Desarrollo Económico
Startups: qué repetiría (y qué no) si volviera a la aceleradora

Emprendedores del programa StartUp de FIBK explican sus experiencias y qué aprendieron de estas importantes herramientas de crecimiento
Felipe Vieira, CEO de Networkme, una plataforma para la gestión de carrera, expresa así su paso por la aceleradora: “Imagina que tienes que atravesar una jungla por primera vez, un guía sería de gran ayuda, ¿verdad? Así es un acelerador para los fundadores primerizos. Conocer a personas increíbles del ecosistema, aprender cosas nuevas y, especialmente, comprender el ‘libro de jugadas de apertura’ son algunos de los beneficios de unirse a un programa de incubadora/aceleradora”. Algo así como crear una startup desde cero, pero con sherpas para sacarla adelante.
Si en el imaginario común las startups ya nacen con el ADN de la innovación, en la práctica lograr convertirse en una empresa de éxito no es fácil, más aún cuando no se tiene experiencia. Como explica Sergio Orozco, CEO de RookieWise, startup que emplea la inteligencia artificial para el sector turístico, “si, como nosotros, vienes del negocio tradicional, al entrar en una aceleradora, debes que tener la mente muy abierta y estar dispuesto a entender las nuevas reglas del juego”.
Así que la pregunta no debería ser solo cómo crear una startup desde cero, sino también cómo sacarla adelante una vez que ha nacido. El objetivo de las aceleradoras es precisamente ese: apoyar a la startup en sus primeras etapas de vida. Como su propio nombre indica, se trata de asesorar adecuadamente al equipo de emprendedores para acelerar las fases de crecimiento y, sobre todo, evitar el fracaso, uno de los riesgos más comunes en las fases iniciales.
¿Qué hay que buscar en una aceleradora?
En concreto, conocimiento de las reglas del mundo empresarial, networking y acceso a capital: son estas las características importantes para determinar la bondad de una aceleradora, ya sea pública o privada.
En cierto modo, se podría comparar una aceleradora con un MBA, un lugar para especializarse, crecer y hacer contactos decisivos. Por eso es importante seleccionar el programa adecuado.
Vieira motiva así su elección: “si tuviera que elegir solo un factor, diría que hay que evaluar con mucho cuidado cómo puede ayudarte a tener éxito y a pasar del punto A al punto B. Si no puede hacer eso, probablemente no sea el programa adecuado para ti”.
Cómo funciona una aceleradora de startups
Una aceleradora suele estar a cargo de emprendedores y mentores. Gran parte del trabajo está enfocado a ayudar a las startups a revisar su modelo de negocio para presentarlo a los inversores. De hecho, mientras la aceleradora ya prevé la existencia de un modelo de negocio y una idea de producto consolidada, la incubadora ofrece sus servicios a realidades que aún no están asentadas (early stage).
En este caso, basta con tener una buena idea para poder empezar a trabajar en ella. Muchas veces, la incubadora también pone a disposición sus espacios. La duración de estos programas normalmente puede variar de 2 a 6 meses. Podemos distinguir dos tipos:
- Programas Semilla: suelen durar entre dos y cuatro meses. Las startups que acceden a ellos cuentan con un producto más desarrollado que las de early stage, pero les falta toda la parte de modelo de negocio y análisis. Como la startup aún se encuentra en una fase delicada de su crecimiento, muy a menudo la aceleradora ofrece al equipo un lugar físico como sede provisional de la empresa.
- Programas Second Stage: las startups ya tienen un modelo de negocio y producto con los que están satisfechas, pero se encuentran en una fase de apertura al mercado. Necesitan darse a conocer a través de networking, comercialización y llegar a los inversores. Normalmente este programa dura entre dos y seis meses, y el enfoque principal está en la productividad.
A esta distinción clásica habría que añadir también las aceleradoras verticales, es decir, aquellas que se centran en un área específica de negocio o industria, como la moda o el food.
La idea general es que las empresas que escogen este camino puedan alcanzar más rápido los objetivos estratégicos gracias a las herramientas, los recursos y también a la red de inversores que se ponen a disposición del programa. De hecho, cada vez son más los business angels que optan por financiar startups integradas en una determinada aceleradora, entendiendo esto como una garantía del potencial de la compañía.
Según Orozco, “formar parte de un programa de aceleración es un sello de calidad y de credibilidad de tu proyecto. Es importante que estés seguro de lo que esperas del programa y que no te apuntes solo a ver qué pasa. Estos programas suelen funcionar cuando el emprendedor lanza problemas concretos, no cuando está esperando una formación generalista, ya que la casuística de cada negocio es diferente y no creo que funcione bien el ‘café para todos’”.
Aprendizajes y errores en un programa de aceleración
Contar con un know-how de expertos y una red importante son sin duda algunas de las principales ventajas para una startup que participa en un programa de aceleración. Además, podrá tener más resonancia a la hora de darse a conocer a los clientes, atraer inversiones y también acceder a financiamientos más importantes. En última instancia, unirse a este camino proporciona más solidez al proyecto.
La aceleradora es también un entorno seguro donde experimentar y aprender, como crear una startup desde cero y controlar errores en etapas tempranas. En particular, explica Orozco, “hay errores tales cómo no definir bien una estrategia de pricing, planificación de ronda, definición de cap table, construcción de equipos de ventas o modelos de gestión interna que, cuanto más tiempo pase, más complicados son de reconducir. En ocasiones esos errores pueden lastrar tu compañía, así que fallar y aprender mucho —y hacerlo cuando antes— es muy importante”.
El CEO de RookieWise detalla así su experiencia: “Nosotros empezamos con un proyecto startup en fases muy teóricas, aún no teníamos ni idea de cómo funcionaba este entorno, así que pasar por una aceleradora se convirtió en algo fundamental para asentar los primeros conocimientos, no cometer errores de novato y tener una visión de las siguientes fases a las que nos íbamos a enfrentar”.
No es indispensable, pero sí muy útil. “Nosotros —relata Vieira— tuvimos mucha ayuda de los mentores de Demium durante los primeros meses del programa. Aun así, creo que lo habríamos logrado también sin la aceleradora, pero nos habría tomado más tiempo. Aprender de los errores de los demás y contar con la ayuda de personas que han estado allí antes seguramente acelera el proceso”.
De hecho, matiza el emprendedor, “si pudiera volver a la aceleradora trataría de aprender al máximo de los mentores y, dado que es un contexto internacional, probablemente intentaría hacer más contactos con personas que participan en el mismo programa, pero en otros países”.
Por su parte, Orozco reconoce que “para sacarle el máximo partido, hay que estar comprometido con el programa, dejar hueco en tu agenda y dedicarle tiempo real a la interacción con mentores y otros fundadores. Aspecto que en esas fases no es sencillo porque sueles tener mil y fuegos que resolver en el día a día”. En este sentido, añade Orozco, “la lección aprendida es hacer un ejercicio previo de los objetivos que quieres conseguir durante el programa y, sobre eso, poner foco y seguimiento para conseguirlos”.
Finalmente, asegura Vieira, “si estás considerando unirte a un programa acelerador, debes hacerlo lo antes posible. Es la fase en la que la incertidumbre está en su punto más alto, y alguna orientación te ayudará a evitar errores de novato para encontrar más rápidamente el producto adecuado al mercado”.