Foodtech
Año 2050: los retos de la alimentación para 10.000 millones de personas

Un panorama de las oportunidades de la innovación y las tecnologías que definirán el futuro de la alimentación frente a los crecientes desafíos globales.
La población mundial ha alcanzado los 8 mil millones de personas. Las familias de bajos ingresos sufren penurias alimentarias, mientras que la sequía y los conflictos causan hambrunas que afectan a millones de personas. Teniendo en cuenta que esto ya está pasando, ¿cómo será posible alimentar a una población mundial proyectada hacia los 10 mil millones de personas en 2050? La tecnología promete herramientas valiosas, aunque los cambios deben ser culturales, sociales, económicos y políticos.
Uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas es ‘hambre cero en 2050’, pero hay que señalar que el mundo ya produce suficientes alimentos para satisfacer a la población actual. Sin embargo, la sobreproducción, el consumo excesivo y los problemas en la cadena de suministro generan enormes cantidades de desperdicios. La US Food and Drug Administration estima que se pierde entre el 30 % y el 40 % del suministro de alimentos, siendo la principal categoría de bienes que terminan en los vertederos.
The World Counts estima que 800 millones de personas que sufren hambre y desnutrición podrían ser alimentadas con menos de una cuarta parte de los alimentos que se tiran a la basura en Estados Unidos y Europa. Además, cada kilo de sobreproducción representa un desperdicio de agua, energía y mano de obra, mientras que se siguen talando bosques y recuperando tierras para la agricultura y los cultivos industriales.
Según el Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC), la agricultura es directamente responsable de hasta el 8,5 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, y otro 14,5 % se debe al cambio de uso de los terrenos para la producción de alimentos, especialmente la deforestación en los países en desarrollo. Las emisiones aumentan también por el metano producido por el ganado, los cultivos procesados y sus derivados que se transportan a miles de kilómetros antes de ser vendidos.
Un estudio del Potsdam Institute for Climate Impact Research avisa de que si decidiéramos respetar estrictamente los límites planetarios marcados por el Centro de Resiliencia de Estocolmo, sin cambiar el sistema agrícola, sólo podríamos alimentar a 3.400 millones de personas. Sin embargo, si reorganizamos los cultivos y cambiamos nuestra dieta podríamos garantizar la supervivencia de 10 mil millones de personas. Necesitamos aumentar el rendimiento agrícola y minimizar el desperdicio, y la tecnología puede ser de gran ayuda.
La ayuda tecnológica
Las soluciones innovadoras abarcan toda la cadena alimentaria, desde la selección, modificación y germinación de las semillas hasta su cultivo en campo abierto, en invernaderos o en superficie, o incluso en las fachadas de los edificios. Pero también el cuidado químico, robótico o natural de plantas, así como la cosecha, el transporte, el envasado y procesamiento de alimentos. O incluso la creación en laboratorio de alimentos sintéticos o basados en procesos biológicos tradicionales pero reinventados, como la fermentación en seco.

Sin duda, la tecnología puede garantizar mejores prácticas en la producción agrícola actual y futura. En particular, la conectividad digital (a través de satélites públicos y redes LTE y 5G públicas o privadas), los sensores digitales del Internet de las cosas (IoT), los drones, el machine learning (ML), la inteligencia artificial (IA) y la analítica de datos pueden hacer que la agricultura sea más sostenible, minimizando el uso de pesticidas, fertilizantes y agua.
Estas tecnologías conforman la llamada agricultura inteligente, así como la agricultura de precisión. Al implementar sensores de IoT en toda el área de cultivo, las granjas pueden monitorear los niveles de agua y verificar la cantidad de nutrientes en el suelo. Esto garantiza que los fertilizantes y los costosos productos químicos sólo se utilicen cuando sea necesario para aumentar los rendimientos. La red IoT también se puede emplear para monitorear el rendimiento de la maquinaria agrícola y los sistemas de riego, mientras que los drones pueden llevar a cabo controles visuales de rutina.
Un ejemplo de iniciativa privada virtuosa es Smart Agriculture-as-a-Service lanzada por Nokia para mejorar las condiciones de vida de 50.000 agricultores en 10 distritos de los estados de Madhya Pradesh y Maharashtra en India. Para lograrlo se implementaron más de 400 sensores en 100.000 hectáreas de tierras agrícolas a fin de recopilar datos. Los sensores incluyen sondas de suelo, estaciones meteorológicas, trampas para insectos y cámaras para los cultivos. El análisis de los datos ayudará a los agricultores a mejorar los rendimientos de la soja y el algodón, así como a reducir su impacto en el medio ambiente.
La cadena de suministro
Sin embargo, el cambio debe ser ante todo cultural, empezando por una disminución del consumo de carne en favor de una dieta cada vez más vegetariana. Además, resulta difícil entender por qué las fresas deberían estar en los bancos de fruta durante el invierno del hemisferio norte. Afortunadamente, los consumidores, especialmente las nuevas generaciones, son cada vez más conscientes del impacto negativo de estos hábitos y están intentando comprar productos de temporada producidos localmente para reducir la huella asociada al transporte de larga distancia.
Las cadenas de suministro de alimentos son sorprendentemente frágiles. Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), el 75 % de los alimentos del mundo es generado por tan solo 12 plantas y cinco especies animales. Favorecer la biodiversidad en lugar del monocultivo es decisivo para las futuras estrategias agrícolas y garantizar una cadena de suministro resiliente.
En este sentido, la necesidad de seguridad alimentaria ha dado lugar a soluciones tecnológicas en entornos urbanos, como almacenes hidropónicos y granjas verticales. La agricultura hidropónica brinda más control sobre cuándo y dónde se producen los alimentos, ya que no depende del clima o las condiciones climáticas locales y no requiere tierra. La agricultura vertical, por otro lado, se adapta a una alta densidad de ocupación humana y permite cultivo, crecimiento y cosecha durante todo el año.
Se utilizan tecnologías como IA/ML, redes inalámbricas y orquestación de drones para monitorear anomalías. La ventaja de este enfoque es que se pueden controlar y optimizar la temperatura, la luz, la humedad y los fertilizantes, es decir, el clima artificial, al tiempo que se aumenta el número de cosechas por año. La cadena de distribución también es mucho más corta, lo que reduce la carga medioambiental que supone el transporte y envío de productos a largas distancias.
Aún hay que alinear varios factores para garantizar prácticas agrícolas sostenibles y la producción necesaria para alimentar a la creciente población. Estos incluyen cambiar el comportamiento humano y los patrones de consumo, gestionar mejor la producción y el desperdicio de alimentos, garantizar la biodiversidad de los cultivos, apoyar a los agricultores expuestos al cambio climático y repensar los lugares de producción. Sin embargo, la tecnología y la innovación pueden desempeñar un papel importante a la hora de abordar estos desafíos y proporcionar soluciones a largo plazo.