Ciudades
El éxito de las ciudades inteligentes no depende de la tecnología: depende de las personas
Con frecuencia demasiado centradas en la tecnología, lo que hace a una ciudad inteligente es un gobierno y una ciudadanía que también lo sean.
Con frecuencia demasiado centradas en la tecnología, lo que hace a una ciudad inteligente es un gobierno y una ciudadanía que también lo sean.
Las ciudades inteligentes son el futuro de los asentamientos urbanos sostenibles. Aunque en las últimas décadas la presencia de tecnología ha marcado la agenda de las smart cities, con foco en las TIC, lo cierto es que hay otros elementos imprescindibles para que una ciudad alcance sea calificación de “inteligente”: escuchar a las personas y dar espacio a la participación ciudadana.
De hecho así es como se inició el proyecto urbanístico Réinventer Paris en 2014 o la remodelación Decide Plaza España en Madrid en 2016, ‘de abajo a arriba’ y escuchando a la ciudadanía. Aunque en ambos casos, las críticas se centran en los tiempos de espera y en limitar la presencia de voces vecinales a las primeras fases. El éxito de las ciudades no depende solo de la tecnología, depende también de tener presente a las personas.
¿Cómo de inteligentes son las ciudades inteligentes?
Existen un sinfín de formas de medir la calidad de vida e inteligencia dentro de los asentamientos humanos, con frecuencia realizados mediante comparaciones y rankings que determinan cómo de inteligente es una ciudad inteligente respecto a otra que, quizá, lo sea menos.
‘IMD Smart City Index’ se centra en la movilidad, CIA Landlord en el deseo juvenil, ‘Quality of Living Ranking’ se basa en la calidad de vida, ‘Urban Work Life Index’ en la calidad del trabajo, etc. Pero quizá el ranking más completo lo presenta el ‘Índice IESE Cities in Motion’, que cuenta con 101 indicadores diferentes en áreas como:
- el medio ambiente y su cuidado, centrado en la protección de espacios, restauración ecológica y naturalización;
- la movilidad y transporte sostenible, con foco en transporte público masivo y urbanismo de alta densidad;
- la proyección internacional o relevancia mundial;
- el capital humano, también llamado “talento”, tanto propio como captado;
- la economía, en todas sus formas, arte y educación incluidos;
- la cohesión social, con foco en eliminar brechas entre barrios y reducir barreras urbanas;
- la gobernanza inteligente, que exige la participación ciudadana, parte imprescindible en proyectos como Reinventing Cities, proyecto de C40 Cities al que Réinventer Paris se adelantó más de un lustro;
- la planificación urbana, más importante de lo que se suele creer, especialmente en cohesión social, reducción de brechas e impacto ambiental;
- y finalmente la tecnología, menos importante de lo que parece.
Aplicar solo tecnología ha sido un error histórico
A veces la tecnología pasa por encima de las personas, literalmente. Por ejemplo, es frecuente que las autopistas se amplíen porque han alcanzado su máxima capacidad, algo que siempre da lugar a más tráfico y, paradójicamente, a más retenciones, contaminación e impacto ambiental. La tecnología, por sí sola, no tiene por qué solucionar nada.
El ejemplo más conocido es el uso de tecnología de ‘precrimen’ (predicción de delitos) usando algoritmos con históricos. El resultado, una y otra vez desde los primeros pilotos en 2010, supone la re-victimización de barrios de pocos recursos, con foco en los racializados. En ambos ejemplos hace falta una aproximación más humana.