Defensa inteligente: por tierra, mar, aire… y chip
La defensa se enfrenta a una transformación acelerada de sus necesidades tecnológicas, impulsada por la rápida evolución de las capacidades digitales, el aumento de las tensiones geopolíticas y la aparición de amenazas más complejas y distribuidas. Este nuevo contexto redefine el papel de los semiconductores como elemento crítico en prácticamente todos los dominios operativos.
Como señala José Miguel Pascual, “el reto ya no es solo disponer de tecnología avanzada, sino acelerar su incorporación a sistemas de defensa que deben ser más compactos, inteligentes y operativos en el edge”.
En el entorno marítimo y submarino, la protección de infraestructuras críticas -como cables, sensores y sistemas de comunicación- adquiere una relevancia creciente. Tecnologías como la fotónica permiten desarrollar nuevos tipos de sensores y enlaces de comunicación con mayores prestaciones, fiabilidad y resistencia en entornos hostiles. En paralelo, el dominio espacial se consolida como un ámbito estratégico clave: garantizar una navegación y geolocalización seguras, vigilar objetos en órbita y detectar satélites o basura espacial requiere radares de alta potencia y sistemas avanzados basados en semiconductores de radiofrecuencia y fotónicos cada vez más sofisticados.
Aunque la defensa sigue exigiendo tecnologías altamente maduras y certificadas, el margen temporal para incorporarlas se reduce de forma significativa. Esto impulsa una búsqueda sistemática de mejores ratios de tamaño, peso, consumo de potencia y coste (SWaP-C), con sistemas más compactos, ligeros y eficientes, especialmente en el borde, como sensores desplegados en campo o plataformas embarcadas. En este contexto, la inteligencia artificial se desplaza hacia el borde (Edge AI), permitiendo que sensores y sistemas tomen decisiones localmente sin depender de centros de mando remotos.
Todo ello converge en el desarrollo de un “combat cloud”: una arquitectura que integra información procedente de los dominios terrestre, marítimo, aéreo, espacial y cibernético, apoyada en comunicaciones robustas y en semiconductores avanzados desplegados a todos los niveles del sistema.
Para materializar esta visión resulta clave la integración heterogénea, combinando en un mismo sistema chips muy distintos -radiofrecuencia de alta potencia, fotónica, procesadores digitales o memoria- para lograr soluciones compactas, conectadas y de altas prestaciones. Al mismo tiempo, las tecnologías duales desempeñan un papel central: muchas capacidades críticas en defensa proceden de desarrollos civiles, cuyo volumen permite justificar la inversión, mientras que el esfuerzo específico debe concentrarse en aquellos ámbitos que el mercado civil no cubre.