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La investigación de base acelera las soluciones de reciclado de residuos

La investigación de base acelera las soluciones de reciclado de residuos

Entrevistamos a Ángel Estévez, alumni de Akademia e investigador científico en el ámbito de la producción de proteínas microbianas y bioplásticos a partir del reciclado de residuos

En la Fundación Innovación Bankinter estamos muy orgullosos de los alumni que han participado en nuestro programa Akademia.El programa cuenta con un diseño e implementación que lo hace único: desde el proceso de selección de alumnos, pasando por el contenido de las sesiones y acabando en los docentes que las imparten. Esto hace que los alumni sean personas con pasión por la innovación y con muchas ganas de aportar nuevos puntos de vista y nuevas soluciones en sus respectivos campos de actuación.
En esta ocasión entrevistamos a Ángel Estévez, investigador científico en el área de sostenibilidad. Ángel estudió Ingeniería Química en la Universidad de Santiago de Compostela y tiene un Máster en Ingeniería Química y Bioprocesos. Acaba de presentar su doctorado sobre bioplásticos y su carrera profesional se ha enfocado en la investigación sobre el uso de biorreactores para comprender la selección, competencia y cooperación microbianas. Ha estado trabajando en el centro de investigación WETSUS, Centro Europeo de Excelencia para la Tecnología Sostenible del Agua, que facilita el desarrollo de conocimientos técnicos punteros a nivel mundial.

Poco antes de entrevistarnos con él, ha comenzado un postdoctorado en Bélgica en el CMET, Centro de Ecología y Tecnología Microbiana, donde va a investigar acerca de la producción de ácidos carboxílicos de cadena corta y media a partir de flujos de del reciclado de residuos agrícolas. Es decir, una investigación fundamental para la economía circular.

A continuación, reproducimos la entrevista que mantuvimos con Ángel:

Tras tu paso por Akademia, ¿cambió tu manera de ver la innovación y cómo llevarla a cabo?

Mi participación en el programa me ayudó básicamente en dos cosas: la primera, enterarme de lo que estaba pasando fuera de la ingeniería química, porque al final, estaba en último curso de carrera y estaba muy volcado en ella. Quería abrirme a aprender nuevas cosas y enterarme de las últimas tendencias y Akademia me resultó muy interesante en este aspecto. La segunda, el conocer a un montón de gente que está interesada en cosas que son a la vez muy parecidas a las tuyas y muy distintas. Me abrió el círculo y me ha dado más perspectiva.

¿Qué es lo que más te gustó del programa y por qué?

La variedad de temas que se trataron. Porque, aunque tenía muy claro lo que me gustaba, mirar hacia varios lados es enriquecedor. Me gustó sobre todo la parte de economía, cómo funciona el sector financiero en lo relacionado con la innovación, porque no tenía ni idea.

Has decidido seguir la carrera investigadora, ¿cómo ha sido la experiencia? ¿qué lecciones aprendidas te gustaría compartir?

La verdad es que al principio no sabía si me gustaría o no la investigación. Me dieron una beca de colaboración en Santiago y fue ahí donde cogí la experiencia para decidir que me gustaba: lo que más me llamó la atención es que tienes la libertad de decidir qué quieres hacer y hacia dónde quieres investigar. En ese sentido, creo que hay paralelismos con el mundo de los emprendedores y las startups, porque eres tú quien puedes crear tu propio futuro.

Desde allí, me fui a Corea del Sur a hacer unas prácticas de Máster y luego a la Universidad de Delf a hacer el trabajo de fin de Máster. Estas experiencias me permitieron conocer cómo se investiga fuera de España. Y me cambió la forma de entender cómo se investiga: hay que entender y proponer desde la base teórica, para luego validar en el laboratorio.

A partir de ahí, me dieron una beca para hacer el doctorado y trabajar en el centro WETSUS, donde estuve cuatro años. Allí decidí definitivamente que la investigación era lo mío. La libertad y la autonomía que tienes investigando a la hora de proponer y realizar tu proyecto y la capacidad de tomar las decisiones finales, me parecen muy interesantes.

En tu campo de investigación, ¿cuáles son las tendencias/aplicaciones más interesantes alrededor del uso de bacterias y bioplásticos?

En mi campo, se trata de investigar las aguas residuales o corrientes residuales, sean sólidas o líquidas. Lo que nos interesa es entender cómo funcionan las bacterias y como puedes aplicarlas para producir algo que sea interesante desde un punto de vista comercial, ahora o en el futuro.

Destacaría cuatro tendencias:

La primera, es la producción de bio plásticos a partir de residuos. Es a lo que me dediqué durante el doctorado. A partir de la corriente residual de las depuradoras y de otras corrientes residuales, como puede ser la fracción orgánica de la basura del día a día en los municipios o corrientes industriales, que tienen un gran contenido de carbohidratos, se trata de utilizar bacterias para producir un polímero que se puede extraer y utilizar como bio plástico, que es lo que se llama hidroxialcanoato.

Hay empresas, sobre todo en Europa, apostando por los bioplásticos. ¿Cuál es la limitación a día de hoy? Que hay un salto muy grande entre la escala piloto y la producción a escala industrial. Las empresas que podrían utilizar los bioplásticos necesitan grandes cantidades para poder probar nuevos materiales y, en el estado del arte actual, existen pocas instalaciones capaces de generarlos. Uno de los casos más avanzados está en Holanda, que ya tiene en producción una planta para crear materiales de demostración para la industria.

En España existen también iniciativas interesantes, como la de la startup VEnvirotech.

Creo que en los próximos diez años existirán plantas a nivel industrial a mucha mayor escala y más allá de los bioplásticos, produciendo materiales utilizables para la industria o la agricultura. Por ejemplo, para extraer fósforo de las aguas residuales. Se ha encontrado que el fósforo de las aguas residuales se encuentra en forma de vivianita, que es magnética, y se puede extraer con grandes imanes. Ese fósforo se podría utilizar para la fabricación de fertilizantes.

Otra tendencia de mucho interés es la producción de ácidos grasos volátiles de cadena media a partir de los residuos. Estos ácidos grasos volátiles se pueden utilizar para alimentación animal, o como intermediarios para producir plástico o proteína microbiana para la acuicultura. Este es el campo en el que yo estoy investigando. Y aquí hay dos líneas de trabajo: una es cómo conseguir descomponer los compuestos orgánicos complejos, para que las bacterias puedan acceder a ellos. La otra, es investigar cómo se comportan las bacterias y cómo compiten entre ellas en diferentes circunstancias, para seleccionar las mejores en la producción de los ácidos grasos volátiles.

Una tercera tendencia es la producción de bioetanol. El problema es que hoy en día se utilizan materias primas como el trigo, que compiten con la alimentación humana.

Y por último, una cuarta tendencia es la identificación y utilización de residuos de alta carga calorífica, susceptibles de generar energía.

Al final, todas las soluciones compiten por el mismo tipo de residuos, y se irán imponiendo en función de su valor comercial.

En todo caso, por poner las iniciativas de bioplástico en contexto, toda la fracción inorgánica de la basura municipal a nivel europeo, produciría el 1% de las necesidades de producción del mercado europeo del plástico. Así que le problema es la sobre producción y el sobre consumo de plástico, por lo que la solución debería ser más hacia el menor consumo y el reciclado. 

¿Cómo se pueden resolver los grandes retos para llegar a una economía circular real, donde los desperdicios tiendan a cero?

El tema central es la mentalidad de la sociedad. Las tecnologías para recuperar materiales y para reciclar, ya existen y cada vez serán más potentes. La solución tiene que venir de dos sitios: uno, desde las administraciones públicas mediante regulaciones, normativas, incentivos y ayudas. Por ejemplo, en la industria de los fertilizantes, ya hay una normativa europea para prohibir el uso de plásticos que no sean biodegradables. El otro, desde la propia sociedad, que debe cambiar sus hábitos de consumo.

Así que, para resolver los grandes retos para una economía circular de verdad, todo se resume en regulación/promoción desde las administraciones públicas y educación.

Iniciativas como el proyecto en el que se enmarca mi actual trabajo, surgen desde la Unión Europea, en este caso, en colaboración con China: desde AgriLoop se quiere mejorar la agricultura circular desde la investigación de base, convirtiendo los residuos agrícolas en nuevas oportunidades económicas, sociales y medioambientales.

¿Se te pasa por la cabeza cambiar la investigación por otra actividad? Si sí, ¿por cuál y por qué?

Nunca descarto pasarme al mundo de la industria, sobre todo por lo difícil que puede llegar a ser conseguir una plaza permanente en el mundo investigador. Pero querer cambiarlo, no. Me interesa no depender tanto de los resultados y poder hacer investigación fundamental. Por supuesto, mi opinión puede cambiar, pero hoy en día, quisiera seguir en la investigación.

¿Qué consejo/s le darías a un estudiante que quiera emprender la carrera investigadora?

Lo más importante es conocer distintos puntos de vista y distintas formas de enseñar y de pensar. En cada sitio donde estudias o trabajas hay una forma de pensar determinada, que te puede condicionar. Conocer distintas formas de pensar te permite tener un abanico más amplio donde elegir.

Y lo siguiente es el inglés, investigues en nuestro país o en el extranjero, es el idioma universal del investigador.

Por último y no menos importante: solicitar todas las becas y ayudas que creas serían buenas para ti y nunca pensar que son inaccesibles. El no ya lo tienes.

¡Muchas gracias Ángel! ¡Y muchos éxitos con tu investigación!

Si quieres conocer los testimonios de otros alumni de Akademia, aquí puedes verlos.

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