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De ciudades inteligentes a ciudades sabias 

De ciudades inteligentes a ciudades sabias 

La inteligencia surgió de las ciudades cuando el conjunto de datos fue lo suficientemente amplio, la sabiduría aparece como una nueva capa emergente derivada de dicha inteligencia

Desde hace ya décadas es frecuente que las ciudades apliquen capas de pintura digital que perfilan la gestión. En los últimos años, unas pocas ciudades han sabido ir más allá, construyendo capas virtuales sobre las que construir un nuevo tipo de urbanismo. Uno que descansa en los datos como las aceras y cañerías descansan sobre el suelo. ¿Qué es una ciudad sabia y en qué se diferencia de una ciudad inteligente

Datos, información, conocimiento, sabiduría 

Si se sale a la calle a medir la temperatura del asfalto, se puede obtener un dato (67,5 °C). Cuando muchas personas salen a medir al mismo tiempo zonas verdes y asfalto (67,5 °C – 31 °C), obtienen mucha información que, bien trabajada, puede terminar dando lugar a conocimiento (el asfalto atrapa calor y lo libera todo el día, la vegetación aporta frescor). A poco que este se trate con un mínimo de respeto, el resultado de las políticas públicas incluye algo de sabiduría cuando, por ejemplo, se amplía la sombra vegetal

Las smart cities empezaron recolectando datos, que guardaban con celo en islas digitales, para más tarde empezar a usar herramientas libres y compartidas, abriéndose a la transparencia y a sistemas conectados con los que poder obtener no solo información, sino también conocimiento. De tanto en tanto, los gobiernos locales dan con la tecla adecuada para dar el salto del smart al wise, de almacenar datos a usarlos de forma que mejoran la calidad de vida de la ciudadanía. 

Servicios mejorados gracias a los datos recogidos previamente 

Tal y como indica el informe Megatrends 2024, las ciudades adaptativas sabrán usar los datos con sabiduría, desplegando nuevos servicios sobre la infraestructura de datos al igual que hizo la economía de las apps sobre la telefonía 3G y el teléfono inteligente. Los datos son una plataforma, un suelo sobre el que edificar y construir. El propio informe Megatrends, conectado a ChatGPT 4 en la base de un conocimiento más elevado. 

En el horizonte está la posibilidad de que los coches conduzcan solos y hagan honor al título de auto-móviles compartiendo espacio con el peatón de forma segura, el reto de reducir las emisiones globales urbanas, el aprovechamiento de los recursos para crear nuevos modelos circulares. Sí, el espacio urbano es limitado y todas las actividades tienen huella, pero existen múltiples flujos de materiales que pueden conectar sus salidas a entradas de otros flujos. 

Las ciudades sabias también serán aquellas que sepan aplicar los datos, la información y el conocimiento previo. Llevamos más de un siglo analizando de forma científica el tejido urbano, aunque rara vez se aplican las indicaciones científicas. De un tiempo a esta parte, son cada vez más los informes municipales que hacen uso de información y conocimiento consolidado por la academia y las universidades. 

Humanos más IA > Humanos e IA: la ciudad que cuida 

Muy poco después de que las primeras IA reconocieran imágenes, estas fueron usadas en la detección de melanomas, descubriéndose que, aunque la IA reconocía con más acierto algunos tipos de cánceres, los humanos hacían lo propio con otros. Los humanos más la inteligencia artificial, trabajando juntos, eran más potentes que cada uno por separado. Exactamente el mismo patrón emerge en las ciudades sabias

Una ciudad sabia, que sabe usar la información, es una ciudad que cuida a su ciudadanía. Aunque a menudo este tipo de abordajes plantea dudas sobre el binomio seguridad-vigilancia (con cámaras no hay robos, pero es difícil disfrutar de libertad dentro de un panóptico), existen formas de recoger datos anonimizados para construir sistemas que protegen sin ahogar. 

Las ciudades de la inteligencia colectiva 

Los buzones de quejas y sugerencias son herramientas centenarias, y los procesos participativos también. Pero la digitalización de estos conceptos ha dado lugar a una nueva forma de participar y hacer ciudad, una manera de que la ciudadanía forme parte de las instituciones y la ayude a tomar decisiones en función de sus necesidades. 

Los presupuestos participativos, algo tan simple como una página web en forma de blog en la que los ciudadanos y ciudadanas proponen, debaten, discuten y votan propuestas que nacen de ellas mismas, es un ejemplo de uso inteligente de las nuevas tecnologías de telecomunicaciones. 

Las aplicaciones de avisos al ayuntamiento son otra mina de oro. Mediante un sencillo formulario para introducir datos (imágenes incluidas) y una referencia GPS, el ayuntamiento tiene un mapa de calor de todas las afecciones urbanas detectadas por la ciudadanía. Aisladas, son datos. Juntas, son conocimiento. Resueltas, tenemos ciudades capaces de aplicar sabiduría 3.0 al entorno. 

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