Agua
El océano: clave para la gestión sostenible del agua en un mundo en crisis

Carlos Duarte nos invita a repensar el papel de los océanos en la gestión global del agua, destacando soluciones innovadoras para enfrentar la crisis climática y garantizar un futuro sostenible para la humanidad.
En un contexto donde el cambio climático, el crecimiento poblacional y la urbanización intensifican la presión sobre los recursos naturales, el agua emerge como uno de los temas más críticos de nuestra era. Frente a este desafío, la Fundación Innovación Bankinter ha convocado el think tank Future Trends Forum: The quest for clean waters, reuniendo a destacados expertos y líderes en la gestión del agua.
En este tercer artículo de la serie, tras el de David Sedlak, quien planteó tres estrategias clave para enfrentar el desafío del agua, y el de Yael Glazer , que nos explicó el nexo agua-energía, Carlos Duarte nos invita a reconsiderar la importancia de los océanos en la gestión del agua.
Carlos Duarte, catedrático de Investigación en Ecología del Mar Rojo en la Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdullah (KAUST) en Arabia Saudita, ofrece una visión profunda de cómo el uso del agua en la tierra influye significativamente en los océanos.
Si quieres ver la ponencia de Carlos Duarte, puedes hacerlo en este vídeo:
“How does our use of water on land affect the oceans?” #WaterForum
Duarte inicia su ponencia con una afirmación sorprendente: el 80% del agua en nuestro planeta proviene del espacio exterior, un “regalo” que llegó a la Tierra tras su enfriamiento inicial. Aunque la mayor parte de esta agua se encuentra en los océanos, Duarte señala que el enfoque humano sobre la gestión del agua a menudo excluye el rol fundamental de los océanos en el ciclo hídrico global.
La interacción entre tierra y océano
El agua que fluye desde la tierra hacia los océanos no solo transporta agua dulce, sino también una variedad de elementos que afectan las propiedades físicas y químicas del océano. Esto incluye sedimentos, sales, nutrientes y contaminantes. Duarte menciona que la entrada de agua dulce altera la salinidad, la densidad y la productividad del océano, lo que tiene implicaciones directas para la circulación oceánica y la pesca.
Uno de los efectos más perniciosos de la intervención humana en este ciclo es la proliferación de zonas muertas en los océanos, áreas donde el oxígeno es insuficiente para sostener la vida marina. Estas zonas, según Duarte, son el resultado de la eutrofización, un proceso causado por el exceso de nutrientes (particularmente nitrógeno y fósforo) que se vierten en el océano desde áreas urbanas y agrícolas.
El legado de la contaminación y los retos actuales
El problema de la contaminación de los océanos no es nuevo. Duarte nos recuerda que el sistema de alcantarillado moderno comenzó en Filadelfia a finales del siglo XIX, un desarrollo que transformó radicalmente el manejo de los desechos humanos, pero también introdujo grandes cantidades de nutrientes y contaminantes en las aguas costeras. Sin embargo, incluso hoy, países desarrollados como Bélgica continúan teniendo problemas graves de tratamiento de aguas residuales. De hecho, Bruselas no comenzó a tratar sus aguas residuales de manera adecuada hasta 2010.
Otro de los temas que aborda el experto es el efecto de los fertilizantes industriales. Durante la Guerra Fría, la interrupción de los suministros de fertilizantes desde la Unión Soviética a varios países del bloque oriental y de América Latina condujo a una mejora significativa en la salud de ecosistemas marinos como el Mar Negro y el Caribe. Este “experimento no planificado” demostró que reducir la cantidad de fertilizantes que llegan al océano puede revertir, al menos parcialmente, algunos de los daños causados por la eutrofización.
Desalinización: solución con desafíos
Duarte también se refiere a la desalinización como una solución fundamental para las áreas con escasez de agua, como Arabia Saudí, donde vive y trabaja. La desalinización ha permitido sostener a una población de 35 millones de personas en una región que, de otro modo, no podría soportar ni el 10% de esa cifra. Sin embargo, la desalinización presenta sus propios problemas, especialmente la producción de salmuera, un subproducto concentrado que, si no se gestiona adecuadamente, puede dañar gravemente los ecosistemas marinos.
La salmuera, según Duarte, puede hundirse en el lecho marino, bloqueando el intercambio de oxígeno y generando áreas hipóxicas que causan la muerte de organismos marinos. A pesar de estos desafíos, el experto ve una oportunidad en el manejo de la salmuera, presentando una innovación reciente: una tecnología desarrollada por la empresa Partanna, que utiliza la salmuera como componente principal en la producción de cemento, un avance que podría reducir significativamente los impactos negativos de la desalinización. Como ventaja añadida, este tipo de cemento elimina grandes cantidades de CO₂ de la atmósfera de forma naturaldurante su fraguado, contribuyendo a los objetivos Net Zero.
El cambio climático y la inseguridad hídrica
Otro de los temas centrales de la ponencia es cómo el cambio climático está alterando los patrones de precipitación, lo que conduce a fenómenos extremos como sequías e inundaciones. En Brasil, por ejemplo, en menos de un año se han registrado tanto récords de niveles bajos en el Amazonas como inundaciones generalizadas. Estas fluctuaciones, además de afectar a la disponibilidad de agua, tienen un impacto devastador en la producción de alimentos, que ya está bajo presión debido a la creciente demanda global.
Duarte advierte que la seguridad alimentaria global está en riesgo a menos que se adopten medidas para gestionar de manera más inteligente nuestros recursos hídricos. Sin embargo, ofrece una solución prometedora: la acuicultura industrial. El 20% de la producción mundial de alimentos ya proviene de la acuicultura, un sector que tiene un impacto hídrico casi nulo y que podría expandirse para aliviar la presión sobre los sistemas agrícolas terrestres.
El océano como fuente de soluciones
Para Carlos Duarte, la clave está en integrar la gestión de los recursos hídricos y alimentarios de la tierra y los océanos. Argumenta que los océanos ofrecen una oportunidad única para producir alimentos de manera sostenible y con una huella de carbono muy baja. Por ejemplo, el cultivo de algas marinas no solo tiene un impacto ambiental positivo, sino que también podría duplicar la capacidad de producción de alimentos del planeta si se desplazara parte de la producción de proteínas animales terrestres hacia el océano.
Una nueva visión para el futuro del agua
Carlos Duarte cierra su ponencia con una reflexión que invita a un cambio de paradigma. Sugiere que es hora de dejar de ver el agua en tierra y los mares como entidades separadas y empezar a gestionarlos de manera integrada. Esta visión “inteligente” del uso del agua, que combina soluciones terrestres y marinas, puede ayudar a mitigar los efectos del cambio climático y podría ser clave para garantizar la seguridad alimentaria y preservar la biodiversidad en las próximas décadas.
En este tercer artículo de la serie sobre el foro The quest for clean waters, queda claro que la solución a los desafíos hídricos y energéticos globales no puede excluir los océanos:
“El agua, lejos de ser un problema, es un regalo que debemos gestionar con sabiduría para asegurar un futuro sostenible para la humanidad.”
Más artículos de la serie sobre el foro The quest for clean waters:
- Estrategias para resolver la crisis hídrica global, por David Sedlak
- El nexo agua-energía: desafíos y soluciones para un futuro sostenible, por Yael Glazer