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Banco Mundial de Semillas: el backup de la biodiversidad

El Banco Mundial de Semillas en Noruega guarda el depósito de semillas de nuestros cultivos y servirá para mejorar en el futuro la tecnología de alimentos; una garantía para conservar y proteger la biodiversidad de nuestro planeta
En una isla remota del archipiélago de Svalbard, en Noruega, se encuentra la isla de Spitsbergen. Bajo una montaña está el Banco Mundial de Semillas de Svalbard, el futuro de la tecnología de alimentos y baluarte de la biodiversidad del futuro.
La protección de la biodiversidad es uno de los retos más importantes de nuestra civilización en este momento. La biodiversidad conforma el ecosistema, y este soporta la posibilidad de vida orgánica. Es necesario proteger ambos.
¿Qué es la “bóveda del fin del mundo”?
En 2008 el Ministerio Noruego de Agricultura y Alimentos inauguró la llamada “bóveda del fin del mundo”, un edificio ubicado en una isla fría y remota que sirve de respaldo o backup de más de un millón de semillas. Su objetivo es preservar tantas variedades vegetales como sea posible, por si acaso desaparecen de forma acelerada debido a la actividad humana.
Este edificio guarda la memoria de los cultivos de nuestra especie, y en su inauguración la revista Time lo calificó como el sexto mejor invento justo detrás del Gran Colisionador de Hadrones del CERN y detrás también del Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) o el test de ADN de compra en comercio. Servirá para mejorar en el futuro la tecnología de alimentos.
¿Cómo funciona el Banco Mundial de Semillas?
Aunque es propiedad del gobierno de Noruega, se permite a cualquier gobierno el depósito de semillas para el futuro. También la retirada de simientes, que de momento solo ha ocurrido una vez y esperemos que no ocurra pronto de nuevo.
En 2015 la guerra de Siria destruyó el Centro Internacional de Investigaciones Agrícolas en las Zonas Secas en Alepo, y con él las 148 000 variedades de semillas adaptadas a climas áridos. Gracias al banco pudieron recuperarse ocho de cada diez especies, y el suceso hizo que otros gobiernos enviasen semillas a Svalbard.
La importancia de disponer de reservorios
Como explica Stefan Schmitz, experto en seguridad alimentaria, en su charla sobre el tema para FIBK, la diversidad de los cultivos debe ser considerada uno de los pilares en autosuficiencia alimenticia. Actualmente, prácticamente todos los cultivos humanos han sido modificados a lo largo de milenios, y es importante proteger ese legado, así como las variedades silvestres.
Eventos mundiales como el calentamiento global es uno de los grandes destructores de biodiversidad, a los que hay que sumar el arrasar zonas naturales o contaminar las masas de agua. No se sabe cuándo una semilla específica o su genoma será necesario para alimentar a la población del futuro.
El futuro de la industria alimentaria ya se está centrando en las variedades más prometedoras, aunque esto mismo hace que otras que lo son menos pierdan vigencia y dejen de ser cultivadas. ¿Y si se necesitan en el futuro? Para eso está el Banco de Semillas, en el que España depositará más de mil semillas.
Bancos de germoplasma, ¿futuro de la tecnología de alimentos?
A esto se suma la preservación del genoma para futuras hibridaciones o técnicas genéticas que permitan mejorar cultivos, e incluso obtener medicamentos. Conservar los recursos genéticos probablemente sea clave en el futuro de la humanidad. Y por ello hay más de una ‘bóveda del fin del mundo’.
En todo el mundo hay redes de bancos de germoplasma (RGB) como la del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en Argentina o la Red Española de Bancos de Semillas (REDBAG). Estos reservorios permiten conservar la enorme diversidad genética del planeta, incluso ante eventos traumáticos.
El Banco Mundial de Semillas de Svalbard y el resto de bancos son una mezcla entre inversión a futuro y seguro. Es probable que la mayoría de las especies vegetales almacenadas nunca lleguen a ser necesarias. Pero también es seguro que algunas de ellas serán críticas en el desarrollo futuro.