya no necesitamos trabajar? No porque nos lo impidan, sino porque las máquinas lo hacen todo mejor, más rápido y más barato. Salvador Mas lo tiene claro: la disrupción real no es laboral, es existencial.
“Todo nuestro sistema educativo está diseñado para prepararnos para trabajar. Nuestra identidad está ligada al trabajo. Nuestra autoestima, muchas veces, también”, reflexiona. Por eso, aunque una renta básica universal pudiera resolver la supervivencia material, quedaría pendiente la gran incógnita: el propósito.
¿Qué haremos con nuestro tiempo? ¿Cómo nos realizaremos si no es a través del trabajo? Para Salvador, la respuesta pasa por una reprogramación cultural profunda, una nueva forma de educar y de construir identidad. “Tendremos que aprender a realizarnos con otras cosas”, señala. Pero no será fácil.
Y lanza una referencia inquietante: La máquina del tiempo de H.G. Wells. En ese futuro sin esfuerzo, sin trabajo, sin necesidad, la humanidad se vuelve pasiva y pierde su inteligencia. Un escenario que, según algunos estudios, no está tan lejos de la realidad: “Desde 2006, se dice que está bajando el cociente intelectual medio”, apunta Salvador. ¿Coincidencia? Tal vez no.
La IA no solo compite con nosotros en productividad. Compite en pensamiento. Y eso obliga a replantearlo todo. “Hasta ahora pensábamos que lo distintivo de los humanos era que pensábamos. Pero ahora hay cosas que piensan mejor que nosotros. Entonces, si queremos seguir sintiéndonos distintos, tiene que haber algo más”, plantea.
¿Ese “algo más” será espiritual, creativo, comunitario? Nadie lo sabe. Lo que sí parece claro es que estamos ante un momento de cambio profundo. Una especie de fase monolito, como en 2001: Odisea en el espacio. La IA es ese monolito que nos obliga a evolucionar… o a repensarnos desde cero.
Emprender como antídoto al miedo
Salvador Mas no se considera un emprendedor especialmente creativo. Simplemente alguien que ve problemas desde dentro y decide resolverlos. “He trabajado en banca, me gustan las finanzas, las matemáticas, la tecnología… y siempre que he detectado un fallo en el sistema, me he lanzado a solucionarlo. Desde una startup, muchas veces, es más fácil hacerlo que desde dentro de una corporación”.
Así nació Invertia. Luego Openfinance. Más tarde Finametrix. Y hoy, GPTadvisor.
Pero hay algo que distingue su trayectoria: una aversión al riesgo sorprendentemente baja, en un país donde el miedo a perder pesa más que la posibilidad de ganar. “No sé si estoy mal hecho o si los demás están demasiado asustados, pero lo que veo es que hay un exceso brutal de aversión al riesgo”.
Esa actitud conservadora tiene consecuencias. En 2024, más del 60 % del ahorro financiero de los españoles sigue aparcado en depósitos y fondos ultra conservadores. Productos que, lejos de proteger, están provocando una pérdida sostenida de poder adquisitivo. “Las monedas fiat no valen nada. El dinero parado se devalúa. Vivir sin riesgo es lo más arriesgado que hay”, afirma.
Y lo más grave, añade, es que ni el sistema educativo ni el regulador están corrigiendo este sesgo. “Los test de idoneidad que marca MIFID te preguntan si quieres ser conservador, moderado o agresivo… pero no te dicen que ser ‘conservador’ hoy es una garantía de perder dinero”.
Para él, emprender ha sido una forma de romper con esa mentalidad. De tomar decisiones, asumir riesgos y tratar de generar impacto real. “Esto es mi oficio”, dice con naturalidad. Un oficio que ha escogido como respuesta a un sistema que muchas veces parece diseñado para no hacer nada. Para quedarse quieto. Para perder sin ruido.
Fracasar sin morir en el intento
Aunque su trayectoria parece jalonada de éxitos, Salvador Mas tiene claro que emprender es una carrera de fondo… y de fracasos. “La vida del éxito está llena de fracasos. Lo importante es que no te maten”.
A lo largo de los años ha probado ideas que no han cuajado —-omo una red social financiera llamada Inbock que llegó a tener 15.000 usuarios- y ha vivido frustraciones internacionales, como su intento de expansión en Londres con GPTadvisor. “Fracaso. Me pasé meses allí y no conseguimos los clientes que esperábamos. Pero al menos no nos arruinamos”.
Su receta para sobrevivir como emprendedor es clara: no endeudarse, no levantar rondas millonarias a la ligera, y mantener la empresa lo más cerca posible del break even. “A mí no me da envidia el que levanta 3 millones. Ese dinero no te lo dan a ti, te lo dan para correr, y encima te meten prisa”.
Frente al relato de “crecer o morir” que a menudo domina el ecosistema emprendedor, Salvador defiende un enfoque más prudente: crecer con control, con margen de maniobra y sin cargas que te hundan si algo sale mal. Y aún así, reconoce que el azar también juega su parte. “Hay proyectos que explotan porque el timing les favorece: una regulación nueva, una necesidad que no estaba ahí hace un año… pero si sigues en la carrera, ya tendrás tu momento”.
Un enfoque que él mismo define como conservador. “Yo no soy de los que arriesgan sin red. Intento fracasar sin que me cueste la vida”.
¿Y dentro de cinco años?
¿Dónde estará GPTadvisor en 2030? Salvador Mas responde con honestidad: “No tengo ni idea. Ni siquiera sé dónde estaremos dentro de cinco meses”. Aun así, hay algunas señales claras que apuntan al camino.
Por un lado, la adopción por parte de entidades financieras está creciendo y, con ello, también su interés por participar en el capital de GPTadvisor, con el objetivo de asegurar el control y continuidad de una tecnología que consideran estratégica. Por ahora, Salvador ha preferido mantener la independencia, pero no descarta que en el futuro surjan alianzas más profundas con unas pocas entidades clave.
Por otro lado, ve venir un cambio estructural en el modelo de negocio que ha dominado la industria tecnológica en la última década. “El SaaS B2B está herido de muerte. Si el software se va a poder hacer con mucha más facilidad gracias a la IA, el modelo tradicional de licencia pierde sentido. Las empresas van a tener que evolucionar hacia un modelo más enfocado a negocio, más a medida, más ágil”.
Un futuro incierto pero apasionante, en el que la inteligencia artificial cambiará el modo de trabajar, construir tecnología… e incluso relacionarse con ella. “Va a ser tan grande como Internet o más”, asegura. “Va a ser muy bonito”.
Consejos sin rodeos: el valor del ownership
A modo de despedida, Salvador Mas lanza un consejo que dista mucho de los mantras más comunes del mundo startup. “No soy muy bueno dando consejos”, bromea. Pero lo cierto es que su mensaje es claro: cuestiona el modelo de emprendedor que te han enseñado.
En lugar de obsesionarse con levantar rondas de financiación como fin en sí mismo, Salvador recomienda valorar el “ownership”: ser dueño real de tu proyecto. “Levantar dinero no es un regalo, es una responsabilidad. A veces es un regalo envenenado”, advierte. La clave está en aprender a hacer más con menos, ser bueno en muchas cosas, construir con tus propios medios y mantener el control de lo que creas.
En un contexto donde las barreras tecnológicas han bajado, especialmente con la irrupción de la inteligencia artificial, el mensaje es contundente: no te aceleres, construye con criterio y apuesta por la independencia.
¿Interesado en el emprendimiento y en trayectorias inspiradoras? el próximo día 6 de noviembre contaremos en Café con Emprendedores con Ezequiel Sánchez, el presidente ejecutivo de PLD Space, la empresa que ha logrado lanzar el primer cohete privado español y que compite por un lugar entre gigantes como SpaceX, Blue Origin y los principales actores europeos del sector.¡Apúntate ya!