Resumen generado por IA
El avance de la tecnología blockchain está impulsando una reducción significativa del uso del dinero en efectivo, restringiéndolo a unas pocas monedas y billetes pequeños, mientras que los smartphones se convierten en la principal herramienta para realizar pagos. En países del norte de Europa, como Suecia, el dinero en efectivo está prácticamente desapareciendo, y esta tendencia se espera que se extienda a muchas naciones desarrolladas y emergentes, excepto las más pobres. Este cambio responde a varias causas: la preferencia creciente de millones de usuarios por pagar con el móvil, la existencia de blockchain como una tecnología segura que facilita los monederos electrónicos y microtransacciones, y el interés de los estados en rastrear transacciones para combatir la economía sumergida y aumentar la recaudación fiscal.
Actualmente, el uso del móvil para pagos es cada vez más común, incluso en transacciones pequeñas, y los bancos están implementando sistemas basados en blockchain para mejorar la gestión financiera y crear monedas digitales propias. A pesar de esta transformación, es poco probable que el dinero en efectivo desaparezca por completo; su uso se limitará pero persistirá. Además, aunque las autoridades tendrán mejor control sobre los movimientos financieros, quienes buscan evadir impuestos aún podrán recurrir a activos como el oro, divisas y criptomonedas para mantener su anonimato y proteger su patrimonio. Así, el futuro del dinero combina avances tecnológicos con desafíos en la regulación y privacidad.
Conoce las causas que están produciendo la desaparición progresiva del dinero en efectivo.
Blockchain abre aún más la puerta a una posibilidad que acarician millones de usuarios y muchos reguladores: reducir el dinero en efectivo a un puñado de monedas y billetes muy pequeños. Para todo lo demás, el smartphone.
El dinero en efectivo ha empezado a desaparecer y a reducirse drásticamente en los países del norte de Europa hasta el punto de que corre el rumor de que los suecos van a tener que terminar dándoles un smartphone a los mendigos para cobrar las limosnas. Esta situación se extenderá, en grados muy distintos, a mayoría de los estados desarrollados y a los emergentes que no se encuentren entre los más pobres.
La causa de esta desaparición progresiva del dinero es múltiple. Para empezar, millones de usuarios prefieren pagar con el móvil y más de la mitad de las transacciones -en valor total- en muchos países se realizan con apuntes en cuenta y no con monedas y billetes. En segundo lugar, ya existe un nuevo software seguro llamado blockchain que ayuda a crear monederos electrónicos, a abaratar las micro-transferencias (ahora podemos pagar el café con el teléfono) y a cuadrar los balances de las entidades financieras más fácilmente. En tercer lugar, los estados, que incrementaron sustancialmente sus deudas durante la crisis, creen que el rastro electrónico que dejará el nuevo dinero les vendrá muy bien para perseguir la economía sumergida y para cobrar más impuestos si fueran necesarios.
El cambio ya ha comenzado. Es verdad que cada vez pagamos más con el móvil, que son cada vez menos los comercios que no aceptan pagos con el móvil -o con tarjeta- de entre cinco y diez euros y que los grandes bancos están diseñando complejos sistemas informáticos para cuadrar mejor sus balances con blockchain y hasta crear sus propios monederos y monedas digitales. A medio plazo, lo que parece más probable es que no lleguemos a la eliminación total del dinero en efectivo aunque su uso se reduzca considerablemente. Hacienda tendrá mejor información pero, cuidado, los evasores fiscales seguirán pudiendo invertir en oro, en divisas extranjeras y en criptomonedas que preservarán su anonimato.