Energia
Fusión e industria: claves para una colaboración público-privada que acelere el futuro energético
¿Qué necesita la energía de fusión para convertirse en una realidad industrial? Carlos Alejandre y María Teresa Domínguez analizan cómo los modelos de colaboración público-privada pueden escalar el sector y generar valor en Europa mucho antes de llegar a la red
La energía de fusión vive un momento crucial. Ya no se trata solo de alcanzar la ignición o mantener el plasma confinado: el gran reto ahora es cómo transformar décadas de investigación científica en una infraestructura industrial escalable, viable y sostenible. Para ello, las alianzas público-privadas son el elemento estructural que permitirá pasar del laboratorio al mercado.
En el Future Trends Forum «Energía de Fusión: una revolución energética en marcha«, la Fundación Innovación Bankinter reunió a expertos internacionales para abordar precisamente este desafío. Entre las intervenciones más esperadas estuvieron las de Carlos Alejaldre, presidente del consejo de gobierno de Fusion for Energy -la organización que canaliza los recursos europeos hacia el desarrollo de la energía de fusión- y científico emérito del CIEMAT, y María Teresa Domínguez, directora del Área de Negocio de Proyectos Avanzados, I+D+i y Nuevas Construcciones Nucleares en Empresarios Agrupados. Ambos aportaron una mirada profundamente práctica y estratégica, basada en décadas de experiencia directa en grandes proyectos nucleares.
Si quieres ver la ponencia de Carlos Alejandre, puedes hacerlo en este vídeo:
Carlos Alejaldre: «Public-Private Collaboration in Fusion» #FusionForward
Si quieres ver la ponencia de María Teresa Domínguez, puedes hacerlo en este vídeo:
Maria Teresa Domínguez: «Public-Private Collaboration in Fusion» #FusionForward
Lecciones del pasado: cómo España creó un modelo propio
Carlos Alejaldre ofrece un repaso a la historia poco conocida de cómo España desarrolló, en los años 80, un modelo pionero de colaboración público-privada en fusión. En lugar de limitarse a participar en programas internacionales enviando personal científico, el CIEMAT -entonces Junta de Energía Nuclear- apostó por construir en España una infraestructura experimental propia: el stellarator TJ-II, un dispositivo de confinamiento magnético de plasma.
Esta decisión no fue fácil. Supuso ir contra las directrices políticas del momento y asumir el reto de construir una infraestructura de alta complejidad tecnológica desde cero. Pero resultó ser una apuesta ganadora. Más del 60% de los componentes del stellarator fueron fabricados por empresas españolas, muchas de ellas sin experiencia previa en el sector nuclear.
¿Cómo fue posible? Alejaldre lo resume así: “Nuestros ingenieros trabajaron codo a codo con las empresas. No subcontratamos, co-construimos conocimiento”. El resultado fue doble: se completó el proyecto con éxito y las empresas adquirieron competencias que luego exportaron a centros como el CERN o el Max Planck Institute for Plasma Physics (IPP).
El momento del inversor es ahora
Desde una perspectiva más empresarial, María Teresa Domínguez lanza un mensaje directo: el calendario de la fusión obliga a tomar decisiones hoy. Si se quiere tener fusión en la red en la próxima década, como aspira el ecosistema europeo, hay que realizar inversiones masivas desde ya mismo. «En energía nuclear, el tiempo desde que se decide un proyecto hasta que se pone en operación puede superar los 20 años. No se puede esperar a que todo esté maduro para actuar», subraya.
Empresarios Agrupados ha participado en más de 210 proyectos energéticos de distintas tecnologías -convencional, renovable, nuclear- y desde los años 2000 está implicada en proyectos como ITER. Esa experiencia le permite afirmar con rotundidad: “La fusión no es un salto al vacío. Muchas tecnologías están maduras y lo que falta es integrarlas con lógica de sistema”.
Los ingredientes de una colaboración efectiva
Tanto Alejaldre como Domínguez coincidieron en que las colaboraciones público-privadas efectivas no surgen de la nada. Se construyen con base en cinco elementos clave:
1. Visión compartida desde el inicio
Los proyectos deben nacer con un objetivo común claro. No se trata solo de que el sector público financie y la industria ejecute. Se necesita una visión conjunta desde la fase de diseño que incorpore los intereses, capacidades y limitaciones de cada actor.
2. Implicación profunda de la industria
Las empresas no pueden ser meras proveedoras. Deben participar activamente en el desarrollo tecnológico. En el caso del stellarator español, el CIEMAT implicó a la industria desde la fase de concepción del dispositivo, permitiendo una transferencia real de capacidades.
3. Estructuras de financiación adaptadas
Uno de los grandes facilitadores del proyecto español en los 80 fue la existencia de esquemas de cofinanciación por fases, que permitían asumir riesgos progresivos. Retomar este tipo de mecanismos -quizá bajo el paraguas de nuevos fondos europeos para tecnologías estratégicas- podría ser clave.
4. Talento técnico con visión industrial
Alejandre insistió en que muchos de los ingenieros que participaron en el proyecto del CIEMAT fueron formados con mentalidad de sistema, no como especialistas de laboratorio. Esa cultura técnica debe ser reforzada desde la universidad y los centros de investigación.
5. Confianza institucional y continuidad
La colaboración necesita marcos regulatorios estables, agencias bien coordinadas y una política industrial que no cambie con cada ciclo político. Alejandre destaca el papel que puede jugar la Unión Europea como garante de estabilidad y escala.
De la integración tecnológica a la integración territorial
María Teresa Domínguez añade un punto clave: la integración de la fusión no debe ser solo técnica, sino territorial. Para que Europa aproveche las oportunidades de industrialización que ofrece esta tecnología, hace falta pensar en ecosistemas regionales.
«La construcción de una planta de fusión exige mucho más que física del plasma», recuerda. «Hay que pensar en el agua, el terreno, la red eléctrica, los residuos… Toda la cadena de valor se activa desde el primer momento. Es una oportunidad para crear polos tecnológicos en distintas regiones de Europa».
Europa tiene la estructura, pero debe cerrar las brechas
Ambos expertos coinciden en que Europa tiene los elementos básicos para liderar la fusión: talento, instituciones, infraestructura científica y capacidad industrial. Pero también alertan de ciertos cuellos de botella:
- Falta una regulación clara para reactores de fusión, que hoy se gestionan bajo marcos pensados para la fisión.
- Los consorcios industriales están aún poco cohesionados y no siempre logran escalar más allá de los proyectos piloto.
- La financiación privada aún es escasa, aunque las spillover technologies pueden ser la vía para atraer inversión.
Conclusión: construir confianza, no solo reactores
La energía de fusión está más cerca que nunca de convertirse en realidad. Pero el reto ya no es solo científico. Es organizativo, industrial, político. Lo que demuestran las experiencias compartidas por Carlos Alejandre y María Teresa Domínguez es que no hay que esperar a que la fusión funcione para crear valor: ese valor puede generarse hoy, si se activan los mecanismos adecuados de colaboración.
Como resumió Alejandre, “si conseguimos que la industria sienta que esto no es ciencia ficción, sino una oportunidad real de negocio, entonces el futuro de la fusión será también el futuro de Europa”.
Este artículo es parte del análisis que hemos realizado desde la Fundación Innovación Bankinter. El informe completo, Energía de Fusión: una revolución energética en marcha, recoge las aportaciones de más de veinte expertos internacionales y define los cinco ejes críticos para escalar la energía de fusión como motor climático, económico y tecnológico.
Descárgalo aquí y descubre en detalle cómo podemos construir hoy el sistema energético de mañana.
Y si te interesa seguir explorando esta transformación, no te pierdas las próximas entregas de la serie Fusion Forward, donde seguimos acercando a la sociedad -con rigor y visión- las claves del futuro energético que ya se está diseñando.