Fusión
Tecnologías spillover: lo que la fusión puede transformar más allá de la energía

Aunque la esperada revolución energética todavía está lejos de llegar a la red eléctrica, ya está generando avances tecnológicos con aplicaciones inesperadas.
Durante décadas, la fusión nuclear ha sido una ambición frustrada de la ciencia energética: una fuente limpia, segura e inagotable. Aunque su uso comercial aún está lejos de llegar, su desarrollo está impulsando avances que ya tienen impacto fuera del sector energético. Esta transferencia de conocimiento se conoce como spillover tecnológico: soluciones ideadas para enfrentar los desafíos extremos de la fusión que encuentran aplicaciones inmediatas en otros ámbitos.
Uno de los avances más significativos proviene del desarrollo de imanes superconductores de alta temperatura (HTS), esenciales para confinar el plasma en reactores de tipo tokamak. La empresa inglesa Tokamak Energy ha diseñado una nueva tecnología de aislamiento ultracompacto (Ultra Compact Insulation) que mejora la potencia y estabilidad de estos imanes. Su startup spin-off TE Magnetics, lanzada en 2024, ya está comercializando estos imanes para su uso en sistemas de resonancia magnética (MRI), permitiendo equipos más pequeños, eficientes y accesibles. El primer banco de pruebas a gran escala, Demo4, se activará en la segunda mitad de 2025.
El mantenimiento operativo de los imanes HTS requiere sistemas criogénicos avanzados, capaces de conservar temperaturas cercanas al cero absoluto. Empresas como General Atomics (EE.UU) y Gauss Fusion (Alemania) han desarrollado estas tecnologías para reactores de fusión, pero su aplicación va más allá. De hecho, estas soluciones están siendo adaptadas al transporte criogénico de vacunas, la estabilización térmica en satélites o incluso a sistemas de refrigeración para ordenadores cuánticos. En 2025, el Departamento de Energía de EE. UU. concedió 107 millones de dólares a General Atomics para avanzar en tecnologías clave de fusión, incluidas las criogénicas.
La versatilidad de los imanes HTS ha llamado la atención también del ámbito militar. En 2025, Tokamak Energy anunció una colaboración con DARPA (agencia de defensa de EE. UU.) para desarrollar sistemas de propulsión silenciosa para submarinos, una aplicación completamente distinta al contexto energético, pero con los mismos fundamentos físicos.
Uno de los desafíos de la fusión es encontrar materiales capaces de resistir temperaturas extremas y flujos intensos de neutrones. El proyecto europeo IFMIF-DONES, con sede en Granada, está diseñado precisamente para este fin. Los materiales desarrollados aquí no solo servirán para reactores de fusión, sino también para aeronáutica, turbinas industriales y tecnología solar concentrada. La primera piedra del complejo fue colocada en mayo de 2025 y ya se están firmando contratos con pymes y centros de investigación locales.
Por otro lado, los reactores de fusión requieren sistemas de mantenimiento remoto que funcionen en entornos con alta radiación y calor. Esto ha impulsado el desarrollo de robótica autónoma aplicable al rescate, a misiones espaciales o a industrias peligrosas para el ser humano.
Además, el control del plasma en tiempo real ha exigido nuevas arquitecturas de inteligencia artificial que puedan procesar millones de datos por segundo. Estas soluciones están siendo utilizadas en ciudades inteligentes, redes eléctricas adaptativas y transporte autónomo. También han impulsado mejoras en simulación computacional de alto rendimiento (HPC), con aplicaciones ya activas en el diseño de fármacos, la predicción meteorológica o la gestión financiera.
Finalmente, los láseres de altísima energía desarrollados para el confinamiento inercial en la fusión (como los del laboratorio NIF en EE. UU.) han derivado en herramientas utilizadas en protonterapia, una técnica oncológica más precisa y menos invasiva que la radioterapia convencional. También han contribuido al avance de sistemas de imagen médica con mejor resolución y menor impacto sobre el paciente.
Como evidencia el Future Trends Forum de la Fundación Innovación Bankinter estos spillovers tecnológicos son mucho más que efectos secundarios: son una plataforma estratégica de innovación industrial para Europa. Como ocurrió con el programa espacial o el CERN, los beneficios indirectos pueden llegar antes que el objetivo final y, aunque su uso como fuente energética aún está por llegar, la fusión ya está transformando sectores enteros con sus tecnologías asociadas. Así, Europa puede aprovechar esta inercia para construir liderazgo industrial antes de que el primer reactor comercial entre en funcionamiento.