Resumen generado por IA
La energía de fusión, considerada una fuente limpia, segura e inagotable, promete revolucionar el sector energético reemplazando a los combustibles fósiles. Sin embargo, su comercialización ha sido siempre un objetivo a largo plazo. En el Future Trends Forum de Madrid, expertos internacionales analizaron cómo acelerar esta transición, destacando cinco ejes críticos para escalar la fusión como motor climático y tecnológico. En este contexto, Charles Bolden, exadministrador de la NASA y astronauta, compartió su experiencia en la transformación del modelo espacial estadounidense hacia una colaboración público-privada, clave para llevar tecnologías complejas de lo experimental a lo escalable.
Bolden explicó que el éxito del programa espacial comercial radicó en asumir riesgos calculados, financiar por hitos y mantener supervisión estratégica sin controlar todos los detalles operativos. Este modelo permitió la aparición de empresas como SpaceX y la realización de vuelos tripulados comerciales. Aplicando esta lógica a la fusión, Bolden propone un programa similar al COTS para fomentar la colaboración entre sectores público y privado, con financiación competitiva, acceso compartido a infraestructuras y evaluación independiente de avances técnicos.
El reto actual de la fusión es pasar de la viabilidad científica a la integración comercial y escalable en la red eléctrica, generando impacto económico y empleo. Para lograrlo, es imprescindible un liderazgo que fomente la cooperación, una regulación ágil y un compromiso político decidido. La Fundación Innovación Bankinter subraya que la fusión es una oportunidad industrial real que requiere acción inmediata para convertir la promesa en una revolución energética tangible.
¿Qué puede enseñar la NASA sobre fusión nuclear? Charles Bolden explica cómo acelerar la fusión nuclear comercial aplicando modelos de éxito del sector espacial
La energía de fusión lleva décadas prometiendo una revolución energética. Una fuente limpia, segura e inagotable que podría sustituir a los combustibles fósiles sin emisiones ni residuos de larga duración. Sin embargo, su llegada comercial siempre parecía estar a varias décadas vista.
En el Future Trends Forum celebrado en Madrid por la Fundación Innovación Bankinter, más de 20 expertos internacionales analizaron cómo acelerar ese futuro. Fruto de ese encuentro, hemos elaborado el informe Energía de Fusión: una revolución energética en marcha, que define los cinco ejes críticos para escalar la fusión como motor climático, económico y tecnológico.
En nuestra misión de acercar la innovación a la sociedad, continuamos con la serie Fusion Forward. En esta ocasión, nos alejamos de los laboratorios de plasma y los imanes superconductores para escuchar la visión de un referente del sector aeroespacial: Charles Bolden, Ex Administrador de la NASA, Fundador y Presidente Emérito de The Bolden Consulting Group LLC, astronauta con cuatro misiones en el espacio y actual patrono de nuestra Fundación.
Su experiencia liderando la transición de la NASA hacia un modelo de colaboración público-privada -culminada con el lanzamiento de misiones tripuladas comerciales- ofrece lecciones clave para el sector de la fusión. Porque, como él mismo afirma, llevar seres humanos al espacio y poner la fusión en la red comparten el mismo desafío: pasar de lo experimental a lo escalable.
Si quieres ver la ponencia de Charles Bolden en el Future Trends Forum, aquí la tienes:
Charles Bolden: «Supply Chain Innovation Experience of the Space Sector» #FusionForward
¿Qué puede enseñarnos la exploración espacial sobre la energía de fusión?
“¿Qué hago yo en un foro sobre energía de fusión si no soy físico nuclear?”, bromeaba Charles Bolden al iniciar su intervención en Madrid. Pero enseguida deja claro por qué su experiencia es especialmente relevante.
Bolden fue administrador de la NASA entre 2009 y 2017, etapa clave en la transformación de la agencia espacial estadounidense. Bajo su liderazgo, se consolidó el giro hacia un nuevo modelo de exploración espacial, donde el sector privado, además de colaborar con el público, asume tareas que antes estaban en manos exclusivas del gobierno: desde transportar carga a la Estación Espacial Internacional hasta enviar astronautas al espacio.
Ese cambio de paradigma no fue sencillo ni inmediato. Requirió decisiones políticas valientes, estructuras de colaboración innovadoras y una profunda transformación cultural. Hoy, el ecosistema espacial estadounidense es un ejemplo de cómo alinear capacidades públicas y privadas para escalar tecnologías complejas. Y eso -como subraya Bolden- es justo lo que necesita ahora el sector de la fusión.
Del control absoluto al modelo colaborativo: la transición de la NASA
Durante décadas, la NASA tuvo un enfoque centralizado: diseño, construcción, operación y control de todas sus misiones. Pero esa aproximación, aunque eficaz para programas como Apollo o el Shuttle, resultaba demasiado costosa y lenta para una nueva era que demandaba más acceso, más flexibilidad y más eficiencia.
El punto de inflexión llegó a principios de los 2000, cuando la administración Bush impulsó el programa COTS (Commercial Orbital Transportation Services). El objetivo: desarrollar capacidades de carga a la órbita baja mediante contratos con empresas privadas, basados en hitos técnicos y pagos por resultados. Fue una apuesta arriesgada: se trataba de transferir parte de la misión histórica de la NASA a actores emergentes como SpaceX o Orbital Sciences (posteriormente Orbital ATK y hoy dentro de Northrop Grumman).
La clave del éxito, explica Bolden, fue diseñar un modelo con tres principios fundamentales:
- Asunción calculada de riesgos: al tratarse inicialmente de misiones de carga, se permitía cierto margen de error sin comprometer vidas humanas.
- Financiación por hitos: cada pago estaba condicionado al cumplimiento de etapas concretas, lo que incentivaba el rendimiento y evitaba la dependencia de fondos públicos sin resultados.
- Supervisión estratégica, no operativa: la NASA establecía los objetivos y certificaba los logros, pero no intervenía en cada detalle del diseño o desarrollo. El “cómo” lo resolvía el contratista.
Este enfoque generó un ecosistema vibrante de innovación, redujo costes y abrió el camino a los vuelos espaciales tripulados comerciales, que se hicieron realidad en 2020 con la misión Crew Dragon Demo-2 de SpaceX.
Fusión y espacio: un mismo reto de escalabilidad
“Antes del Shuttle, solo podíamos poner a tres personas en órbita. Con el Shuttle, volamos hasta ocho. Esa es la diferencia entre una tecnología limitada y una industria en expansión”, apunta Bolden.
La analogía con la fusión es evidente: hoy, los grandes proyectos de investigación (ITER, NIF, SPARC) están demostrando que la fusión es científicamente viable. Pero falta el siguiente paso: traducir ese conocimiento en sistemas energéticos conectados a la red, seguros, repetibles y comercialmente viables.
Para eso, Bolden propone aplicar las lecciones del espacio al desarrollo de la fusión. Entre ellas:
- No esperar a tener todo resuelto para actuar. el programa COTS comenzó cuando los cohetes privados aún explotaban. Pero el marco permitía aprender rápido, sin comprometer la misión general.
- Diseñar políticas públicas que incentiven la colaboración. la inversión pública debe catalizar el esfuerzo privado, no sustituirlo. El modelo ideal combina subvenciones iniciales con contratos basados en resultados.
- Crear estructuras de gobernanza ágiles. la NASA aprendió a delegar sin perder control estratégico. En fusión, eso implica coordinar estándares regulatorios, licencias, propiedad intelectual y acceso a instalaciones públicas.
- Cambiar la cultura institucional. las agencias espaciales (y ahora las de energía) deben pasar de ser operadoras a facilitadoras. El rol público es habilitar el ecosistema, no monopolizarlo.
¿Un COTS para la fusión? Por qué ahora es el momento
El momento actual recuerda al que vivió el sector espacial hace dos décadas. La tecnología avanza, las startups florecen, los gobiernos empiezan a mover ficha. En 2024, el Departamento de Energía de EE. UU. lanzó el programa Milestone-Based Fusion Development, que seleccionó a ocho empresas para diseñar plantas piloto de fusión, con financiación vinculada a hitos técnicos verificables.
Europa, Japón, el Reino Unido y Corea del Sur también están desplegando iniciativas para acelerar la colaboración público-privada. Y entidades como la Agencia Internacional de la Energía Atómica (IAEA) han propuesto marcos de gobernanza global para armonizar estos esfuerzos.
La propuesta de Bolden es clara: crear un equivalente del programa COTS para la fusión. Una estructura internacional que combine:
- Financiación competitiva por fases, no subvenciones abiertas.
- Acceso compartido a instalaciones de prueba públicas.
- Evaluación independiente de hitos técnicos.
- Compromiso de compartir datos clave, sin eliminar la propiedad industrial.
La meta no es reemplazar a los grandes consorcios como ITER o DEMO, sino complementarlos con iniciativas más ágiles, enfocadas a escalado, que preparen el terreno para una futura industria global de la fusión.
Fusión útil, fusión real: el verdadero legado del espacio
Bolden insiste en un punto clave: el éxito no depende solo de los ingenieros. Requiere líderes capaces de alinear gobiernos, empresas y ciudadanos en torno a una misión común. En el caso de la NASA, fue necesario que un presidente tomara la decisión de apostar por el cambio. En fusión, hará falta algo similar.
“El objetivo no es solo encender una estrella en la Tierra. Es hacer que esa estrella alimente fábricas, hospitales y hogares”, afirma Bolden.
Ese pragmatismo es el que llevó al éxito del sector espacial comercial. Y es el que debe guiar ahora al sector de la fusión. No basta con demostrar que funciona: hay que demostrar que puede escalar, integrarse en el sistema eléctrico, competir en costes y generar empleo. Es decir, convertirse en una tecnología útil.
Conclusión: cambiar el modelo para cambiar el mundo
Charles Bolden no vino al Future Trends Forum a hablar de ciencia, sino de sistemas. De cómo transformar una hazaña tecnológica en un motor económico. De cómo pasar del experimento al impacto.
Su mensaje es claro: la fusión necesita una estrategia industrial, no solo científica. Y esa estrategia debe construirse sobre colaboración público-privada, incentivos alineados, regulación ágil y liderazgo político. Igual que en el espacio.
Porque, como recuerda nuestro patrono, lo más difícil ya se logró: demostrar que es posible. Ahora toca demostrar que es inevitable.
Desde la Fundación Innovación Bankinter, lo tenemos claro: la energía de fusión no es ciencia ficción. Es una oportunidad industrial real. Pero solo si actuamos ya -con visión, colaboración y ambición.
Este artículo es parte del análisis que hemos realizado desde la Fundación Innovación Bankinter. El informe completo, Energía de Fusión: una revolución energética en marcha, recoge las aportaciones de más de veinte expertos internacionales y define los cinco ejes críticos para escalar la energía de fusión como motor climático, económico y tecnológico.
Descárgalo aquí y descubre en detalle cómo podemos construir hoy el sistema energético de mañana.
Y si te interesa seguir explorando esta transformación, no te pierdas las próximas entregas de la serie Fusion Forward, donde seguimos acercando a la sociedad -con rigor y visión- las claves del futuro energético que ya se está diseñando.
Ex Administrador de la NASA, Fundador y Presidente Emérito de The Bolden Consulting Group LLC