Confianza digital

De usuario a ciudadano responsable: cómo recuperar el control digital 

De usuario a ciudadano responsable: cómo recuperar el control digital 

Tomar consciencia de nuestra ciudadanía digital es necesario para ejercerla, al igual que ocurre con la física. Este es el momento de enseñarla. 

Tomar consciencia de nuestra ciudadanía digital es necesario para ejercerla, al igual que ocurre con la física. Este es el momento de enseñarla. 

Educar a los más jóvenes para ser ciudadanos es algo que llevamos siglos haciendo. La cuestión es que ahora, además de ser ciudadanos físicos, deberán convertirse en ciudadanos digitales. Por eso, al pensar en propuestas para mejorar la educación en España, este aspecto no debería subestimarse. 

Construir una ciudadanía digital 

Efectivamente, ya hace tiempo que no somos solamente ciudadanos físicos, sino también digitales. En el plano físico, nuestra ciudadanía es el fruto de siglos de evolución social y legislativa. Hemos pasado del código de Hammurabi a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de monarquías absolutas a democracias parlamentarias, de los siervos de la gleba a movimientos sociales globales. Es una evolución que ha llevado siglos establecer.  

Lo que ocurre es que en el plano online no hemos tenido todo ese recorrido. Es una ciudadanía que todavía estamos construyendo, un trabajo en el que llevamos apenas un par de décadas. Además, lo hacemos sobre un entorno que evoluciona a toda velocidad, que no conocemos bien, en el que nuestros datos son un bien codiciado y la desinformación campa a sus anchas. 

En este camino, estamos perdiendo el control sobre el plano digital que habitamos. ¿Cómo evitamos esto? El informe Megatrends 2022 apuntaba a la autorresponsabilidad y la concienciación de las personas como un paso esencial para recuperar el control en ámbitos digitales. El primer paso que debemos dar en este camino es saber bien cómo es el terreno que pisamos. 

El conocimiento es poder 

“De entrada, lo que nos falta es conocimiento”. Fernando Bermejo señala este factor como el primero que todavía nos aleja en nuestro objetivo de pasar de ser simples usuarios a convertirnos en ciudadanos digitales. Este experto es profesor asociado del Berkman Klein Center for Internet & Society de la Universidad de Harvard, director de Investigación de Media Cloud, director Ejecutivo y fundador del Media Ecosystems Analysis Group (MEAG) y profesor asociado en la IE University de Madrid.  

“El primer paso para ser ciudadanos digitales, es lo que en inglés se conoce como awareness. Se trata de saber qué está pasando, qué ocurre con las herramientas digitales, cuando te conectas a internet o cuando das información sobre algo. Es decir, se trata de saber”, explica.   

Efectivamente, la industria de internet está construida sobre una estructura compleja y que resulta poco transparente a los usuarios. No tenemos claro cómo funciona internet, cómo es la tecnología que hace posible la red, cómo son los protocolos que utiliza o qué se hace con nuestros datos. 

Entre las propuestas para mejorar la educación en España se podría encontrar precisamente una explicación de estos básicos a los futuros ciudadanos. Esto es algo que ya hace Fernando Bermejo con sus alumnos de IE University, a quienes imparte un curso sobre medición de internet. En él les habla sobre cómo funciona la tecnología de internet por detrás, cómo se desarrollaban los protocolos, o cómo funcionan las cookies y las etiquetas, entre otras cuestiones. 

“También les explico cómo está construida la industria de la publicidad digital para establecer conexiones entre datos suyos que pueden proceder de distintas fuentes”, añade el experto. “No se trata de que vivan desconectados de herramientas como Facebook, Twitter o Google, que tendrán que utilizar en su vida laboral o social, pero, al menos, tienen que saber lo que está pasando. A mí me parece que ese es el primer paso”. 

¿Seguro que merece la pena? 

uso de redes sociales, si o no

Una vez que somos conscientes de cómo es el terreno de juego en el que nos movemos, es el turno de tomar decisiones. Y una de las primeras preguntas que debemos plantearnos es si merece la pena utilizar una herramienta por el precio que estamos pagando a cambio, normalmente a costa de nuestra información personal. 

¿Seguro que merece la pena continuar en esa red social o utilizar esa herramienta gratuita? “Hace años que decidí que no quería estar en Facebook porque consideré que el precio que pagaba como ciudadano por estar allí era más alto que lo que recibía a cambio”, ejemplifica Bermejo.  

Eso sí, se trata de renuncias que suponen un sacrificio. “Cuando me mudé a Copenhague, las comunicaciones del colegio se realizaban a través de Facebook. Y yo decidí no utilizarlo. A cambio, me perdí muchas cosas y pagué un precio”, reconoce el experto.  

Herramientas de confianza, una gran ayuda 

Ponderar los costes y los beneficios de su actividad digital es un ejercicio que los alumnos deben aprender a realizar de manera consciente. También deben conocer las herramientas que tienen a su alcance para mantener el control digital.  

De hecho, entre las propuestas para mejorar la educación en España, un aprendizaje especialmente útil es el de las herramientas que los alumnos pueden utilizar para ejercer su ciudadanía digital con confianza.  

El ciudadano digital debe saber reconocer las alternativas que le facilitan el control digital de sus intereses. Exactamente igual que haría en el mundo físico al buscar una entidad bancaria a la que confiar sus ahorros, pedir referencias a amigos o familiares antes de contratar un servicio o garantías de solvencia a una persona a la que vaya a alquilar una vivienda. 

Ya hay alternativas de este estilo en el mundo digital, como las recogidas en el informe Future Trends Forum sobre Confianza Digital:  

– Soluciones de confianza cero: a esta categoría pertenecen herramientas de anonimato, como buscadores anónimos, conexiones a Internet a través de una VPN (Virtual Private Network), o soluciones basadas en DLTs, con las que las plataformas garantizan las identidades y la disponibilidad de activos cuando se realizan transacciones con desconocidos. 

– Soluciones de confianza cercana: estas herramientas permiten confiar solo en círculos cercanos, conocidos o personas con buenas referencias procedentes de esos círculos.  

– Soluciones de confianza certificada por un tercero: con estas herramientas, las plataformas digitales certifican y aseguran la autenticidad y buen hacer de las otras partes.  

¿Y la sociedad? 

Hasta ahora hemos visto lo que puede hacer una persona para tomar consciencia y responsabilidad sobre su ciudadanía digital. Sin embargo, la acción individual no es suficiente para recuperar por completo el control digital. Hacen falta también respuestas políticas y sociales. Empezando por unas reglas de juego claras y justas. 

El problema es que, como señala Fernando Bermejo, la legislación va, en ocasiones, por detrás del desarrollo tecnológico. “Nos queda todavía mucho trabajo para intentar marcar los parámetros, límites, regulaciones y procesos para que los ciudadanos en el entorno digital no se encuentren a merced de ciertos intereses”, explica. “Hay elementos en los que se puede, digamos, ‘cazar’ el desarrollo tecnológico, ponernos al nivel. También hay elementos en los que necesariamente vamos a estar detrás por la rapidez con la que suceden ciertas cosas”. 

En cuanto a los movimientos sociales, otra manera de ejercer la ciudadanía en la era digital, el panorama ha cambiado mucho. El uso de ciertas herramientas les han conferido un gran poder para amplificar sus mensajes y ejercer influencia. Al mismo tiempo, ha aumentado también la capacidad de otros actores de influir sobre la conversación social. 

“Los movimientos sociales tienen una capacidad de incidencia que no tenían en el mundo de los medios de masas tradicionales. Alguien, por lo tanto, puede penetrar en el discurso, puede conseguir determinados objetivos de formas que antes no tenía a su disposición. Pero al mismo tiempo también hay entidades que tienen una capacidad de controlar, dirigir o manipular el discurso que antes no existía”, ilustra Bermejo. “Me refiero sobre todo a las grandes plataformas. Su capacidad actual para dirigir el discurso social en una u otra dirección, para suprimir o favorecer determinados tipos de discursos es enorme”, concluye. 

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Expertos mencionados en esta entrada

Fernando Bermejo
Fernando Bermejo

Asociado de la facultad en el Berkman Center for Internet&Society de la Universidad de Harvard en Media Cloud

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