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Tráfico denso fuera del planeta innovación para eliminar la basura espacial

Tráfico denso fuera del planeta innovación para eliminar la basura espacial

La tecnología y la investigación científica están impulsando la comercialización del espacio y una oportunidad de negocio en nuestro planeta. El espacio está muy cerca, a tan solo 100 kilómetros, una distancia que en coche apenas llevaría una hora pero que en cohete requiere decenas de millones de euros. Salir del planeta es todo un […]

La tecnología y la investigación científica están impulsando la comercialización del espacio y una oportunidad de negocio en nuestro planeta. El espacio está muy cerca, a tan solo 100 kilómetros, una distancia que en coche apenas llevaría una hora pero que en cohete requiere decenas de millones de euros. Salir del planeta es todo un reto y una inversión notable, pero a medida que su coste decae la industria espacial florece, y con ella la basura espacial. ¿Qué haremos con tanto residuo?

La bajada del precio de lanzamiento de cohetes hace que lancemos cada vez más

Cada año que pasa hay más objetos en órbita. Es más, cada año que pasa la diferencia de objetos en órbita con el año anterior es mayor. El tráfico espacial crece de forma exponencial a medida que los lanzamientos previos abaratan los que vendrán después.

Hay una ley no natural que dice que cada vez que se duplican los encargos de un trabajo, su precio cae un 20 %. Hemos lanzado muchísimos cohetes, por lo que en 15 años el coste se ha desplomado un 80 %, así que ahora se lanzan más. Hay más de 10.700 toneladas en forma de 32.540 objetos flotando (literalmente, cayendo) ahí arriba.

El problemilla (creciente) de la basura espacial

En la década de 2000 se lanzaban del orden de 100 satélites anuales. En 2020 se lanzaron más de 1.200. En 2022 se lanzaron más de 2.500. Para 2028 hay agendados, ya confirmados, 1.119 866 satélites. Los desechos crecerán en proporción, y lo hacen por múltiples motivos.

Por un lado, están las cargas arrojadas adrede al espacio, como restos de naves que es mejor eyectar. También misiones espaciales abandonadas. Sin embargo, el residuo más peligroso es el producido mediante eventos de fragmentación: lo que antes era un objeto, ahora son muchísimos.

Esto ocurre cuando un objeto impacta contra otro. Y en un entorno que aumenta su densidad y en la que los objetos se desplazan a decenas de miles de kilómetros por horas, las colisiones son esperables. De hecho, el número de ‘colisiones catastróficas‘ es exponencial tanto si se lanzan más satélites como si no (porque un satélite convertido en fragmentos debido a una colisión con fragmentos genera impactos secundarios con otros satélites).

Basura espacial, residuo espacial, contaminación espacial

El síndrome de Kessler es un estado hipotético en el que la acumulación de residuos espaciales hace que cualquier cohete que lancemos se convierta en fragmentos al no poder escapar de una órbita planetaria repleta de restos espaciales. ¿Cómo limpiamos esta contaminación espacial?

Una de ellas es considerar la basura espacial como algo inútil, y usar técnicas para sacar los objetos de ahí, ya sea empujándolos hacia el espacio o haciéndolos caer al planeta. Pero la más coherente es considerarlos residuos revalorizables. Subirlos ahí ha costado millones de euros por kilogramo, y es más inteligente capturar el residuo para darle una segunda vida.

Algunos proyectos, se están planteando brigadas de limpieza espacial que ayuden a capturar estos fragmentos y restos. Y de formas increíblemente creativas. En algunas versiones, se capturan con redes como si de peces se tratasen. Otras señalan la posibilidad de empujar los fragmentos hacia lugares como la Luna, donde luego abrir plantas de reciclado.

Como señala el informe Megatrends 2024, el espacio al que enviamos los satélites de comunicación es finito, y los expertos señalan que «será necesario regular su asignación de espacio de manera más estricta»: aplicar tarifas de uso de la órbita o endurecer los impuestos sobre los cohetes, algo coherente si se tienen en cuenta sus emisiones. Sin embargo, estos impuestos pigouvianos no parece que vayan a detener un crecimiento exponencial. La humanidad tendrá que buscar soluciones para el tráfico denso fuera del planeta.

¿Y si alguien nos ve?

En uno de los estudios científicos más interesantes en materia de densidad satelital, el físico solar en el Instituto de Astrofísica de Canarias Héctor Socas-Navarro se pregunta ¿Cuántos satélites habrá que poner en órbita para que una civilización con nuestra tecnología nos detecte desde Proxima b? La respuesta es que no demasiados, y sin duda muchos menos de los que tendremos a finales de década.

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