Ciudades

Infraestructuras a la altura de los retos, el ejemplo de las “ciudades esponja” 

Infraestructuras a la altura de los retos, el ejemplo de las “ciudades esponja” 

Un nuevo enfoque busca darle tiempo y espacio al agua para que las ciudades puedan convivir con ella.

Las ciudades futuristas ya se encuentran entre nosotros. Hay muchos ejemplos en el mundo que nos anticipan cómo podrían ser las urbes que habitaremos dentro de unos años. Son las smart cities, que fusionan innovación y tecnología para afrontar los retos que plantea una población urbana que no para de crecer.  

Hong Kong y Singapur son dos de los ejemplos destacados durante el Future Trends Forum dedicado a las ciudades disruptivas y organizado por Fundación Innovación Bankinter. Estas dos megaurbes han apostado por la digitalización de la infraestructura para mejorar el bienestar de las personas. Sin embargo, esto puede no ser suficiente cuando lo que escasea es algo tan básico para la vida como el agua.  

Ciudades futuristas… sin agua 

En cuestión de algunas décadas, Singapur pasó de alojar a la mayoría de sus habitantes en chabolas y con condiciones sanitarias deficientes a ser un ejemplo de sostenibilidad y desarrollo de infraestructuras inteligentes, tal y como explica el Future Trends Forum sobre ciudades disruptivas.  

La planificación a largo plazo y un enfoque de gobernanza urbana dinámica fueron claves en este salto desde el tercer mundo al primero. Hoy, Singapur es el hogar de más de cinco millones de personas y tiene uno de los índices de desarrollo humano más altos del mundo. Es una fija en las clasificaciones de smart cities. Una de esas ciudades futuristas que otras aspiran a imitar en muchos aspectos. 

Sin embargo, Singapur tiene un problema con un suministro tan básico como el agua. Su escasez es un desafío constante, acentuado por el cambio climático, en un enclave con una fuerte presión de consumo industrial. Garantizar el suministro de agua potable es el gran reto que afronta un territorio al que ya no bastan los embalses y cuencas locales para afrontar una sequía. 

Para paliar este problema, Singapur ha apostado por soluciones de gestión inteligente del agua. Por ejemplo, ha implantado el sistema NEWater, que recoge y trata agua usada de los hogares para reutilizarla en industrias de alta tecnología o verterla de nuevo en los embalses. La urbe también busca la manera de reducir la cantidad de energía necesaria para desalinizar el agua del mar.  

Hormigón, asfalto y cambio climático 

Lo que le ocurre a Singapur es un reto latente en muchos otros entornos urbanos del planeta. Estos modelos centrados en el coche fallan cuando aparecen fenómenos como la sequía o las lluvias torrenciales, cada vez más frecuentes y acusados donde antes no lo eran.  

El hormigón y el asfalto que se han utilizado para construir sus infraestructuras son materiales que no se llevan tan bien con el agua como se necesita en un entorno de eventos climáticos extremos cada vez más habituales. En muchos casos, ya no permiten preservar la suficiente cuando no llueve ni canalizarla adecuadamente cuando diluvia.  

Frente a estos modelos, el arquitecto chino Kongjian Yu contrapone otro enfoque, basado en lo que aprendió de niño en su aldea. Ya lo ha llevado a más de 70 urbes en su país de origen y a otros muchos proyectos en el extranjero. 

Ciudades esponja que abrazan el agua 

Kongjian Yu es hijo de campesinos y se crio en un entorno rural en el que se lidiaba constantemente con un clima dominado por el monzón, con inundaciones y sequías constantes. Esta relación con el agua permitió a las gentes del campo desarrollar durante siglos sus propias estrategias para acumularla cuando sobraba y tenerla disponible cuando hacía falta. 

Basándose en este conocimiento ancestral y en las ciencias medioambientales modernas, Kongjian Yu desarrolló su propio modelo, que ahora se utiliza en numerosas ciudades para solucionar el problema del agua. Su concepto de ciudad esponja propone abrazar las tormentas, en lugar de luchar contra ellas con infraestructuras impermeables.  

En esencia, se trata de reservar grandes áreas verdes en las ciudades para que actúen como esponjas. Se trata de parques porosos capaces de absorber el agua en cuestión de horas cuando aparece una lluvia torrencial. También de promover estanques naturales, acequias en las cunetas o recuperar la propia canalización natural de los ríos para controlar y desacelerar el curso natural del agua durante las grandes crecidas e inundaciones.  

Dar tiempo (y espacio) al agua 

El propio suelo permite retener y filtrar el agua. Además de facilitar su gestión, todo esto se traduce en mayor humedad, menores temperaturas y mayor vegetación para promover los procesos ecológicos en las ciudades. A todo esto ayudan otras iniciativas, como el uso hormigón permeable o la instalación de cubiertas verdes, jardines verticales y estanques en los edificios.  

En definitiva, se trata de dar tiempo y espacio al agua para drenarse allí donde cae, en vez de tratar de canalizarla a toda costa con materiales impermeables. Las reglas del juego han cambiado y la situación climática requiere soluciones de bajo impacto y alta resiliencia.  

Las ciudades futuristas son, al fin y al cabo, aquellas que nos ayudan a hacer frente a los grandes retos que nos esperan. Convertirlas en esponjas es, sin duda, un enfoque prometedor en este sentido. 

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