Confianza

Ante el dilema entre recopilar datos y privacidad, ¿Qué opciones tiene la IA?

Ante el dilema entre recopilar datos y privacidad, ¿Qué opciones tiene la IA?

La inteligencia artificial necesita datos para funcionar, pero no todos los datos son necesarios para que cumpla su cometido. La privacidad y su control es esencial.

Imagina por un momento que vas a organizar una cena en tu casa y que uno de los invitados es una inteligencia artificial. ¿Qué le ofrecerías? Seguramente esa inteligencia artificial se relamería ante un buen plato de datos. De hecho, este tipo de herramientas se alimenta de datos. Y como la inteligencia artificial tiene ventajas y desventajas, el manejo que hace que la privacidad de los datos puede convertirse en un arma de doble filo.

La cuestión de los datos

Efectivamente, recopilar datos es esencial para que los sistemas de inteligencia artificial nos ayuden a vivir mejor. Sin embargo, ese concepto suele chocar con la necesidad de preservar nuestra privacidad. En algún rincón del acuerdo de términos y condiciones que aceptas al conectarte a la wifi de un establecimiento, podrías estar autorizando a que recopilen datos sobre tu actividad incluso cuando has abandonado las instalaciones, tal y como refleja el informe de Future Trends Forum sobre Inteligencia Artificial.

¿Hasta qué punto una herramienta diseñada para optimizar nuestra experiencia de compra en un comercio ha de recopilar datos sobre el gimnasio que frecuentamos? Si hablamos de la industria de la publicidad online, que se sustenta sobre el comercio de datos, ¿qué clase de información reciben exactamente los famosos “terceros” sobre nosotros y para qué la utilizan? Si hablamos de sensores y dispositivos conectados, ¿hasta qué punto está a salvo nuestra información personal cuando confluyen Big Data, inteligencia artificial y sensores instalados, por ejemplo, en los espacios públicos de la ciudad en la que vivimos?

Al considerar las ventajas y desventajas de la inteligencia artificial, sin duda, los datos ocupan un lugar central en nuestras preocupaciones. ¿Cómo lo podemos afrontar?

Por un lado, ya se busca la manera de desarrollar sistemas de inteligencia artificial encriptados que permitan el uso de datos sin que sean recopilados, capaces de servir a su propósito manteniendo el anonimato de los usuarios. Por el otro, hay tecnologías ya existentes y ampliamente utilizadas que resultan muy útiles. Todas ellas pueden ayudarnos ante el dilema entre recopilar datos para que la inteligencia artificial pueda funcionar mejor y el respecto a la privacidad de los usuarios.

Privacidad: Anonimización, federación y encriptación

Privacidad: Anonimización, federación y encriptación
Encriptación

Algo tan habitual como la anonimización de los datos es un excelente punto de partida para construir una relación más justa entre ciudadanos e inteligencia artificial.

Según contaba recientemente en el podcast Innoverse Gemma Galdón, fundadora y directora ejecutiva de Eticas, se puede contar con atributos no individualizados que permitan igualmente tomar decisiones. “Anonimizar es un paso imprescindible para no arriesgar datos personales y tener mucha menor complejidad en términos legales”, asegura.

Por otro lado, la experta señala a la creación de sistemas federados frente al uso de bases de datos centralizadas para asegurarse de que los sistemas de inteligencia artificial tienen acceso únicamente a los datos que necesitan en momento determinado. “Así no tienes que acceder a todos los datos de una persona cuando tú, por ejemplo, solamente necesitas conocer su edad”, apunta Galdón.

De esta manera, se puede justificar el acceso a los datos alineándolo con el interés legítimo de la empresa que está detrás. “Solo puedo justificar que tengo acceso y que me interesa acceder a tu edad, pero no a tu estado de salud o a si eres madre o padre o a dónde vives, porque eso no se justifica dentro del ámbito de mi espacio de trabajo o del consentimiento que tengo para realizar un proyecto”, añade la experta.

La encriptación es otra tecnología que puede ayudar enormemente a mantener el equilibrio entre el acceso a datos y privacidad, pero no solo eso. También puede ser muy útil para mantener la información a salvo. “Encriptar tanto en tránsito como en reposo, en origen y destino, es muy importante”, señala Gemma Galdón.

Tecnologías aburridas

Está claro que existen diversas opciones para que la inteligencia artificial pueda acceder a la información que necesita sin arriesgar nuestra privacidad y que las tecnologías que ya se ensayan pueden contribuir mucho en este objetivo.

Incluso en las últimas décadas se han producido progresos tecnológicos que también pueden ser útiles. Sin embargo, no los disfrutamos por nuestra tendencia a perseguir el último hype. Gemma Galdón se refiere a ellos como “tecnologías aburridas” y cree que son ellas las que nos facilitarán más la vida.

Un ejemplo en este sentido es el de las bases de datos que son capaces de interoperar entre ellas. “Acabamos de pasar por una pandemia en la que ni siquiera podíamos contar los fallecidos. Para esto no necesitas una inteligencia artificial, sino bases de datos muy rudimentarias, con sistemas técnicos inventados hace 50 años que te permiten dar un mejor servicio a la población e incluso entender mejor las dinámicas de una pandemia”, apunta Gemma Galdón.

Un gigante con pies de barro

En este sentido, la experta llama a consolidar los cimientos del edificio antes de empezar a colocarle azulejos. “Como siempre estamos invirtiendo en lo siguiente, no lo hacemos lo suficiente en la base de toda esa infraestructura”, advierte la experta.

Como consecuencia, a menudo se construye inteligencia artificial sobre pies de barro porque no se ha creado una buena infraestructura que corra por debajo, capaz de asegurarnos que podemos acceder a datos de calidad y con un formato adecuado que permita compartirlos o utilizarlos en distintos sistemas. “Si no invertimos en lo básico, en estas tecnologías aburridas, todo lo demás es un castillo de naipes”, advierte Gemma Galdón.

En este contexto, la experta apuesta por levantar las alfombras y escrutar el estado de los cimientos tecnológicos. Un diagnóstico que debería realizarse por país y administración para comenzar a arreglar las cosas desde ese punto. Y, sobre todo, para generar la necesaria confianza de los ciudadanos en una tecnología que cada vez les rodeará más.

“Ahí podríamos ver una entrada mucho más segura y robusta de los sistemas técnicos en nuestro día a día, en condiciones que no nos generen desconfianza ni impactos negativos”, finaliza. De esta manera, la balanza entre las ventajas y desventajas de la inteligencia artificial comenzaría a decantarse definitivamente hacia las primeras.

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