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El reto de escalar la innovación deep tech en Europa: lecciones de talento y financiación, por Thomas Hurd

Thomas Hurd analiza en el Future Trends Forum los retos de Europa para escalar innovación deep tech: talento, capital y el riesgo de subvenciones zombi
El fundador de Zeki Data, Thomas Hurd, desglosa en su ponencia del Future Trends Forum las claves del talento científico y tecnológico global. ¿Por qué Europa no escala como EE. UU. en deep tech? ¿Está el talento cuántico perdiendo la paciencia? ¿Qué rol juega el coste de capital? Resumimos aquí sus ideas más provocadoras, basadas en datos reales.
La intervención de Thomas Hurd se enmarca en el Future Trends Forum sobre inteligencia artificial IA física (Embodied AI), organizado por la Fundación Innovación Bankinter. Un encuentro internacional en el que más de 40 expertos de todo el mundo analizaron cómo la inteligencia artificial está dejando de ser una tecnología puramente digital para integrarse físicamente en el mundo real. Desde robots autónomos hasta sistemas inteligentes embebidos, el FTF ha explorado esta transición crítica. En este contexto, Hurd aborda uno de los temas más relevantes del foro: el papel del talento científico y la capacidad de escalar la innovación deep tech en Europa y Estados Unidos.
No te pierdas la ponencia de Thomas Hurd:
Thomas Hurd: “Tracking innovation through the lens of talent” #EmbodiedAIForum
En un entorno donde el capital, el talento y la tecnología determinan el liderazgo global, Thomas Hurd ha puesto sobre la mesa un análisis demoledor: Europa genera innovación deep tech al mismo ritmo que EE. UU., pero no logra escalarla con éxito. Su intervención en el Future Trends Forum de la Fundación Innovación Bankinter ofrece una visión rigurosa y cargada de datos sobre el futuro del trabajo científico-tecnológico, el estado real de sectores como la inteligencia artificial, la biotecnología o la computación cuántica, y los factores que frenan el despegue europeo.
6.000 empresas deep tech, 11 países y un patrón común
Zeki Data ha analizado más de medio millón de perfiles en 250.000 empresas tecnológicas para filtrar aquellas que dependen de talento científico e ingenieril para sobrevivir. De este filtrado surgen 6.000 compañías deep tech clave, distribuidas entre EE. UU., Canadá y los nueve países más avanzados de Europa.
Entre los sectores más representados, destaca la biotecnología (engineering biology), que genera una gran cantidad de innovación aunque sufre una fuerte fragmentación y elevada tasa de fracaso. La inteligencia artificial -solo la más avanzada, basada en talento científico real- y la computación cuántica completan el podio de las áreas más prometedoras. Sin embargo, Hurd lanza una advertencia: “El mercado cuántico está saturado. El mejor talento cuántico empieza a perder la paciencia con la industria y se está moviendo hacia otros sectores más prometedores, como la IA.”
¿El nuevo destino de los físicos teóricos? Anthropic
Uno de los datos más llamativos que comparte Hurd es el movimiento de talento cuántico hacia empresas como Anthropic, donde físicos teóricos encuentran ahora mejores oportunidades, debido a su gran capacidad de aprendizaje y adaptación. También cita el caso de SandboxAQ, que está integrando física, biología y química bajo un mismo paraguas, atrayendo así perfiles técnicos de alto nivel.
Este fenómeno conecta directamente con una de las ideas que la Fundación ya ha explorado en su hoja de ruta cuántica para empresas: la computación cuántica útil no será monolítica, sino híbrida, transversal y conectada con la inteligencia artificial.
Deep tech europeo: el problema no es crear, es escalar
El dato es claro: Europa crea tantas empresas deep tech como EE. UU., pero tarda el doble en llevarlas a escala (más de 250 empleados). ¿Por qué? Según Hurd, hay dos factores clave:
- Coste del capital: las startups deep tech requieren mucha financiación. El aumento de los tipos de interés y la fragmentación del mercado europeo las penaliza frente a sus homólogas estadounidenses.
- Dependencia de subvenciones: Hurd advierte sobre el “riesgo zombi” de las empresas que sobreviven gracias a subvenciones públicas pero no logran convertirse en negocios viables. “Los grants pueden ser una maldición si no se combinan con inversión privada ambiciosa.”
Talento joven: Europa conecta con la universidad, pero le cuesta hacer producto
Uno de los hallazgos más interesantes del análisis de Zeki Data es que Europa destaca por la alta proporción de científicos e ingenieros trabajando en pequeñas empresas deep tech. En compañías de entre 10 y 50 empleados, la presencia de este tipo de perfiles es el doble en Europa que en Estados Unidos. Hurd interpreta esto como un síntoma positivo: significa que el continente está muy conectado con sus universidades y que el talento joven está dispuesto a emprender retos desde startups tecnológicas.
Pero esta fortaleza también encierra una debilidad. Hurd señala que muchas de estas empresas europeas son “demasiado científicas y poco orientadas al producto”. Es decir, están lideradas por perfiles muy técnicos, centradas en la investigación, pero sin una hoja de ruta clara para transformar ese conocimiento en soluciones comercializables. En contraste, las startups norteamericanas suelen equilibrar mejor ciencia y mercado desde el inicio.
Además, aunque se observa una tendencia creciente de jóvenes que pasan directamente de la universidad a startups deep tech —ha subido del 6% al 8,4% en la última década—, sigue siendo una minoría. El reto en Europa es doble: atraer aún más talento joven al emprendimiento científico y acompañarlo con formación en negocio, diseño de producto y validación de mercado. Solo así se podrá cerrar el círculo que va del laboratorio al impacto real.
No hay fuga de cerebros, hay circulación de talento
Contra la narrativa habitual de que Europa está perdiendo su mejor talento hacia Estados Unidos, Thomas Hurd ofrece una visión mucho más matizada y optimista. Los datos que presenta demuestran que los científicos e ingenieros europeos con mayor formación no están abandonando el continente en masa. Al contrario, muchos se forman en centros punteros de EE. UU. y después regresan para trabajar en compañías deep tech europeas.
Esto sugiere que Europa mantiene una buena capacidad de atracción para talento altamente cualificado, especialmente en el ámbito científico. También apunta a la existencia de un ecosistema académico potente, capaz de generar y retener profesionales de alto nivel. La clave, según Hurd, está en aprovechar esta circulación de talento, no solo como retorno, sino como puente para crear conexiones entre los polos de innovación global.
Por ejemplo, muchos de estos profesionales han trabajado o investigado en los grandes laboratorios estadounidenses, como los de Google, Amazon o los 52 principales laboratorios de IA del mundo. Esa experiencia internacional es una ventaja competitiva que Europa debe saber integrar y capitalizar. Para ello, es crucial crear entornos de trabajo en los que el talento científico pueda desarrollar carrera, escalar sus ideas y liderar proyectos con ambición global.
Claves de futuro: lo que Europa debe resolver
Thomas Hurd no se queda en el diagnóstico. Su ponencia apunta con claridad hacia los cuellos de botella que impiden que Europa convierta su potencial científico en empresas tecnológicas de impacto global.
1. Financiación escalable, no subvenciones eternas
Uno de los grandes frenos es el tipo de financiación. En Europa, muchas empresas deep tech dependen de subvenciones públicas para sobrevivir. Según Hurd, esto puede acabar convirtiéndolas en “zombis tecnológicos” que nunca llegan a escalar. “Los grants son un poco una maldición”, advierte. En cambio, el ecosistema estadounidense se basa en rondas de inversión privada más agresivas, que obligan a validar negocio y producto desde el inicio. Europa necesita más capital riesgo que entienda la naturaleza de la ciencia dura y esté dispuesto a apostar fuerte.
2. Ambición empresarial y cultura de escala
El talento técnico en Europa no es el problema. De hecho, los datos muestran que los científicos e ingenieros europeos se integran más fácilmente en startups pequeñas que sus homólogos en EE. UU. Pero Hurd lanza una advertencia: “Demasiado sobre ciencia, muy poco sobre producto”. El desafío no es solo investigar, sino construir negocios escalables a partir de esa ciencia. Esto exige desarrollar una cultura empresarial con ambición de escala global, más orientada al mercado y con menos miedo al fracaso.
3. Conexión con grandes empresas y multinacionales
Hurd señala que, en EE. UU., grandes compañías como Google o Amazon juegan un papel esencial en atraer, formar y absorber talento científico. Google, por ejemplo, recibe dos millones de solicitudes al año y contrata a unos 20.000 perfiles, la mitad de ellos provenientes de entornos científicos avanzados. Esto crea un ecosistema en el que las grandes compañías actúan como centros de atracción y aceleración del conocimiento. En Europa, esa conexión es más débil. Las startups deep tech necesitan colaborar más con grandes corporaciones para crear rutas claras de crecimiento, transferencia de conocimiento y mercado.
4. Mejorar la fluidez del talento
Un dato clave del estudio de Zeki Data es que no existe una fuga masiva de cerebros de Europa a EE. UU., como se suele pensar. Al contrario: muchos talentos se forman en Estados Unidos pero regresan a Europa para trabajar en deep tech. Esto significa que Europa tiene una oportunidad real de aprovechar ese retorno, si ofrece condiciones de crecimiento y entornos estimulantes. El reto está en mantener esa fluidez y evitar que el talento se estanque en empresas sin proyección.
5. Reducción del tiempo de escala
El dato es contundente: a una empresa deep tech estadounidense le lleva la mitad de tiempo alcanzar los 250 empleados que a una europea. Esta diferencia no se explica por la capacidad de innovación, sino por las estructuras de capital y la capacidad de ejecutar rápido. Si Europa quiere competir en el juego global, necesita reducir ese ciclo de maduración con mecanismos de inversión más rápidos, menos burocracia y mejores infraestructuras de acompañamiento para escalar empresas científicas.
Conclusión: no es un problema de ideas, es un problema de ambición
Europa no tiene un déficit de talento ni de innovación. Tiene un reto de ambición, de escala y de visión estratégica. Las ideas están. La ciencia está. El talento joven, también. Lo que falta es el impulso para convertir ese potencial en impacto global. Como bien señala Hurd, “este no es un problema de creación, es un problema de crecimiento”.
Desde la Fundación Innovación Bankinter, seguimos analizando y conectando estos desafíos con propuestas reales, impulsando el debate entre los principales actores del cambio tecnológico y económico. Porque el futuro del trabajo, el talento y la tecnología se juega, hoy, en la capacidad de transformar la ciencia en escala.