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De  ITER a  IFMIF‑DONES: los grandes proyectos que cambiarán la industria europea 

De  ITER a  IFMIF‑DONES: los grandes proyectos que cambiarán la industria europea 

Descubrimos las infraestructuras científicas de vanguardia que posicionan a Europa en la carrera por la energía del futuro.

Desde el sur de Francia hasta Granada, Europa se prepara para liderar la próxima revolución energética: la fusión nuclear. Grandes proyectos como ITER e IFMIF‑DONES no solo prometen avances científicos, sino también ser una palanca industrial sin precedentes. En ello juegan un papel crucial el ESFRI —el foro estratégico europeo que define qué infraestructuras científicas de gran escala deben desarrollarse en la Unión Europea— y la Agencia Fusion for Energy (F4E), que, con una plantilla de unos 446 empleados en Barcelona —y sedes en Francia y Alemania—, canaliza contratos tecnológicos por miles de millones de euros hacia la industria europea. 

El primero de los dos proyectos está ubicado en Cadarache (Francia): ITER (International Thermonuclear Experimental Reactor), el mayor experimento internacional de fusión nuclear. Financiado por siete potencias globales con la ambición de replicar los procesos energéticos del Sol, en ITER participan 35 países, entre ellos los 27 miembros de la UE junto a Suiza, además de China, Japón, India, Corea del Sur, Rusia y Estados Unidos. Pero no se trata solo de ciencia: es revulsivo para el tejido industrial europeo. 

Desde su fundación en 2007, F4E ha movilizado alrededor de 4.000 millones de euros en contratos a más de 440 empresas de la UE. En particular, desde 2008, más de 350 contratos de alta tecnología vinculados a ITER han sido adjudicados a empresas españolas, por un valor superior a 1.200 millones de euros. Un estudio de la Comisión Europea entre 2008 y 2019 estima que este programa ha generado un impacto económico bruto de 1.739 millones de euros y sostenido unos 29.500 empleos directos e indirectos en la UE. Hoy en día trabajan más de 1.000 profesionales para la construcción y operación diaria, sin contar subcontratas ni repercusión indirecta.  

Por otro lado, en Escúzar, cerca de Granada, se construye IFMIF‑DONES (International Fusion Materials Irradiation Facility – DEMO Oriented Neutron Source), la instalación europea en construcción, dedicada a ensayar y calificar materiales que soporten la intensa radiación en los futuros reactores de fusión como DEMO. El programa fue incluido en la Roadmap de ESFRI en 2018 como infraestructura prioritaria. 

Con una inversión estimada en 800 millones de euros, financiado en un 50 % por España, un 5 % por Croacia y hasta un 25 % por la UE, además de otros países como Japón e Italia, a través de F4E, IFMIF‑DONES se plantea como catalizador industrial regional. Se calcula que la infraestructura creará hasta 11.000 empleos locales durante las cuatro décadas de construcción y operación, y alrededor de 200 nuevos científicos e ingenieros se integrarán en los próximos tres años. El proyecto pretende convertirse en un epicentro científico, económico y educativo capaz de revitalizar territorios con baja densidad poblacional. 

Lo que comparten los programas ITER e IFMIF‑DONES es su capacidad para impulsar ecosistemas de alta tecnología: desde ingeniería avanzada y robótica, hasta materiales de última generación y formación digitalizada. Las empresas que participan desarrollan competencias clave en magnetismo, criogenia, simulación bajo radiación, lo que a su vez abre camino al nacimiento de spin‑offs y start‑ups deep tech en el territorio. No en vano, el Fusion Expert Group de la Comisión subraya la importancia estratégica de estos programas para garantizar “la competitividad y soberanía tecnológica de la UE en fusión nuclear”  

Así, ITER e IFMIF‑DONES son mucho más que avances científicos: son semilleros de capacidad industrial, talento humano y desarrollo regional capaces de posicionar a Europa a la cabeza de la próxima revolución energética. Si ambas iniciativas alcanzarán sus objetivos, la Europa de 2050 no solo dominará la fusión nuclear, sino que también podría exportar esa tecnología: desde reactores hasta nuevos sistemas de aceleradores y materiales avanzados. Estos programas son el enlace entre la ciencia y la industria, un camino trazado entre investigación y prosperidad económica y social. 

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