Innovación
¿Qué ha pasado en innovación en lo que llevamos de 2024?

Las megatendencias innovadoras se abren paso este año a base de novedades en campos que van de la legislación al espacio.
Avances en legislación, tecnologías punteras que pisan el acelerador, gestión inteligente de recursos o experimentos en el espacio. Todo esto es lo que está ocurriendo en 2024 en innovación.
Las grandes tendencias de futuro progresan de la mano de científicos, tecnólogos, legisladores y otros profesionales que buscan constantemente un nuevo gran paso para la humanidad. A continuación, veremos una pequeña muestra de lo que ha traído 2024 en innovación.
Legislación: tecnología al servicio de los humanos
Uno de los principales hitos de 2024 relacionados con la evolución no es una tecnología disruptiva o un gran hallazgo científico. Es más bien un paso adelante en la protección de los derechos de las personas ante el imparable avance de la tecnología.
La aprobación este año de la AI Act convirtió a la Unión Europea (UE) en la primera entidad supranacional con una ley para regular la inteligencia artificial. El pasado mes de mayo, el Consejo de la UE daba luz verde definitiva al texto, que se enfoca en la protección de los derechos y la privacidad de los ciudadanos.
Precisamente con este último aspecto tuvo mucho que ver el otro gran hito que se produjo en el Parlamento Español. Los diputados escucharon este año por primera vez a un neurocientífico como Rafael Yuste, experto del think tank Future Trends Forum, abogar por los conocidos como neuroderechos.
Rafael Yuste busca impulsar en España una normativa que proteja la privacidad de los pensamientos de los ciudadanos ante la expansión de los implantes cerebrales. Una tecnología que puede mejorar nuestras capacidades humanas, pero que también plantea dilemas éticos.
La alimentación del futuro se abre paso
El uso de nuevas tecnologías en la agricultura para responder al gran reto de la alimentación sostenible es otra de las grandes tendencias que avanzan inexorablemente.
Los avances son sorprendentes. Un ejemplo de ello es el uso de invernaderos inteligentes, capaces de aumentar el rendimiento de los cultivos, ahorrar agua y adaptarse a las condiciones climáticas. No es ciencia ficción: se están utilizando ahora, en 2024, en Almería.
También la unión de tecnología y cocina nos acerca cada vez más a esa alimentación saludable y sostenible que necesitamos.
Lo hace a través de startups como Notco, que utiliza inteligencia artificial para encontrar combinaciones de ingredientes que imiten el sabor, la textura y la funcionalidad de productos de origen animal. El objetivo consiste en crear alternativas veganas que resulten atractivas. Por su parte, Brightseed usa esa misma tecnología para descubrir nuevos compuestos funcionales a partir de plantas que permiten mejorar la conservación y el valor nutricional de los alimentos.
Un copiloto para nuestra salud
Las aplicaciones de la inteligencia artificial también están llamadas a revolucionar la medicina. De hecho, ya lo están haciendo: no hace mucho hablábamos aquí mismo sobre cómo el Hospital Universitario La Paz de Madrid la utiliza para automatizar procesos rutinarios y mejorar la eficiencia en la atención al paciente.
Este proyecto de la sanidad madrileña utiliza inteligencia artificial para ciertas tareas. Por ejemplo, para generar preinformes de TACs o reducir el tiempo de diagnóstico de enfermedades raras con una precisión del 80-90 %. También la emplea en diagnósticos por imagen, medicina personalizada, genómica avanzada, neurotecnología, oncología o rehabilitación.
QC+IA, la revolución silenciosa
El año 2024 también allana el camino a la “revolución silenciosa” de la unión entre la computación cuántica y la inteligencia artificial (QC+IA). Se producen ya progresos importantes tanto en la escalabilidad de las tecnologías cuánticas como en el diseño de nuevos algoritmos para QC+IA, tal y como recordaba Brian Lenahan en el Future Trends Forum sobre el tema.
Estos nuevos enfoques se conocen como quantum inspired y están llamados a transformar todos los ámbitos de nuestras vidas, de la medicina a la logística, de las finanzas a la educación o la exploración del espacio. Ecosistemas verticales que avanzarán a una velocidad nunca vista.
Mientras, laboratorios y universidades de todo el mundo llevan a cabo proyectos para perfeccionar los ordenadores cuánticos. Este mismo año, IBM está trabajando para crear un superordenador cuántico de 100.000 qubits. Se espera que esté listo en unos diez años y que ayude a abordar algunos de los retos más difíciles de la humanidad.
Cuidar el agua para cuidar la vida
La gestión del agua es otra de las macrotendencias que guían el transcurso de la innovación. Lo es por una doble razón: se trata de un recurso escaso que conviene preservar, pero también es un agente disruptor a causa del cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos.
A esto precisamente debemos el diseño de las conocidas como ciudades esponja, que cuentan con áreas verdes capaces de absorber el agua en cuestión de horas cuando aparece una lluvia torrencial.
También el uso de IoT para monitorizar la gestión del agua en entornos urbanos. Gigantes de la protección de agua como Aqualia utilizan ya tecnología de telecomunicaciones móviles para monitorizar puntos críticos.
A principios de año, la compañía firmó con Vodafone un contrato con 6,5 millones de líneas activas, esto es, puntos de envío de conexiones, capaces de dar servicio cada una de ellas a docenas de puntos de lectura. Permiten acceder a información valiosa para el gestor, pero también para los ciudadanos, que pueden conocer mejor su consumo para tomar medidas de ahorro de agua.
Estudiar la Tierra desde el espacio
Ahora mismo, a unos kilómetros sobre nuestras cabezas, hay laboratorios espaciales que estudian la biología y la química de los sistemas vivos gracias a los datos ómicos. Utilizan tecnologías avanzadas como la secuenciación de ADN y el análisis proteómico para comprender mejor cómo se adapta la vida a la microgravedad, la radiación cósmica y otras condiciones extremas del espacio.
Estos estudios no solo nos permitirán saber cómo sería nuestra vida en el espacio. Sus resultados también pueden aportar información útil sobre los mecanismos de defensa del organismo que podrían llegar a utilizarse para desarrollar nuevas terapias contra el cáncer.