Ciencia
Legislar el espacio: los retos a los que se enfrentan los países

Regular los usos del espacio es uno de los mayores desafíos que tiene la industria espacial, en parte porque los acuerdos aprobados a mediados del siglo pasado no previeron esta industria.
“¡El espacio es fácil, está vacío!”, gritaba a una sala el protagonista de una película de ciencia ficción en que necesitaban enviar una nave al núcleo de la Tierra. Y aunque es cierto que impulsarse con un cohete hacia arriba es más fácil que tunelar hacia abajo, la realidad es que la industria espacial sigue siendo un desafío de un calibre nivel civilización. Empezando por el hecho de que hay que legislar el espacio.
El espacio no pertenece a ningún estado, pero cualquier empresa puede explotarlo
En 1967, un par de años antes de que Neil Armstrong colocase la bandera estadounidense sobre la Luna, entraba en vigor el ‘Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes’, gracias al cual los países acordaban, entre otros pactos:
- El espacio podría ser explorado y usado por todos los estados.
- Los cuerpos celestes no pueden ser reclamados por naciones.
- No pueden ser usados con fines militares.
Otros tratados posteriores con aún más firmantes han propuesto acuerdos similares, pero todos ellos dejan fuera del rango de acuerdo un uso clave del espacio: ¿Qué ocurre con individuos o empresas privadas que quieran lanzar misiones de exploración y explotación? Las leyes internacionales rara vez contemplan este uso del espacio y, cuando lo hacen, son ambiguas o permisivas.
En teoría, una empresa podría ir a la Luna, extraer Helio-3 (3He) y traerlo a la Tierra para comercializarlo como combustible nuclear para reactores de fusión limpia. O podría llegar a Marte, buscar una confortable cueva y construir una base planetaria (si soluciona algunos problemas como la falta de atmósfera, la falta de gravedad o la falta de campo magnético, entre otros). También sería posible explotar minerales del cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, ubicando una base de operaciones en Ceres.
Esto, por supuesto, lleva a la pregunta: ¿bajo qué condiciones deben facilitar los gobiernos el acceso al espacio de las empresas privadas? ¿Deben hacerlo? ¿Qué se les debe exigir a cambio? ¿Y cuál será el papel de las agencias espaciales?
Space 4.0, cómo se busca impulsar la comercialización del espacio desde el acuerdo público-privado
Uno de los paradigmas que más tirón tienen es la conceptualización del Space 4.0. Si Space 1.0 fue el estudio temprano de la astronomía; el 2.0 las naciones explorando el espacio próximo a la Tierra (Luna incluida) o Venus y Marte; y el 3.0 fue el que ayudó a consolidar la Estación Espacial Internacional uniendo a Estados Unidos, Europa, Rusia, Canadá y Japón; el Espacio 4.0 consiste en la integración entre los gobiernos, el sector privado, la sociedad y la política, como ya ocurriese en la industria 4.0 sobre la superficie del planeta.
Cuando la Agencia Espacial Europea integra la visión Space 4.0 a los valores humanistas y de derecho europeos, da con el protocolo Space 4.0i:
- La ESA Innova, mediante tecnologías más disruptivas que asumen riesgos.
- La ESA Informa, a través del refuerzo del vínculo con agentes como la ciudadanía.
- La ESA Inspira, mediante el lanzamiento de nuevas iniciativas y programas, tanto a las generaciones actuales como a las futuras.
- La ESA Interactúa a través de asociaciones mejoradas con los Estados miembros, las instituciones europeas, los actores internacionales y los socios industriales.
La visión 4.0 de la ESA integra el espíritu emprendedor de occidente, pero estableciendo obligaciones a las empresas; y modera el papel de los estados que se da en sociedades asiáticas. Persigue una suerte de Zona de Ricitos de Oro en la que queden integradas las oportunidades empresariales y que estas respondan para beneficiar a la ciudadanía.
El despegue de la industria espacial, y el problema de los residuos espaciales
Como puede leerse en el especial Future Trends Forum ‘Comercialización del Espacio‘, la industria espacial española (quinta a nivel europeo) supone un volumen de negocio de 800 millones de euros al año. Eso en un entorno económico no caracterizado precisamente por un elevado crecimiento y dentro de un sector en el que la industria todavía no está consolidada.
En esencia, la industria espacial casi no existe, comparado con desarrollos futuros de explotación minera en otros cuerpos del Sistema Solar, captación solar en el espacio, fábricas y turismo en órbita, viajes entre planetas, etc. La humanidad ha explorado el espacio únicamente con la mirada. Sin necesidad de entrar en el campo de la fantasía, la ciencia ficción ayudó a establecer un camino que la liberalización del espacio ha ayudado a acelerar y empezar a recorrer.
Aunque este camino no está exento de riesgos, a medida que más satélites y sondas son enviados fuera del planeta, la basura espacial crece. Es por ello que uno de los mayores retos de la industria será qué hacer con todos los residuos espaciales, cómo contaminar menos el espacio, cómo reutilizar los cohetes o cómo, si no se puede reducir o reutilizar, cómo poder reciclar esos residuos.