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¿Podemos guardar los excedentes de la energía eólica o solar en el túnel de una mina?

Almacenar las energías renovables intermitentes puede estar un poco más cerca gracias a la innovación.
¿Cómo te imaginas España en 2050?, ¿un lugar en el que, por fin, se han priorizado las energías renovables y se ha logrado la total descarbonización? ¿Te imaginas, dentro de treinta años, un país verde en el que tus hijos y tus nietos puedan vivir sanos y felices? ¿Qué ejemplos de nuevas tecnologías podrán ayudarte a convertir ese sueño en realidad? Una de ellas serán las que permitan almacenar las energías renovables.
El proyecto del Gobierno de España, ‘Fundamentos y propuestas para una Estrategia Nacional de Largo Plazo‘, quiere pasar del deseo a la consecución de un claro objetivo: uno de los puntos que encontramos en este documento hace alusión a la ‘Descarbonización a Largo Plazo’. Gracias a esta ruta estratégica “se permitiría reducir hasta un 90% las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a 2050 con respecto a 1990” y posibilitar “un consumo final de energía plenamente renovable a mediados de siglo que aumentará la competitividad de la economía española y generará efectos positivos en salud, biodiversidad y adaptación al cambio climático”.
Entre los grandes desafíos para lograr la descarbonización en 2050 se encuentra el del almacenamiento de las energías intermitentes, como es el caso de las energías eólica o solar, y así aprovechar la que sobra para cuando haga falta. Si queremos disfrutar de este tipo de energía de manera continuada, necesitamos almacenarla de modo eficiente para cuando no luzca el sol… o no corra el viento. Es así de simple.
Este problema, por el contrario, no lo presentan las plantas que almacenan carbón o gas natural. Sin embargo, debemos encaminarnos hacia un nuevo modelo energético. Hay que encontrar formas más eficientes de almacenamiento alternativo. ¿Qué ejemplos de nuevas tecnologías encontramos al respecto?
Ejemplos de nuevas tecnologías para almacenar las energías renovables
El modelo de almacenamiento energético actual se basa en costosísimas baterías de iones de litio, que liberan la energía según la necesidad a partir de la electricidad generada por el viento y el sol. El problema principal de este sistema es que la extracción de litio, un recurso con vida finita, supone un gran impacto medioambiental. Por eso se necesita un método alternativo. Empresas como Gravitricity, afincada en el Reino Unido, ya lo están llevando a cabo, con desarrollos basados en la tecnología de bombeo que utilizan las centrales hidroeléctricas.
¿Cómo funciona esta ya habitual tecnología de bombeo? Muy sencillo: mediante dos embalses situados a distinta altura. Cuando hay poca demanda, en las denominadas “horas valle”, una turbina bombea el agua del embalse inferior al superior, gracias a la energía sobrante. De este modo, el embalse superior hace las veces de almacenamiento. Cuando la demanda aumenta, contemplamos el proceso inverso: durante las “horas pico”, el agua acumulada se envía al embalse inferior y se genera energía eléctrica.
Lo que propone Gravitricity es lo siguiente: al igual que en el bombeo, se aprovecha el poder de la gravedad. A través de un pozo vertical de entre 150 y 1.500 metros bajo tierra, un cabestrante eléctrico levanta un peso de 500 a 5.000 toneladas hacia arriba para almacenar la energía eólica o solar que sobre. Cuando la demanda sube, se dejan caer los pesos para convertir esta energía en eléctrica, empleando para ello una serie de generadores.
Esta idea de Gravitricity entronca con la desarrollada por la empresa suiza Energy Vault. En lugar de estar bajo tierra, en Energy Vault se utiliza una grúa de acero de 120 metros de altura, que dispone de seis brazos en la parte superior. Gracias a la gravedad y a 35 toneladas de hormigón,esta empresa es capaz de almacenar y liberar la energía según demanda. Los bloques de hormigón cuelgan de cada uno de los brazos de la grúa en estado descargado. Cuando se detecta sobrante de energía, una cámara localiza uno o dos bloques de hormigón —un material más denso que el agua y que, por tanto, puede almacenar más cantidad de energía—. Entonces, la grúa lo engancha y lo sube gracias a esa energía sobrante. Cuando se necesita electricidad, la grúa baja los bloques de hormigón y la produce.
El sistema está cargado en su totalidad cuando se reúnen los bloques de hormigón en la parte superior de la grúa. La torre puede almacenar 20 MWh, suficientes para dotar de energía a 2.000 hogares en un día completo.
¿Habremos encontrado en el almacenamiento gravitacional la solución al almacenamiento de energías intermitentes? Esta es una duda que no enturbia lo que ya es una realidad: que la sociedad es plenamente consciente de que debemos encaminarnos a un futuro verde y sostenible y que, para ello, ya contamos con ejemplos de nuevas tecnologías que presentan un panorama esperanzador.