En el trabajo del futuro necesitaremos líderes volcados en las personas

El alto nivel de estrés, la desmotivación o el agotamiento son malos compañeros para cualquier profesional y tienen consecuencias graves para las compañías . De hecho, el síndrome del trabajador “quemado” (o burnout) es un concepto que hoy ya forma parte del vocabulario del liderazgo empresarial, directivos y responsables de personas. La lucha contra el mismo es una de las prioridades en cualquier organización.

Con la llegada del trabajo flexible, la detección del burnout se vuelve más compleja y sus consecuencias se detectan más tarde.

Así que lo realmente importante es crear en la compañía una cultura y unos valores que, apoyados en políticas y acciones concretas, persigan el bienestar de la plantilla.

Nos lo explica la experta del Future Trends Forum, Jane Piper, psicóloga organizacional y autora del libro “Focus in the Age of Distraction”, que analiza el impacto de la tecnología digital en nuestro bienestar y formas de trabajar.

Con la pandemia y los distintos confinamientos se ha agravado el problema del burnout. En primer lugar, por la enorme incertidumbre creada. En segundo lugar, porque nos hemos visto inmersos en un repentino “¡¡que teletrabaje quien pueda!!”, con la consiguiente falta de preparación tanto por parte de los profesionales como de las compañías.

Ahora que el trabajo flexible será más común en muchas empresas, es necesario crear el entorno adecuado para conseguir el mayor bienestar posible en la plantilla.

De acuerdo a Jane, el estrés perjudica a habilidades y capacidades de gran importancia en los entornos digitales, tales como la creatividad y la generación de ideas, la flexibilidad o la resolución de problemas.

Para mejorar el bienestar de los profesionales, y hacer que florezcan esas habilidades, Jane Piper aconseja:

1.- Aprovechar el trabajo flexible para mejorar las relaciones sociales con compañeros los días que se va al lugar de trabajo común.

2.- A nivel empresarial, no centrarse en tratar los problemas de falta de bienestar de los individuos como si fuesen problemas personales, sino en implantar políticas que aumenten el bienestar colectivo.

3.- Poner especial cuidado con la conciliación laboral-familiar en entornos de trabajo flexibles para que no se produzcan desigualdades de género, tal y como apuntábamos en una entrada anterior.

4.- Para los líderes y, en general, para los profesionales que coordinan o dirigen grupos de profesionales, se hace necesaria una gran dosis de empatía:  los líderes deben volcarse en las personas y entender las barreras y las dificultades que éstas encuentran para desarrollar su trabajo de la mejor manera posible, de forma que puedan brindar soluciones. En un estudio realizado por Oracle, llama la atención que el 68% de los profesionales preferiría hablar con un robot antes que con su jefe sobre el estrés y la ansiedad en el trabajo.

5.- Enlazando con lo anterior, las empresas podrían, además de mejorar los canales de comunicación interpersonales, utilizar herramientas basadas en inteligencia artificial que permiten ofrecer recursos de salud mental y bienestar para los empleados. Un ejemplo de esto es la propuesta de la tecnológica Ginger: una aplicación de chat con servicios de asesoramiento directo a los empleados. Sus algoritmos analizan las palabras que usa una persona y luego se basan en su entrenamiento de más de dos mil millones de muestras de datos de comportamiento, 45 millones de mensajes de chat y dos millones de evaluaciones clínicas para ofrecer una recomendación.

6.- Por último, y no menos importante, ofrecer a los empleados la máxima autonomía y flexibilidad, no sólo redunda en mejorar el bienestar personal y grupal, sino que también aumenta la retención y atracción del mejor talento.

A continuación puedes ver la ponencia de Jane Piper en la reunión de nuestro think tank ,Future Trends Forum, sobre el futuro del trabajo:

Para acabar, destacamos una curiosidad que resalta la importancia de cuidar de nuestro bienestar profesional: La OMS ha incluido este “síndrome del trabajador quemado” en la nueva Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), aprobada en 2019 y que entrará en vigor el 1 de enero de 2022. Se clasifica como un “fenómeno ocupacional”, para que las empresas pongan medidas de prevención.