Fusión

Carlos Alejaldre: cómo construir una industria viable de energía de fusión

Carlos Alejaldre: cómo construir una industria viable de energía de fusión

Del laboratorio al mercado: claves para escalar la energía de fusión según Carlos Alejaldre en el Future Trends Forum

La energía de fusión ha dejado de ser una promesa lejana para convertirse en uno de los vectores estratégicos más ambiciosos del siglo XXI. La Fundación Innovación Bankinter reunió en Madrid a más de veinte líderes mundiales del sector -científicos, emprendedores, inversores, reguladores y responsables públicos- para analizar, debatir y acelerar el futuro de esta tecnología clave.

El resultado es un informe sin precedentes: Energía de Fusión: una revolución energética en marcha, que traza cinco ejes críticos para escalar la fusión como motor climático, económico y tecnológico. Un documento coral, riguroso y orientado a la acción, construido con aportaciones de expertos de más de una docena de países.

Con esta serie de artículos que hoy inauguramos queremos abrir ese conocimiento al público más amplio: más de veinte entregas que recogerán las ideas clave de los protagonistas del Future Trends Forum; expertos de referencia global que están marcando el pulso de la nueva industria de la fusión. Comenzamos con la primera entrega dedicada a Carlos Alejaldre, que ha sido director general del CIEMAT y actualmente es Presidente del Consejo de Administración de F4E, la agencia europea responsable de gestionar la contribución de Europa al proyecto ITER y de impulsar el desarrollo industrial de la energía de fusión.

En su intervención, Alejaldre ilustra con claridad cuáles son los grandes retos a los que se enfrenta la energía de fusión y la hoja de ruta necesaria para que Europa lidere su desarrollo industrial. Desde la transición de los proyectos científicos como ITER hacia plantas de demostración (DEMO) hasta la necesidad de inversión sostenida, innovación abierta y colaboración internacional, traza un mensaje claro: el momento de actuar es ahora. Porque la revolución ya está en marcha.

¿Estamos preparados para liderar una transición energética que defina nuestra independencia tecnológica y nuestro futuro como continente?

Si quieres ver la ponencia de Carlos Alejaldre, puedes hacerlo en este vídeo:

Carlos Alejaldre: “Fusion energy and the global energy challenge” #FusionForward

Hacia una industria de la fusión viable: retos y hoja de ruta

Carlos Alejaldre lanza un mensaje contundente desde el inicio de su intervención en el Future Trends Forum: la energía de fusión ha dejado de ser una promesa teórica para convertirse en un objetivo industrial urgente. Ya no se trata únicamente de seguir avanzando en la física del plasma o superar récords científicos. El reto ahora es otro: construir una industria real, escalable y competitiva. Y hacerlo a tiempo para que la fusión pueda desempeñar un papel significativo en el sistema energético de este siglo.

La transición hacia una industria de la fusión implica algo más que ingeniería avanzada. Supone replantear todo el ciclo de innovación energética: desde la investigación básica hasta el diseño de plantas piloto, la fabricación de componentes a gran escala, el desarrollo de nuevas cadenas de suministro, la regulación de reactores y la creación de mercados que puedan absorber y financiar esta nueva forma de generación. Alejaldre no deja lugar a dudas: “La fusión no se materializará en la red eléctrica si no somos capaces de crear una estructura industrial que la respalde”.

Durante su intervención, defiende que este proceso no puede seguir siendo lineal ni desconectado. Ciencia, industria, inversión y regulación deben moverse en paralelo, alineados por una visión compartida y a largo plazo. Si en décadas anteriores el foco estuvo en demostrar que la fusión era científicamente posible, hoy la prioridad pasa por demostrar que es industrialmente viable.

En este sentido, plantea una hoja de ruta clara: acelerar el desarrollo de tecnologías clave, construir plantas demostradoras (DEMO), establecer estándares regulatorios comunes y activar el capital público y privado que permita pasar de los laboratorios a las infraestructuras energéticas del futuro. Sin esa hoja de ruta industrial, advierte, corremos el riesgo de ver cómo otras regiones del mundo -como China o EE.UU.- capturan el valor estratégico de la fusión mientras Europa queda relegada a un papel secundario.

Alejaldre no elude las dificultades. Habla de plazos medio-largos, inversiones masivas y riesgos tecnológicos considerables. Pero también de oportunidades únicas. “Estamos hablando de una fuente de energía limpia, prácticamente ilimitada y con un potencial transformador inmenso. El reto merece el esfuerzo”, sentencia.

Este nuevo enfoque marca un punto de inflexión: el momento de pasar del relato visionario a la acción coordinada. Para Alejaldre, la industria de la fusión no se construirá sola. Hay que diseñarla, financiarla, regularla y escalarla. Y hay que empezar ya.

De ITER a DEMO: la transición de la ciencia a la industria

En el ecosistema de la energía de fusión, ITER representa un hito científico de escala planetaria. Concebido como el mayor experimento colaborativo en la historia de la energía, este reactor en construcción en Cadarache (Francia) busca demostrar lo impensable durante décadas: que es posible generar más energía mediante fusión de la que se necesita para activarla. Su objetivo no es producir electricidad; es validar el concepto físico y tecnológico a gran escala. Y está muy cerca de lograrlo.

Pero, como subraya Carlos Alejaldre, el auténtico salto transformador llegará con DEMO, el proyecto que debe dar continuidad a ITER desde una lógica industrial. DEMO será la primera instalación capaz de generar electricidad de forma estable y conectarse a la red. Es, en esencia, el prototipo de una futura planta de energía de fusión comercial. Y Europa ha asumido el liderazgo de su diseño a través del consorcio EUROfusion, cuyo Director de Programa es Gianfranco Federici, experto que también participó en nuestro foro y del que hablaremos en el próximo artículo.

Este tránsito de un experimento científico a una planta de demostración energética marca el verdadero punto de inflexión para el sector. Porque mientras ITER responde al “¿es posible?”, DEMO deberá responder al “¿es rentable, fiable y reproducible?”. Y eso implica resolver retos de una naturaleza muy distinta: industriales, regulatorios y operativos.

Alejaldre expone algunos de los desafíos concretos que condicionan esa transición. Por ejemplo, la generación y el manejo de tritio, un isótopo esencial para la reacción de fusión que no existe en la naturaleza y debe producirse dentro del propio reactor. O el desarrollo de materiales resistentes a la enorme radiación de neutrones generada por la fusión, capaces de mantener su integridad estructural durante años de operación continua. O el control de reactores a temperaturas que superan los 100 millones de grados, mucho más calientes que el núcleo del Sol.

También hay que rediseñar por completo la lógica energética: ¿cómo se convierte el calor del plasma en electricidad útil? ¿Cómo se integran los reactores en los sistemas eléctricos nacionales? ¿Qué papel debe jugar la inteligencia artificial en la operación autónoma de estas máquinas complejas?

DEMO es, en este contexto, el punto de validación para una industria entera. Será la plataforma donde se testeen tanto tecnologías como modelos de gobernanza, estrategias de escalado y capacidades de colaboración público-privada.

El gran desafío: tiempo y capital

La energía de fusión no es una carrera de velocidad. Es una maratón tecnológica e industrial que exige visión de largo plazo, financiación sostenida y una coordinación poco habitual entre sectores. Así lo explica Carlos Alejaldre con claridad: el principal reto para hacer realidad la fusión es temporal y financiero.

Por un lado, el factor tiempo. Desarrollar, probar y escalar los componentes necesarios para una planta de fusión comercial lleva décadas. Y aunque los avances recientes han sido espectaculares -como el récord de energía de fusión alcanzado en JET o la ignición conseguida en el NIF de Estados Unidos-, convertir esos hitos en tecnología desplegable a escala masiva es otro juego.

La urgencia climática añade una presión adicional. El mundo necesita alternativas energéticas limpias ahora, no en 2080. Pero Alejaldre es realista: la fusión no podrá sustituir a las energías fósiles en los próximos 10 o 15 años. Su ventana de impacto empieza a abrirse a partir de 2040. Y ahí radica la paradoja: hay que invertir hoy en una tecnología cuyo retorno será visible dentro de varias décadas.

Por otro lado, está el factor capital. La energía de fusión requiere inversiones de una magnitud que pocos sectores pueden asumir sin garantías claras. Las cifras son elocuentes: solo ITER supera los 20.000 millones de euros. DEMO necesitará una cantidad similar. Y más allá de los grandes proyectos, hay que financiar centros de investigación, startups, cadenas de suministro, formación de talento técnico, certificaciones regulatorias, etc.

Esto exige un nuevo modelo de financiación compartida, que combine el liderazgo institucional con la tracción privada. Un modelo más parecido al que se ha utilizado para desarrollar vacunas o explorar Marte que al que hoy domina la transición energética.

Alejaldre es claro en este punto: “El mercado por sí solo no va a construir reactores de fusión. Pero sin el mercado, la fusión no llegará nunca a convertirse en industria.” La clave está en encontrar ese equilibrio: el Estado asumiendo el riesgo tecnológico inicial, y el sector privado activando la innovación, la eficiencia y la escalabilidad necesarias.

Para ello, Europa necesita repensar sus instrumentos financieros. Alejaldre sugiere adaptar fondos como el Innovation Fund o los programas de inversiones estratégicas al caso de la fusión, y construir mecanismos similares a los que se emplearon en su día para las renovables. También hace un llamamiento para romper los silos institucionales y crear estructuras de gobernanza que permitan acelerar la toma de decisiones.

En definitiva, la fusión será posible dependiendo de nuestra capacidad colectiva para planificar a 20 años vista en un mundo que rara vez piensa más allá del próximo trimestre.

El papel de Europa: liderazgo tecnológico o dependencia estratégica

Carlos Alejaldre no esquiva una de las preguntas más incómodas del debate sobre la fusión: ¿está Europa preparada para liderar esta nueva industria o se convertirá en un actor secundario frente al empuje de otros países? Su respuesta es directa: el continente tiene el conocimiento, la infraestructura científica y el talento. Lo que falta, en muchos casos, es ambición estratégica.

Mientras Europa avanza con programas públicos como ITER y el diseño conceptual de DEMO, otros actores se están moviendo con mayor agilidad. Estados Unidos ha activado un ecosistema privado con más de 40 startups de fusión que han captado más de 7.000 millones de dólares en inversión. China está invirtiendo de forma masiva en instalaciones propias y formando a decenas de miles de ingenieros en tecnologías clave. El Reino Unido, fuera ya del paraguas comunitario, ha lanzado su propio reactor comercial -el proyecto STEP- con un modelo ágil y dirigido al mercado.

En este tablero, la Unión Europea corre el riesgo de quedarse en el rol de gran laboratorio, mientras otros diseñan las reglas del juego industrial. Alejaldre lo resume así: “Si no lideramos el desarrollo industrial de la fusión, acabaremos comprando la tecnología a terceros. Como ocurrió con los paneles solares o las baterías.”

No se trata de una cuestión de prestigio científico. Lo que está en juego es la soberanía energética del continente en las próximas décadas. La fusión, si llega a ser una tecnología madura, cambiará radicalmente el equilibrio global de poder energético. Y Europa debe decidir si quiere ser productor o cliente.

Para evitar esa dependencia futura, Alejaldre propone articular una verdadera estrategia industrial europea de la fusión, que trascienda los programas de I+D y se traduzca en capacidades fabriles, cadenas de suministro y alianzas con empresas tractoras. Esto implica reforzar la conexión entre los grandes centros científicos (como CEA, CIEMAT, Max Planck o Karlsruhe) y la industria, con mecanismos de transferencia tecnológica más ágiles y una mayor implicación de las pymes tecnológicas.

También aboga por acelerar la estandarización normativa y el diseño de marcos regulatorios específicos para la fusión. Actualmente, muchas de las reglas que se aplican están pensadas para la fisión nuclear convencional, lo que ralentiza y encarece innecesariamente el desarrollo de nuevas propuestas.

Por último, pone el foco en la diplomacia científica. Europa no puede permitirse actuar sola. Alejaldre defiende reforzar la colaboración con socios estratégicos como Japón, Corea del Sur o Estados Unidos, pero desde una posición proactiva y coordinada. “La fusión es un reto global. Pero eso no significa que todos lleguemos al mismo tiempo. El que llegue primero, marcará el ritmo”, advirte.

En un momento de redefinición del mapa energético global, la fusión puede ser el próximo vector geopolítico. Y para que Europa juegue un papel relevante, necesita determinación.

Innovación abierta y colaboración internacional

Uno de los mensajes clave que Carlos Alejaldre quiso dejar en el Future Trends Forum fue que la energía de fusión no se construirá a puertas cerradas. La magnitud del reto, la diversidad de tecnologías implicadas y la urgencia climática obligan a repensar cómo innovamos: más rápido, más conectado y más abierto.

Alejaldre defiende la necesidad de una innovación abierta, capaz de integrar conocimientos provenientes de distintas disciplinas e industrias. Porque el desarrollo de la fusión no solo depende de los físicos del plasma o los ingenieros nucleares. También requiere avances en inteligencia artificial, robótica, nuevos materiales, sistemas de refrigeración, electrónica de potencia o gestión de datos en tiempo real. Es, en esencia, un desafío sistémico que necesita inteligencia colectiva.

En este sentido, apunta a la necesidad de derribar barreras entre sectores, y activar canales de transferencia tecnológica entre la industria aeroespacial, la automoción, las telecomunicaciones o incluso la defensa. Muchas de las tecnologías que la fusión necesita ya existen -o están en camino- en otros campos. La clave está en adaptarlas, combinarlas y desplegarlas a escala.

Alejaldre cita, por ejemplo, el potencial de las técnicas de fabricación aditiva (impresión 3D de metales) para construir componentes complejos de forma más rápida y precisa; o el uso de algoritmos de IA para el control dinámico de reactores, aprendizaje automático en diagnóstico de fallos y simulaciones avanzadas de comportamiento del plasma.

En el plano internacional, Alejaldre remarca que ITER ya es un ejemplo extraordinario de cooperación global: un proyecto compartido por 35 países, construido pieza a pieza en decenas de fábricas distribuidas por el mundo y ensamblado como un gigantesco mecano científico en el sur de Francia. Esa experiencia debe servir como modelo para futuras iniciativas, como DEMO o los primeros reactores comerciales.

Por último, advierte contra el riesgo del “síndrome del silo nacional”: si cada país o región intenta desarrollar su propia fusión en paralelo, se perderá una enorme cantidad de tiempo, dinero y talento. La clave está en compartir datos, ensayos, fracasos y aprendizajes. Como él mismo resume: “La fusión no será viable si no la hacemos global desde el principio.”

Conclusión: diseñar hoy el sistema energético de mañana

La intervención de Carlos Alejaldre en el Future Trends Forum es una llamada a la acción concreta. Europa está en un punto de inflexión: tiene la oportunidad de liderar una industria estratégica de enorme potencial o resignarse a importar tecnología y depender de terceros.

La energía de fusión es un desafío industrial, económico y político. Requiere inversiones a largo plazo, decisiones valientes y una visión compartida entre instituciones, empresas y centros de conocimiento. Alejaldre deja claro que el tiempo de los discursos ha pasado: ahora toca diseñar, construir y desplegar.

Si la fusión logra superar sus barreras técnicas, será una de las herramientas más poderosas para alcanzar un sistema energético global sin emisiones, seguro y continuo. Pero ese escenario no llegará por inercia. Hay que construirlo. Y hay que empezar ahora.

Este artículo es una parte del análisis que hemos realizado en el Future Trends Forum. El informe completo, “Fusión Forward: hoja de ruta hacia una industria estratégica”, recoge las aportaciones de más de veinte expertos internacionales y define los cinco ejes críticos para escalar la energía de fusión como motor climático, económico y tecnológico.

Descárgalo aquí  y descubre en detalle cómo podemos construir hoy el sistema energético de mañana.

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Expertos mencionados en esta entrada

Carlos Alejaldre
Carlos Alejaldre

Presidente del Consejo de Administración de Fusion for Energy. Científico emérito del CIEMAT

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