Aplicaciones de neurociencia
Conservar la memoria para envejecer mejor

¿Una vida más larga o una vida más saludable? Sin duda, ambas. Los expertos ya buscan la manera de lograrlas.
Más años… ¿de qué? ¿De vida? ¿De felicidad? ¿De vida familiar? ¿De diabetes? ¿De cáncer? Sí, vivimos más años que nunca y los beneficios de la tecnología en la medicina avanzan a pasos agigantados. Sin embargo, no nos libramos de las enfermedades crónicas asociadas al envejecimiento como es el caso de difultades en la memoria.
¿Cuál es el reto aquí? ¿Alargar la vida o mejorar su calidad? Jay Olshansky, profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Illinois e investigador en el centro de envejecimiento de la Universidad de Chicago, resumía así en el informe sobre Longevidad del Future Trends Forum de Fundación Innovacion Bankinter este dilema: “Hemos sido capaces de retrasar la edad de la mortalidad, porque ésta ha pasado de los 65 a más de 80, pero en ese periodo de alargamiento se han acumulado todos los problemas de salud”.
La paradoja es que la gran mayoría de enfermedades que se dan en esa zona roja son precisamente consecuencia de haber aumentado la esperanza de vida. ¿Qué hacemos entonces? ¿Vivir más, o menos tiempo, pero en mejor estado de salud? Esta es la cuestión que se plantearon los expertos que han participado en el informe Megatrends elaborado por Fundación Innovación Bankinter. Su respuesta es muy clara: hay que lograr ambas metas. No solo se trata de aumentar la esperanza de vida, sino de lograr que esta sea saludable. Y la memoria es un aspecto clave para conseguirlo.
Un fenómeno complejo
A la hora de abordar la longevidad y sus retos, existen distintos enfoques. Es necesario que sea así porque hablamos de una evolución polifacética que acaba impactando en todos los aspectos de la vida de una persona. Eso incluye no solo a su entorno más cercano, sino también a toda la sociedad porque la dependencia lleva asociados unos costes enormes.
En este sentido, el informe sobre Longevidad de Future Trends Forum destaca las implicaciones que tiene este fenómeno sobre aspectos como el mercado laboral, la salud y los propios sistemas de protección social.
Tal y como recuerda el informe Megatrends en su apartado “El futuro cercano del envejecimiento”, el reto no consiste solo en alargar la vida, sino de hacer que su calidad sea mayor a una edad avanzada: si los mayores gozan de una mejor salud y cuentan con los beneficios de la tecnología en la medicina como sus aliados, su grado de independencia se multiplicará. Y, con él, su calidad de vida.
Más vale prevenir…
Uno de los últimos avances más comentados en este sentido es un estudio publicado en Nature por un grupo de investigadores que han aplicado una nueva técnica de estimulación eléctrica no invasiva en el cerebro. Según este estudio, la TACS —estimulación de corriente alterna transcraneal— emite pulsos suaves de electricidad al cráneo a través de electrodos y parece mejorar la memoria de las personas mayores.
Sin embargo, para Jay Olshansky, abordar la longevidad pasa por prevenir antes que curar. Aunque los esfuerzos y beneficios de la tecnología en la medicina se enfocan a buscar una cura a problemas como la demencia, esta no es la mejor estrategia para lograr una vida extendida y saludable, a juicio del experto, ya que son tratamientos que se dirigen a las consecuencias del envejecimiento, en lugar de a las causas.
“En mi opinión alargar la vida tal y como lo estamos haciendo es una estrategia dañina”, destaca. En su lugar, propone junto a otros expertos impulsar la “ciencia gerontológica”, que se dedica en exclusiva a ralentizar el proceso biológico del envejecimiento.
Olshansky no duda en apuntar a la tecnología como la fuerza motriz en la búsqueda de una mayor calidad de vida durante la vejez. El desarrollo de geroprotectores, una nueva generación de agentes terapéuticos que se dirigen a las propias causas del envejecimiento, es el enfoque que defiende este experto.
El experto define estos geroprotectores —diseñados para retrasar o incluso evitar los problemas asociados al envejecimiento— como un factor crítico a la hora de mejorar la calidad de vida durante la vejez. Olshansky considera que la calidad de vida de las personas mayores dentro de 30 años dependerá de si conseguimos desarrollar y popularizar los geroprotectores. “Sin ellos, veo un aumento de la dependencia y la discapacidad, así como muchos más años de convivencia con ambas. Con ellos, veo muchos más años de vida saludable construida, junto a sus beneficios asociados tanto para los individuos como para las sociedades”, indica.

.. y acompañar
El desarrollo de geroprotectores capaces de protegernos de problemas como la demencia o el Alzheimer parece, sin duda, prometedor. Pero, ¿qué hacemos mientras tanto para mejorar la calidad de vida de los mayores?
Stephen Johnston, fundador de Aging2.0, una plataforma que busca impulsar la innovación en torno a la longevidad —junto a otras iniciativas de apoyo a la innovación de impacto como The Colective o Fordcastle— apuesta por una transformación social. “No hay tecnologías ni innovaciones que puedan cambiar las cosas si no evolucionamos hacia una sociedad más equitativa y más igualitaria”, asegura.
De hecho, la apuesta de Johnston como inversor y como consultor se dirige a soluciones que aporten cambios sociales y económicos positivos, antes que a aquellas soluciones tecnológicas que resuelvan problemas concretos de los individuos. Desde entonces, Johnston ha trabajado para que el envejecimiento deje de ser visto como una carga para la sociedad y se contemple como una oportunidad para todos.
Precisamente fue la demencia, una consecuencia del envejecimiento que afecta gravemente a la memoria y la calidad de vida de los mayores que la padecen, la que inspiró a Stephen Johnston a fundar, hace más de diez años, Aging2.0. Lo hizo después de formar parte de un grupo de investigadores patrocinados por un multimillonario que sufría esta enfermedad.
“Como todavía no existen medicamentos contra la demencia, el esfuerzo debe enfocarse a crear redes de apoyo social, tanto para los enfermos como para sus familiares y amigos. En este sentido destacan startups como Unforgettable, que hoy forma parte de la también inglesa Lifted”, destaca Johnston.
Lo que nació como un marketplace de productos relacionados con la demencia ha conseguido mejorar la calidad y accesibilidad de dichos productos, además de promover un grupo de apoyo a familiares que cuidan a personas con demencia, entre otras iniciativas.
Cuestión de hábitos para favorecer la memoria
Por otro lado, recientemente se ha descubierto que la demencia puede prevenirse desde la infancia con hábitos de vida saludables y entornos emocionalmente positivos. Este hallazgo puede ayudar a cambiar completamente la manera en la que se enfoca el manejo de esta enfermedad, al poner el acento sobre factores que no solo sabemos que se pueden modificar, sino también cómo hacerlo.
Uno de los últimos factores en desvelarse es la vista, que aspira a unirse a otros ya reconocidos como la audición. Conservar esta función podría evitar el 1,8% de los casos de demencia, según afirma un grupo de investigadores. Esto se debe al papel fundamental que tienen los órganos sensoriales en el mantenimiento de las funciones del sistema nervioso, entre otras cuestiones como el mantenimiento de la actividad social y física.
Puede parecer un porcentaje pequeño, pero los costes asociados a mantener una buena salud visual son mucho menores que los de padecer demencia. Y esto puede suponer un cambio sustancial en la calidad de vida de los mayores, en la de sus familias y en la economía en general.