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Antón Bautista: del Sáhara a S&P Global, con la energía como brújula

Antón Bautista: del Sáhara a S&P Global, con la energía como brújula

Ingeniero químico con más de una década de experiencia en entornos extremos, Antón Bautista analiza activos energéticos desde S&P Global. En esta entrevista nos habla de liderazgo, transición energética y de cómo Akademia marcó un punto de inflexión en su forma de pensar

En la Fundación Innovación Bankinter nos enorgullece seguir el recorrido de quienes han pasado por el programa Akademia y hoy impulsan el cambio desde sectores tan diversos como la alimentación, la salud o, en este caso, la energía.

Nuestro protagonista de hoy es Antón Bautista, ingeniero químico y petrolero, que ha trabajado durante años en el desierto del Sáhara liderando operaciones en entornos de máxima exigencia. Hoy forma parte del equipo de análisis de activos upstream -yacimientos de petróleo y gas en fase de exploración y producción- en S&P Global, donde aplica su conocimiento técnico y económico para valorar yacimientos de petróleo y gas en África.

En esta conversación, Antón nos habla de resiliencia, innovación, transición energética y del papel clave que jugó Akademia en su desarrollo profesional. Una charla sin filtros sobre un sector en transformación y sobre cómo mirar el futuro con criterio técnico, cabeza fría y mentalidad abierta.

A continuación te resumimos la entrevista que hemos mantenido con Antón.

Liderar en el Sáhara: lo que aprendes cuando todo es extremo

Trabajar en el desierto del Sáhara no es solo una cuestión de calor extremo o jornadas interminables. Para Antón Bautista, esa experiencia fue una escuela intensa de liderazgo, resiliencia y toma de decisiones. Durante años, alternó roles de ingeniero de operaciones y producción en campos petrolíferos de Argelia, enfrentándose a riesgos reales: accidentes, vertidos, explosiones y decisiones costosas a contrarreloj.

“Pensaba que no iba a ser capaz”, confiesa. La primera rotación fue un reto mental. El estrés operativo se sumaba a condiciones climáticas durísimas, diferencias culturales y una presión constante por cumplir objetivos sin margen de error. Con el tiempo -y gracias al apoyo de su entorno-, Antón no solo resistió: acabó disfrutando del trabajo.

Ese entorno extremo le enseñó a valorar el liderazgo auténtico. “Busco honestidad, empatía, sentido del humor. Gente que lidere con el ejemplo”, resume. También aprendió a improvisar en escenarios donde no hay manual: pozos cerrados durante años, obstrucciones inesperadas, decisiones técnicas que requieren creatividad más que cálculo.

La lección fue clara: adaptarse no es solo aguantar, es transformar la dificultad en una forma de crecer. Y liderar, más que mandar, es inspirar desde lo humano, incluso cuando el termómetro marca 50 grados.

Valor energético en tiempos de transición: un puzle con muchas piezas

¿Dónde invertir y por qué?

Para alguien que evalúa activos upstream a escala internacional, como Antón Bautista, maximizar el valor de un yacimiento va mucho más allá de calcular reservas o estimar costes. Supone entender un ecosistema complejo en el que confluyen geología, geopolítica, infraestructura y contexto local.

«Depende del país, del tipo de activo, de si hay infraestructura, de si es zona estable», resume. No es lo mismo desarrollar un campo de gas a 50 kilómetros de una planta que hacerlo en el mar a 300 de la costa, con necesidad de gasoductos submarinos y permisos inciertos. Las decisiones de inversión —con costes millonarios— están sujetas a una combinación de factores técnicos y políticos que cambian constantemente.

Pensar como un inversor, actuar como un ingeniero

En su día a día en S&P Global, Antón analiza activos energéticos en África. Recibe datos de pozos, reservas y proyectos en bruto, y los convierte en información clara para inversores. Su trabajo consiste en calcular cuánto puede extraerse de un yacimiento, cuánto costaría hacerlo y cuál sería el retorno económico esperado.

Para ello, combina datos técnicos con herramientas de modelado económico. Habla con geólogos, cruza datos históricos, utiliza software de estimación de costes y aplica modelos financieros y fiscales según el país. Su objetivo: definir el escenario de explotación más rentable posible. “Pienso como si fuera el inversor”, explica. “¿Qué opción da más valor con la mínima inversión?”

S&P Global no desarrolla ni explota los yacimientos. Vende el conocimiento. Su equipo transforma datos complejos en inteligencia de mercado que otros usan para tomar decisiones estratégicas. Información muy masticada -como dice Antón- que marca la diferencia en un sector donde cada elección cuesta millones.

Transición energética: entre el pragmatismo y la diversificación

Desde su posición en S&P Global, Antón Bautista tiene una perspectiva privilegiada sobre cómo se está transformando el sector energético a nivel global. Una de las tendencias más claras que observa es la presión por reducir emisiones, un objetivo que ya condiciona muchas decisiones de inversión y desarrollo.

Una de las respuestas más pragmáticas es el creciente interés por el gas natural como combustible de transición. “El metano tiene más hidrógeno por unidad de carbono que el diésel o el carbón. Eso significa más energía con menos emisiones de CO₂”, explica. Aunque sigue siendo un hidrocarburo, su menor huella lo convierte en una opción intermedia frente a otros combustibles fósiles.

A esta tendencia se suma una diversificación progresiva. Muchas empresas del sector tradicional están explorando nuevas fuentes de energía, como los biocombustibles o las renovables, aunque con enfoques variados. “Hay quien apuesta fuerte y quien lo hace de forma más moderada”, matiza Antón.

Lo que está claro es que ya no basta con extraer petróleo o gas: el futuro pasa por construir un mix energético que combine rentabilidad, sostenibilidad y estabilidad. Y en ese terreno, el equilibrio entre innovación y realismo será clave.

Los límites del todo eléctrico

En el debate energético, el “todo eléctrico” suena a solución sencilla, pero Antón Bautista advierte que electrificar todo tiene limitaciones técnicas, económicas y logísticas enormes.

“Cambiar todo a eléctrico implica una inversión en infraestructura impresionante”, afirma. El cuello de botella no es solo la generación, sino sobre todo las redes eléctricas y el almacenamiento. No basta con que haya sol a mediodía: necesitas almacenar esa energía para usarla cuando no hay sol ni viento, y necesitas una red capaz de soportar picos de demanda en escala masiva. “No hay cables instalados para que circule tanta intensidad”, resume.

En países como España -con una alta penetración renovable- aún hay margen, pero en regiones como África, donde muchas zonas no tienen acceso siquiera a electricidad estable, el salto directo a lo eléctrico no es viable sin una inversión colosal. Y, aunque el consumo residencial e industrial pueda adaptarse en parte, los grandes olvidados del “todo eléctrico” son la generación de calor y el transporte de largo radio.

“Puedes electrificar coches, pero no puedes propulsar un carguero solo con baterías. Lo hundes”, bromea. Para aviación o transporte marítimo se necesitan combustibles de alta densidad energética. Y ahí es donde los biocombustibles y otras formas de energía líquida o gaseosa seguirán siendo imprescindibles.

La conclusión es clara: electrificar es parte del camino, pero no la solución completa. Harán falta múltiples vectores energéticos, adaptados a cada uso, escala y territorio.

Renovables, sí… pero con respaldo

Aunque la apuesta global por las renovables es clara, Antón Bautista tiene una visión pragmática sobre sus límites. “Las renovables te dan electricidad, pero la electricidad es solo una parte del consumo energético mundial”, señala. A eso se suma un reto técnico evidente: la intermitencia. “No puedes parar un horno industrial porque es de noche y no hay sol”, explica con crudeza.

En un escenario de transición energética realista, la seguridad del suministro es tan importante como la descarbonización. Y ahí, dice, la energía nuclear juega un papel clave. “Si realmente queremos bajar el consumo de petróleo, la nuclear es imprescindible”, asegura. No lo plantea como un dogma, sino como una conclusión técnica: ofrece una base constante, baja en emisiones y capaz de sostener procesos industriales que hoy siguen dependiendo de combustibles fósiles.

También menciona los costes asociados a fabricar biocombustibles con hidrógeno verde, que pueden ser hasta cuatro veces mayores que con otras fuentes. La tecnología -como los electrolizadores- aún no está lo suficientemente madura ni extendida como para escalar esta solución de forma competitiva.

El futuro pasa por una matriz energética diversificada, con renovables, sí, pero también con gas, nuclear y biocombustibles. Lo importante, insiste, es equilibrar sostenibilidad, coste y fiabilidad. Porque si una fuente falla, lo que está en juego no es solo la energía: es la viabilidad del sistema entero.

Hidrógeno: promesa, pero aún con muchas fugas

Pocas tecnologías generan tanta expectativa como el hidrógeno verde. Pero para Antón Bautista, hay que mirar el tema con realismo: “El hidrógeno es muy inestable, muy pequeño, se fuga y es muy explosivo”. Su experiencia técnica le hace desconfiar de su uso directo como combustible, especialmente en sectores como la aviación. “Yo no me subiría a un avión que funcione con hidrógeno”, afirma sin rodeos.

A nivel técnico, el hidrógeno tiene un amplio rango de explosividad -del 5 al 75% de concentración en aire-, muy superior al de otros combustibles. Además, requiere condiciones extremas para su almacenamiento y transporte: o se comprime a muy alta presión o se licúa a temperaturas criogénicas, lo que implica costes energéticos elevados.

Entonces, ¿cuál es su papel real en la transición energética? “Como combustible directo, no lo veo. Como vector energético, sí”, aclara. La clave está en utilizar el hidrógeno para fabricar otros combustibles más densos y seguros, como biocombustibles sintéticos o e-fuels. Pero ese proceso solo tiene sentido si el hidrógeno se puede producir de forma limpia y barata.

Y ahí llega el gran obstáculo: el coste. A día de hoy, fabricar hidrógeno con renovables -lo que se conoce como hidrógeno verde- es tres o cuatro veces más caro que otras opciones. Los electrolizadores necesarios para convertir electricidad en hidrógeno no están aún preparados para escalar al ritmo que exige el mercado.

Por eso, Antón vuelve a conectar con su visión anterior: “La nuclear es clave para producir hidrógeno libre de emisiones de forma más barata”. Sin esa fuente estable y masiva, el hidrógeno verde sigue siendo una promesa tecnológica… difícil de sostener en términos económicos.

Tecnología e innovación: el motor oculto del oil & gas

Aunque desde fuera pueda parecer una industria inmóvil, el petróleo y el gas son terreno fértil para la innovación tecnológica. Antón Bautista lo tiene claro: “Ves tecnología punta más de lo que crees”. Y no exagera:

Superordenadores para mapear el subsuelo

Un ejemplo concreto: ENI, la petrolera italiana, ha invertido en el quinto superordenador más potente del mundo -el primero de uso industrial en Europa- para analizar datos sísmicos y mapear el subsuelo en 3D. Lo usan para encontrar nuevos yacimientos, pero también para identificar zonas aptas para almacenamiento de CO₂. Con una potencia de más de 600 petaflops y una infraestructura eléctrica dedicada de 15 MW, esta máquina permite avanzar mucho más rápido que la competencia.

IA al servicio de la geofísica

La inteligencia artificial también está entrando en juego. «En S&P Global tenemos software de interpretación geofísica que ya utiliza IA», explica Antón. Los algoritmos aprenden a identificar fallas, trampas geológicas y estructuras complejas a partir de datos sísmicos, acelerando el análisis y aumentando la precisión. En un entorno donde cada día de perforación puede costar millones, esta eficiencia es clave.

Herramientas de vanguardia en campo

La innovación no se queda en los centros de datos. Incluso en países con infraestructuras modestas, como Argelia, Antón ha trabajado con tecnologías ópticas y electromagnéticas aplicada a rocas a miles de metros de profundidad, con resultados en tiempo real. “Veías en superficie si había una bajada de tal parámetro y sabías si ahí podía haber hidrocarburo”, cuenta.

Nuevos modelos de negocio

También hay disrupción en el modelo económico. Uno de los casos que cita Antón es el de una empresa que decidió alquilar una planta flotante para licuar gas en alta mar, en lugar de construir una infraestructura fija en tierra. Esto reduce la inversión inicial y da flexibilidad operativa. “Es un modelo que no existía hasta hace nada”, comenta. La externalización de servicios técnicos avanzados se está consolidando como una forma de reducir riesgo y aumentar la viabilidad de los proyectos.

Fracking y exploración de alto riesgo

Por supuesto, también hay innovación en las técnicas de extracción. El fracking, popularizado en EE. UU. a partir de 2010, cambió las reglas del juego. Y cada vez se exploran zonas más complejas, más profundas y menos estudiadas, donde la recompensa potencial es mayor. La innovación permite acceder a estos recursos con mayor seguridad y menor coste.

En resumen: sí, hay mucho espacio para la disrupción en el oil & gas. Desde IA y supercomputación hasta nuevos modelos de negocio, esta industria -aunque cuestionada- está lejos de estar estancada.

El mix energético del futuro: más renovables, más biogás… y más nuclear

Cuando Antón Bautista piensa en el futuro energético a diez años vista, no lo imagina totalmente renovable, pero sí más diverso, más eficiente y más interconectado. “Habrá más renovables, más almacenamiento y más aprovechamiento de residuos para generar energía”, resume.

Una de las tecnologías con mayor proyección es el biogás, especialmente el que se obtiene a partir de residuos agrícolas o urbanos. Aprovechar el metano que ya se emite -y que tiene un potencial de calentamiento global muy superior al CO₂- no solo reduce emisiones, sino que transforma un problema ambiental en una fuente de energía útil.

En cuanto al almacenamiento, Antón cree que veremos un despliegue mayor de infraestructuras hidroeléctricas reversibles: sistemas que permiten guardar energía excedente (por ejemplo, solar en horas punta) y liberarla cuando más se necesita.

Pero si hay un punto que insiste en destacar es el de la energía nuclear. “Si conseguimos bajar las emisiones, solo lo veo posible con nuclear”, afirma. Lo ilustra con una herramienta que consulta a menudo: Electricity Maps, una plataforma interactiva que muestra en tiempo real la huella de carbono por kilovatio generado en cada país. Los ejemplos más contundentes son Francia, Suecia o Finlandia que suelen tener un mix casi 100% libre de emisiones gracias a la nuclear y la hidroeléctrica.

Te animamos a explorar tú mismo este mapa y comparar países: te ayudará a entender por qué no todo depende de cambiar a renovables, sino de adaptar cada mix energético a su contexto y necesidades.

Desde su experiencia, el gran desafío no está en Europa, sino en las economías emergentes. “En India, China y otros países asiáticos, el carbón sigue siendo dominante. Si no lo sustituyen por nuclear, renovables o gas, no hay forma de descarbonizar”, advierte. Por eso, cree que toda tecnología que reduzca emisiones -aunque no sea perfecta- será bienvenida en un contexto de demanda energética creciente.

De la técnica a la estrategia: las habilidades que marcan la diferencia

En un sector donde los datos, los modelos y los algoritmos mandan, lo que distingue a los buenos profesionales de los que realmente transforman organizaciones son las habilidades humanas. Antón Bautista lo tiene claro: “Saber comunicar bien es clave, sobre todo cuando tienes que explicar la parte técnica a un gerente”.

Su trabajo requiere traducir conceptos complejos en decisiones comprensibles y alineadas con los objetivos de negocio. Y eso solo es posible si se combina conocimiento técnico con empatía, visión global y mentalidad abierta.

Otra habilidad esencial: trabajo en equipo sin silos. “Muchas veces encuentras la solución a un problema hablando con alguien de otro equipo, incluso de otro proyecto. Compartir información, colaborar, pedir ayuda… eso marca la diferencia”, explica. En su experiencia, pensar que “toda la empresa es tu equipo” permite activar redes informales de conocimiento que aceleran soluciones.

También subraya la importancia de ser sociable y mantener conversaciones abiertas. “Hablando, muchas veces encuentras soluciones que no te imaginabas”, dice. Esa capacidad de conectar con otros -más allá del organigrama o del expertise específico- es una ventaja clave en un entorno técnico pero cada vez más interdependiente.

La fórmula parece sencilla, pero no siempre se cultiva: comunicar bien, colaborar mejor, mantenerse curioso. Y entender que el impacto no lo genera una buena simulación, sino lo que haces con ella en el contexto correcto.

Akademia: donde se enciende la chispa

Para Antón Bautista, Akademia fue un punto de inflexión. No solo por lo aprendido, sino por las personas con las que conectó y la mentalidad que desarrolló: “Fue la primera vez que trabajé con gente de otras disciplinas en un proyecto real. Me sacó completamente de lo que estaba acostumbrado”, recuerda.

El programa le permitió colaborar con perfiles muy distintos, abordar retos que no tenían nada que ver con su día a día técnico y descubrir nuevas formas de pensar. “Me abrió bastante la mente. Había gente con una forma de analizar los problemas que me impresionó”, cuenta. Uno de los expertos que más le marcó fue Fernando Alfaro, cuya visión le motivó a cuestionar sus propios esquemas y a mirar el futuro con más amplitud.

Hoy mantiene el contacto con antiguos compañeros y profesores de Akademia. “Es gente que brilla, que siempre está pensando en algo, creando algo. Me inspira”, confiesa.

¿Su recomendación para quien esté a punto de terminar la universidad? Clara y directa: “Que se apunten a Akademia. Les va a sacar de lo habitual, les va a enfrentar a problemas nuevos, y sobre todo, van a conocer a gente buena. Van a aprender muchísimo”.

¡Muchas gracias, Antón! ¡Y muchos éxitos!

Si quieres conocer los testimonios de otros alumni de Akademia, aquí puedes verlos.

Y si quieres saber más sobre el programa Akademia, te invitamos a visitar la web de la Fundación.

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