Educación
Educar en la incertidumbre: simuladores para formar líderes adaptativos
Cada vez más universidades y empresas utilizan simuladores digitales e inmersivos para
preparar a directivos ante crisis, dilemas éticos o entornos inciertos.
Vivimos en una era en la que lo único seguro es la incertidumbre. Ante entornos VUCA (volátiles, inciertos, complejos y ambiguos) —o incluso BANI (frágil, ansioso, no lineal e incomprensible)— los líderes ya no pueden entrenarse solo con casos de estudio estáticos. Inspirados en los simuladores de vuelo, cada vez más universidades y empresas están recurriendo a entornos digitales e inmersivos que permiten practicar la toma de decisiones bajo presión, aprender del error y reforzar la resiliencia adaptativa.
No sorprende que la UNESCO y el Foro Económico Mundial hayan identificado la
“formación para la resiliencia” como una prioridad educativa y directiva global para 202425. En un mundo donde los riesgos sistémicos se entrelazan, la capacidad de anticipar, adaptarse y refundar estrategias es esencial. La ciberseguridad, sin duda, es uno de los ámbitos que más pone a prueba la capacidad de adaptación y respuesta rápida.
Desde hace años, las organizaciones utilizan simulaciones de crisis a niveles estratégico, táctico y técnico: desde ejercicios tipo tabletop hasta simuladores inmersivos o incluso war games sin aviso previo para poner a prueba la capacidad real de respuesta de los comités de crisis. Estudios recientes sobre plataformas de tipo cyber range —por ejemplo, SCORPION Cyber Range, que integra gamificación y análisis de datos biométricos para adaptar el escenario a la respuesta del usuario— apuntan a una formación cada vez más refinada y personalizada, con entornos permiten practicar decisiones críticas en condiciones controladas.
Más allá de la ciberseguridad, los simuladores también se emplean para entrenar competencias blandas con realismo. En el ámbito del liderazgo y del trabajo en equipo, algunas empresas como la española VRFP, ya ofrecen soluciones que sumergen al participante en crisis ficticias —por ejemplo, un simulador de liderazgo y equipo que traslada a los usuarios a bordo de una nave espacial, con retos que exigen tomar decisiones rápidas, coordinar tareas y adaptarse al contexto.
Estas herramientas reproducen dinámicas de tensión, ambigüedad y conflicto de intereses: ¿a quién escuchar ante información contradictoria? ¿cómo asignar recursos cuando todos los frentes parecen urgentes? El participante no actúa en piloto automático, sino que debe moverse entre liderazgo situacional, escucha activa, delegación urgente y priorización bajo estrés.
En la literatura pedagógica, estas simulaciones se inscriben en la categoría de serious games, donde el propósito es formativo más que de entretenimiento. Clark Aldrich, pionero en simulaciones educativas, sostiene que los juegos serios y simulaciones interactivas ayudan a enseñar capacidades de liderazgo e innovación mejor que muchos métodos tradicionales. En estos entornos controlados se puede pausar, reflexionar, recibir retroalimentación, comparar decisiones y volver a intentar variantes. Eso permite cultivar el llamado “músculo adaptativo”: la habilidad de ajustar la estrategia conforme cambia el contexto.
Algunos programas de innovación educativa como Akademia de la Fundación Innovación Bankinterhan incorporado simulaciones específicamente diseñadas para dilemas en sostenibilidad, reputación o inteligencia artificial. Un ejemplo interesante es el “role play” para explorar futuros de IA, que permite a desarrolladores y responsables de política reflexionar sobre impactos éticos, gobernanza y escenarios de riesgo social.
En ámbitos del management, los simuladores de negocio llevan años demostrando su eficacia, porque favorecen un aprendizaje más profundo al conectar emociones, decisiones y resultados, no solo conocimiento teórico. Integrar simulaciones como complemento práctico permite que los participantes vivan la tensión y la incertidumbre antes de ejercer roles reales. En este sentido, no basta con ofrecer teoría del liderazgo adaptativo, sino que hay que facilitar experiencias dinámicas capaces de fortalecer la convicción de que el futuro ya es presente.
Los simuladores de ciberseguridad, los entornos de liderazgo inmersivo y los role plays de futuro no son modas pasajeras: son herramientas clave para educar en la incertidumbre. Preparar líderes no con certezas, sino con capacidad de navegar lo desconocido.