Energia
Energía de fusión: tecnologías impulsan la reindustrialización europea
Superconductores, criogenia y metales líquidos: más allá de la fusión, estas tecnologías están acelerando la innovación industrial en Europa. Renaissance Fusion y Gauss Fusion nos muestran cómo las spillover technologies generan valor antes de que la fusión llegue a la red
Este artículo forma parte de una serie de publicaciones impulsadas por la Fundación Innovación Bankinter con el objetivo de acercar la energía de fusión a la sociedad y dar visibilidad a las personas, tecnologías, oportunidades y desafíos que están definiendo el futuro de esta fuente de energía limpia, segura y prácticamente inagotable.
En un momento clave para la fusión, con avances científicos sin precedentes y un crecimiento sostenido del ecosistema industrial, la Fundación reunió en Madrid a líderes globales del sector para debatir sobre su viabilidad y oportunidades. Bajo el título «Fusion Forward«, el Future Trends Forum reunió un grupo diverso e influyente: desde científicos pioneros y reguladores internacionales hasta ingenieros, startups tecnológicas y fondos de capital riesgo. El objetivo: explorar no solo cuándo llegará la fusión a la red eléctrica, sino cómo esta revolución energética puede generar valor mucho antes.
En este contexto, dos intervenciones destacaron por su enfoque estratégico e industrial: la de Diego Cammarano, Chief Operating Officer de Renaissance Fusion (Francia), y la de Frédéric Bordry, Chief Technology Officer de Gauss Fusion (Alemania) y exdirector de aceleradores del CERN. Lejos de limitarse a los retos del confinamiento del plasma o la ignición, ambos pusieron el foco en las tecnologías habilitadoras de la fusión -superconductores, criogenia, metales líquidos- y en su enorme potencial de ser transferidas hacia otros sectores industriales clave.
Sus ponencias ofrecen una mirada complementaria y profundamente conectada: por un lado, la capacidad de una startupágil como Renaissance Fusion para innovar en la fabricación de imanes y sistemas de pared líquida; por otro, la visión de Gauss Fusion sobre cómo escalar estas soluciones con lógica de ingeniería de sistemas y una perspectiva de ciclo de vida. Ambos coinciden en un mensaje claro: la fusión no es solo una promesa energética, sino una palanca tecnológica para reindustrializar Europa y transformar sectores estratégicos.
Si quieres ver la ponencia de Diego Cammarano, puedes hacerlo en este vídeo:
Si quieres ver la ponencia de Frederick Bordry, puedes hacerlo en este vídeo:
Spillover technologies: un motor silencioso de innovación
En el ecosistema emergente de la fusión nuclear, las llamadas spillover technologies se están consolidando como una de las claves más prometedoras para atraer inversión, crear valor industrial inmediato y construir cadenas de suministro con efecto arrastre. Estas tecnologías derivadas, que nacen del desarrollo de componentes y procesos para las futura máquinas de fusión, ya están encontrando aplicaciones en sectores como la salud, la industria energética, el transporte o la fabricación avanzada.
El concepto no es nuevo, pero ha ganado tracción recientemente por tres razones: (1) la maduración de ciertos subsistemas en laboratorios y startups, (2) la presión de los inversores por generar retornos antes de la comercialización de energía por fusión, y (3) el creciente apoyo institucional a las asociaciones público-privadas orientadas a acelerar el impacto económico del sector.
Durante el Future Trends Forum, esta visión fue defendida con fuerza por representantes de startups como Renaissance Fusion y Gauss Fusion, quienes destacaron que muchas de las tecnologías necesarias para operar un reactor de fusión a gran escala -superconductores, criogenia, bucles de metales líquidos, electrónica de potencia o robótica de mantenimiento remoto- tienen un valor propio más allá del objetivo energético final.
Según el informe de la IAEA Fusion Key Elements (2024), existe una convergencia global entre los programas públicos y privados para definir hojas de ruta conjuntas que contemplen explícitamente el desarrollo de capacidades industriales en torno a estas tecnologías habilitadoras. El informe subraya que no basta con lograr la ignición o el Q > 1; hace falta también crear cadenas de valor, formar talento y generar confianza en los mercados.
Además, el 2024 Global Fusion Industry Report documenta un aumento significativo del capital público canalizado hacia empresas privadas -de 271 a 426 millones de dólares en un solo año-, en parte debido al reconocimiento de que las spillover technologies pueden acelerar tanto la madurez tecnológica como la rentabilidad de estas compañías.
De hecho, un número creciente de empresas está redefiniendo su narrativa. Ya no se presentan exclusivamente como compañías que “desarrollan máquinas de fusión”, sino como plataformas tecnológicas capaces de aportar valor en múltiples sectores industriales. Este enfoque tiene implicaciones estratégicas: permite atraer talento, generar ingresos previos a la fusión eléctrica y demostrar capacidad de ejecución ante reguladores e inversores.
En resumen, las spillover technologies están dejando de ser un efecto colateral positivo para convertirse en una estrategia central de desarrollo industrial dentro del ecosistema de la fusión nuclear. Y lo están haciendo en el momento justo, cuando la industria necesita mostrar resultados concretos que vayan más allá de las curvas de confinamiento y las simulaciones de plasma.
La revolución de los superconductores
Los superconductores de alta temperatura (HTS) están llamados a desempeñar un papel esencial en la nueva generación de máquinas de fusión, pero su impacto va mucho más allá. Son el eje de una revolución tecnológica con aplicaciones inmediatas en múltiples sectores: desde el diagnóstico médico avanzado (MRI) hasta los motores de aviones eléctricos, los generadores eólicos compactos, los aceleradores de partículas y las redes eléctricas del futuro.
En el ámbito de la fusión, los HTS permiten generar campos magnéticos más intensos y compactos, lo que se traduce en reactores más pequeños, eficientes y baratos. Pero uno de los principales cuellos de botella ha sido la dificultad para fabricar imanes complejos con la precisión geométrica y la fiabilidad necesarias para soportar condiciones extremas.
En ese contexto, la propuesta de Renaissance Fusion supone un cambio de paradigma. Como explicó su COO, Diego Cammarano, la empresa ha desarrollado un proceso propietario de fabricación de cintas superconductoras anchas mediante deposición física de vapor (PVD) y grabado láser. Este proceso permite «pintar» sobre una superficie HTS con una precisión micrométrica, eliminando la necesidad de enrollar bobinas tridimensionales complejas sobre geometrías no convencionales.
Este avance tecnológico, además de reducir drásticamente la complejidad y el coste de fabricación, permite una nueva arquitectura de imanes para stellarators compactos: en lugar de bobinas discretas, se crean superficies continuas de conducción, a las que la empresa llama “alfombras superconductoras”. Estas pueden aplicarse directamente sobre el exterior de la cámara de vacío, simplificando el ensamblaje y mejorando el rendimiento magnético.
Más allá de la fusión, estas técnicas abren la puerta a una nueva generación de imanes para aplicaciones industriales. Empresas del sector médico, fabricantes de cables, laboratorios de partículas y productores de generadores eléctricos ya están en conversaciones con Renaissance Fusion para adaptar esta tecnología a sus necesidades. De hecho, según la propia empresa, actualmente están colaborando con tres fabricantes de cables superconductores, una multinacional del sector criogénico, un fabricante europeo de MRI y un centro de sincrotrón, entre otros.
El caso de los superconductores también pone sobre la mesa un tema estratégico para Europa: la necesidad de disponer de capacidad de producción propia de cintas HTS. Como señala Frédéric Bordry, la ausencia de una industria europea capaz de fabricar estos materiales a escala industrial es hoy una vulnerabilidad crítica. “No podemos depender exclusivamente de cadenas de suministro externas si queremos que Europa lidere la próxima generación de energía y tecnología médica”, advierte.
En este sentido, Bordry subraya que, al igual que el Tevatron de Fermilab impulsó en los años 80 el desarrollo industrial del niobio-titanio (NbTi), la fusión puede ser el catalizador para una nueva economía de superconductores de alta temperatura. “La MRI y la NMR existen hoy gracias a la física de partículas; la fusión puede tener ese mismo efecto multiplicador si jugamos bien nuestras cartas”.
Pero para lograrlo, se necesitan más que buenas ideas: hace falta inversión coordinada, plataformas de testeo abiertas, colaboración entre startups y grandes empresas, y un marco regulador que reconozca la superconductividad como tecnología crítica para la soberanía energética, médica y científica del continente.
Bordry: de Tevatron a MRI, criogenia y cadenas de valor
La historia de la fusión está íntimamente ligada a la evolución de tecnologías que hoy consideramos esenciales en otros campos. Una de las voces más autorizadas en trazar esta genealogía es la de Frédéric Bordry,. Su intervención es un recorrido lúcido por cómo la investigación fundamental en física de partículas ha servido de motor para el desarrollo de soluciones tecnológicas con amplio impacto social e industrial.
Bordry recuerda cómo el Tevatron del Fermilab, activado en 1983, fue el primer acelerador de partículas en utilizar imanes superconductores a gran escala (4,4 teslas, 100 toneladas de niobio-titanio). Esta innovación no solo fue crucial para la física de altas energías, sino que generó un efecto dominó en otras industrias, en particular la médica. “El Tevatron fue el abuelo de todos los proyectos superconductores. Sin él, no tendríamos resonancia magnética como la conocemos hoy”, afirmó.
En paralelo, los experimentos de fusión en Europa, como el tokamak Tore Supra (hoy WEST), también adoptaron el niobio-titanio y contribuyeron a la innovación en criogenia, especialmente con el uso de helio superfluido a 1.8 K, una tecnología que más tarde sería esencial para el LHC del CERN. Estos desarrollos consolidaron una cadena de valor en torno a los imanes superconductores y la criogenia que se convirtió en infraestructura científica crítica para Europa. Hoy, el reto es replicar esa estrategia, pero en torno a los superconductores de alta temperatura (HTS), que permiten campos más intensos y temperaturas operativas menos exigentes.
Desde su nuevo rol en Gauss Fusion, Bordry defiende una visión industrial de la fusión: no se trata solo de construir un reactor funcional, sino de diseñar desde el principio una arquitectura replicable y mantenible durante 40 años, con cadenas de suministro robustas, componentes modulares y sistemas accesibles para mantenimiento remoto. Esto implica integrar desde el inicio la ingeniería de sistemas, los convertidores de potencia, la criogenia y los imanes en un marco optimizado de operación a largo plazo.
Una de las líneas estratégicas de Gauss Fusion es precisamente la creación de imanes desmontables con conexiones superconductoras, una solución que, aunque no permite cambios instantáneos, sí abre la puerta a intervenciones de mantenimiento planificadas y eficientes. Esta aproximación no solo mejora la operabilidad de los reactores, sino que puede aplicarse también en otros sectores donde el acceso y la modularidad son críticos.
En última instancia, la visión de Bordry va más allá de la fusión. Para él, el verdadero éxito será que las tecnologías desarrolladas para contener el plasma y soportar temperaturas extremas alimenten un ecosistema industrial europeo competitivo, que exporte soluciones no solo energéticas, sino también médicas, aeronáuticas y de infraestructura crítica. “La fusión es la excusa perfecta para empujar el estado del arte en múltiples tecnologías clave. Pero si no estructuramos la cadena de valor desde ahora, llegaremos tarde… otra vez”, concluyó.
Metales líquidos: más allá de la contención del plasma
Si los superconductores son los músculos del reactor de fusión, los metales líquidos prometen ser su piel: una capa viva, dinámica y funcional que protege las estructuras sólidas, absorbe neutrones, reproduce tritio y, potencialmente, contribuye a la conversión térmica. Aunque el uso de metales líquidos en entornos nucleares no es nuevo -experimentos pioneros se remontan a los años 90, como el proyecto APEX en EE. UU.-, su reactivación como solución integrada en reactores de fusión marca una nueva etapa de madurez tecnológica.
Renaissance Fusion ha situado esta tecnología en el centro de su propuesta. En su intervención en Madrid, Diego Cammarano mostró cómo la empresa ha conseguido levitar una capa de 10 cm de galinstan (una aleación de galio, indio y estaño) en una cámara experimental de un metro de diámetro. Este hito experimental demuestra la viabilidad de mantener un metal líquido estable como superficie de contacto con el plasma, sin contenedores físicos, mediante equilibrio magnético y dinámico.
Las ventajas potenciales de esta aproximación son múltiples:
- Blindaje frente a neutrones: los metales líquidos pueden absorber neutrones de alta energía sin dañarse estructuralmente, al contrario que los materiales sólidos. Esto prolonga la vida útil de los componentes clave del reactor.
- Reducción de residuos activados: al evitar que las partes estructurales se activen por radiación, se minimiza la generación de residuos radiactivos de larga duración.
- Producción de tritio: el uso de litio líquido (en particular isótopos como Li-6 y Li-7) permite capturar neutrones y generar tritio in situ, cerrando así el ciclo de combustible deuterio-tritio, uno de los grandes retos de la fusión comercial.
- Modularidad y autoreparación: al ser una superficie fluida, el metal líquido puede autorrepararse ante microdaños, evitando fallos catastróficos en caso de contacto directo con el plasma.
Además del galinstan, Renaissance Fusion trabaja con litio enriquecido y estaño, adaptando la composición del metal en función del objetivo (refrigeración, blindaje, producción de tritio). Como explica Cammarano, la empresa está desarrollando bucles completos de metales líquidos -con bombas de inducción, sistemas de instrumentación, control de acidez y técnicas de separación isotópica- que no solo servirán para sus propios prototipos, sino que podrán licenciarse o suministrarse a otros actores del sector nuclear.
Esta estrategia no es meramente teórica. La empresa ya mantiene conversaciones con centros de investigación, laboratorios nacionales y otras startups de fusión que buscan incorporar sistemas de metales líquidos en sus diseños. De hecho, más de 20 compañías del ecosistema de fusión necesitan actualmente litio líquido o soluciones de refrigeración avanzadas.
Pero el impacto potencial va mucho más allá de la fusión. Los mismos bucles de metales líquidos pueden aplicarse en:
- Reactores de fisión avanzados, como los refrigerados por sales fundidas o metales pesados.
- Sistemas de refrigeración para la industria espacial y de defensa, donde el control térmico en entornos extremos es crítico.
- Tecnologías de blindaje en aceleradores y sincrotrones, que requieren protección frente a flujos intensos de partículas.
Como apunta uno de los participantes del foro, la clave estará en recuperar las lecciones aprendidas en proyectos como APEX y combinar ese conocimiento con las capacidades experimentales actuales.
De CERN a Renaissance Fusion: la historia circular de la transferencia tecnológica
Una de las lecciones más potentes que emergen de la evolución de las tecnologías de fusión es que el conocimiento no se mueve en línea recta. Avanza en espirales. Lo que se aprende en un sector puede transformarse en valor en otro. Lo que se inventa para un experimento de física de partículas puede acabar salvando vidas en un hospital. Y lo que se desarrolla para una máquina de fusión puede alimentar nuevas cadenas industriales más allá del sector energético.
Este patrón circular de transferencia tecnológica es evidente en la trayectoria de varios de los actores clave del ecosistema actual. Tanto Frédéric Bordry como Diego Cammarano encarnan esta sinergia entre mundos. Bordry, con décadas de experiencia en el CERN, donde dirigió la construcción de algunos de los sistemas más complejos jamás diseñados por la humanidad, defiende ahora en Gauss Fusion una visión en la que la ingeniería modular, la fiabilidad operativa y la optimización del ciclo de vida son esenciales desde el diseño de los reactores.
Cammarano, por su parte, dirige una startup profundamente tecnológica, Renaissance Fusion, que adopta principios industriales avanzados para construir componentes clave con usos tanto dentro como fuera del reactor. Sus desarrollos en superconductores, grabado láser y metales líquidos no se entienden sin la experiencia acumulada en décadas de investigación básica y aplicada en instituciones como el MIT, el CERN o el ITER.
Este retorno de la inversión científica a la economía real es también una de las razones por las que las instituciones públicas y los gobiernos están empezando a mirar la fusión con nuevos ojos. Como destaca el informe de la Fusion Industry Association (2024), el crecimiento del sector no depende únicamente de demostrar que se puede generar electricidad a partir del plasma, sino de “convertir cada paso intermedio en una oportunidad económica”.
Y eso es, precisamente, lo que están haciendo muchas de las empresas emergentes más prometedoras: construir laboratorios que no solo sirven para validar conceptos, sino también para ofrecer productos, licenciar tecnologías y establecer colaboraciones industriales. Es el caso de Renaissance Fusion, que está diseñando líneas de negocio específicas para cables superconductores, imanes industriales, sistemas de criogenia y bucles de metales líquidos. Cada uno de estos elementos es potencialmente transferible a sectores como la medicina, la industria aeroespacial, la defensa o la energía nuclear convencional.
Pero también es el caso de Kyoto Fusioneering, una empresa que no desarrolla reactores, sino que se ha posicionado como proveedor de componentes críticos (como sistemas de calentamiento por gyrotrones, ciclos térmicos y combustibles D-T), con un enfoque modular y exportable. Su modelo de negocio se basa precisamente en aprovechar la experiencia de múltiples disciplinas para acelerar la comercialización de tecnologías transversales a la fusión.
Este enfoque se apoya en una premisa clave: la máquina de fusión no es solo un fin en sí misma, sino un ecosistema que puede generar retornos antes de que la electricidad fluya a la red. La transferencia tecnológica ya no es un efecto colateral deseable; es una estrategia central de sostenibilidad económica e impacto social.
La historia, por tanto, se cierra en círculo: del CERN a la MRI, de la MRI a los superconductores HTS, de estos a la fusión, y ahora, de vuelta a la industria general. Una espiral virtuosa de innovación que convierte cada avance científico en un multiplicador de oportunidades económicas y tecnológicas.
Europa ante el reto de la soberanía tecnológica
El desarrollo de la energía de fusión no solo representa un desafío científico y de ingeniería, sino también una prueba estratégica para la autonomía tecnológica de Europa. Aunque el continente cuenta con una tradición sólida en investigación nuclear -liderando proyectos como ITER, JET o W7-X-, se enfrenta hoy a vulnerabilidades crecientes en la fabricación y suministro de tecnologías clave, en especial en lo que respecta a superconductores de alta temperatura (HTS) y componentes criogénicos avanzados.
El riesgo no es solo perder competitividad, sino quedar fuera de las cadenas de valor que surgirán en torno a la fusión, igual que ocurrió con los semiconductores o los paneles solares. El informe de la IAEA Fusion Key Elements (2024) insiste en esta idea: sin una base industrial sólida, sin plataformas de prueba compartidas y sin coordinación público-privada, la promesa de la fusión podría cumplirse… en otras regiones del mundo.
Frente a este reto, empiezan a surgir respuestas políticas e institucionales. Alemania ha lanzado el programa “Fusion 2040”, que destina fondos públicos directamente a empresas privadas de fusión y sus proveedores tecnológicos. La Unión Europea, por su parte, trabaja en la creación de un consorcio para canalizar inversiones industriales antes de 2026.
Sin embargo, el esfuerzo no puede limitarse al ámbito macro. Como muestra la experiencia de Renaissance Fusion y Kyoto Fusioneering, las pymes tecnológicas son actores clave en la cadena de valor de la fusión, capaces de innovar rápido, asumir riesgos y establecer sinergias transversales. Pero estas empresas requieren entornos estables, acceso a financiación, laboratorios compartidos y visibilidad internacional.
Finalmente, hay un componente cultural que no debe subestimarse. La visión de la fusión como una tecnología exclusivamente científica, de largo plazo y alto riesgo, ha frenado durante años su desarrollo industrial. Replantear esa narrativa -poniendo el foco en las oportunidades económicas a corto y medio plazo que ofrecen las spillover technologies- puede ser clave para movilizar al ecosistema europeo en su conjunto.
Porque la soberanía tecnológica no se construye solo con grandes proyectos, sino también con una red sólida de capacidades distribuidas, talento formado y colaboración estratégica. Y en ese terreno, Europa aún tiene tiempo… pero no margen para la complacencia.
Conclusión: fusión de ideas para una industria global
La energía de fusión lleva décadas siendo descrita como la fuente energética del futuro. Pero lo que quedó claro en el Future Trends Forum: Fusion Forward es que su impacto ya está ocurriendo, aunque no exclusivamente donde tradicionalmente se esperaba. No es solo una promesa energética; es ya un motor de innovación transversal con capacidad de transformación industrial.
Las spillover technologies asociadas a la fusión están catalizando una nueva generación de soluciones aplicables en medicina, aviación, infraestructura energética, defensa o manufactura avanzada. El reactor puede tardar aún una década en conectarse a la red, pero la revolución tecnológica que lo hace posible ya está generando valor.
Este fenómeno exige un cambio de mentalidad: dejar de pensar la fusión como un objetivo binario (éxito o fracaso) y empezar a verla como una plataforma de innovación industrial. Un ecosistema donde cada avance puede derivar en productos exportables, empresas rentables y empleo cualificado.
Además, pone sobre la mesa una oportunidad estratégica: Europa, si moviliza sus capacidades científicas, industriales y políticas de forma coordinada, puede liderar en fusión y usarla como palanca de soberanía tecnológica en sectores críticos. Pero eso requiere una apuesta decidida: invertir tanto en grandes máquinas como en laboratorios intermedios, cadenas de suministro propias, y plataformas de colaboración público-privada con visión de futuro.
Como han demostrado empresas como Renaissance Fusion, Gauss Fusion o Kyoto Fusioneering, el camino no pasa únicamente por construir “el primer reactor que funcione”, sino por crear una economía de la fusión, donde el valor se genera antes, durante y después del plasma.
En definitiva, la fusión de ideas -entre ciencia e industria, entre lo público y lo privado, entre sectores- será tan importante como la fusión misma. Si se consolida esta visión sistémica, el sector podrá ofrecer, además de energía limpia en 2035, innovación industrial en 2025, empleo cualificado en 2026, y soberanía tecnológica en 2030.
La era de la fusión ha comenzado. Pero su mayor contribución puede no estar en los megavatios, sino en las ideas que ya están cambiando la industria global.
Este artículo es parte del análisis que hemos realizado desde la Fundación Innovación Bankinter. El informe completo, Energía de Fusión: una revolución energética en marcha, recoge las aportaciones de más de veinte expertos internacionales y define los cinco ejes críticos para escalar la energía de fusión como motor climático, económico y tecnológico.
Descárgalo aquí y descubre en detalle cómo podemos construir hoy el sistema energético de mañana.
Y si te interesa seguir explorando esta transformación, no te pierdas las próximas entregas de la serie Fusion Forward, donde seguimos acercando a la sociedad -con rigor y visión- las claves del futuro energético que ya se está diseñando.