Ciencia
Este ha sido el papel de la innovación, la tecnología y la ciencia en el respeto a los derechos humanos

Con motivo del Día Internacional de los Derechos Humanos, analizamos cómo la ciencia, la tecnología y la innovación han contribuido a su defensa, garantía y preservación.
Desde 1948 existe la Declaración Universal de Derechos Humanos, un listado promovido por Naciones Unidas que establece aquellos aspectos humanos fundamentales que deben protegerse en el mundo entero. Una carta que ha servido de inspiración para la adopción de más de setenta tratados de derechos humanos, que se aplican hoy en día de manera permanente no solo a nivel global, sino también regional.
La ciencia, la tecnología y la innovación han sido herramientas esenciales a la hora de llevar a cabo la defensa, garantía y cumplimiento de todos estos principios. El ejemplo más cercano lo tenemos durante la pandemia, en el que el derecho a la educación no se vio interrumpido gracias a los avances que permiten la educación online.
Internet, la gran facilitadora
Es evidente que internet es la base sobre la que esta educación en remoto ha sido posible, ya que sobre esta red universal se han construido después las aplicaciones y herramientas necesarias para que, con el suficiente ancho de banda de la redes de telecomunicaciones, se puedan emitir y seguir clases online.
Internet, además, es también la base de otras formas en las que estos derechos humanos universales pueden ser defendidos. Algunos ejemplos:
- Libertad de expresión: internet permite, y de forma gratuita, abrir páginas web y blogs desde los que poder expresarse libremente.
- Libertad y seguridad personal: con internet es más fácil detectar, constatar y denunciar los ataques a la libertad y seguridad personal que pueden padecer las personas por su ideología, sexo, religión, etnia o procedencia.
- Esclavitud y trata: tecnologías como Blockchain permiten garantizar la trazabilidad de todos los productos y servicios, de manera que los usuarios podamos garantizar que ninguna persona ha sufrido condiciones de esclavitud o trata en la elaboración de los mismos.
Tanto que incluso se llega a decir que internet debería ser considerado también un derecho universal.
Pero el papel de la ciencia, la innovación y la tecnología en favor de los derechos humanos va mucho más allá.
La ciencia al servicio de la humanidad

En 2017, un grupo de investigadores preguntó a jóvenes científicos cómo creían que su trabajo podría contribuir en materia de derechos humanos. Entre las respuestas, se encuentran muchas áreas en las que se desarrolla esta investigación científica y que, sin duda, mejoran y protegen los derechos humanos. Entre otras, se citan:
- Hacer alimentos más fuertes para prevenir la desnutrición.
- Investigar y elaborar vacunas de mayor duración.
- Crear rastreadores de salud personal portátiles.
- Fomentar cultivos modificados genéticamente capaces de resistir climas severos.
- Mejorar la antropología forense para identificar víctimas de genocidio.
- Investigación ecológica para mantener nuestro hábitat terrestre.
No en vano, la relación entre la tecnología, la ciencia, la innovación y los derechos humanos está muy presente también en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en el sentido de que se debe garantizar que «nadie se quede atrás«.
Sin embargo, para conseguir este objetivo y que, por tanto, la sostenibilidad esté basada en derechos, hay veces que es necesario que la ciencia y la tecnología se paren a pensar en cómo están llevando a cabo estos avances. Es decir, que se deben realizar evaluaciones periódicas sobre el impacto y los riesgos, tanto desde el diseño de estas nuevas técnicas científicas y tecnológicas como en su desarrollo, que pueden tener estos avances. El reto es que, si existen riesgos para los derechos humanos, estos puedan detectarse y abordarse antes de que sea demasiado tarde.
Un ejemplo de este respeto de la tecnología por los derechos humanos está en el tratamiento de los datos para detectar migraciones masivas de poblaciones y el impacto que las diferentes pandemias pueden tener en el mundo. Para ello, se utilizan los datos que envían los satélites y que permiten hacer un seguimiento de personas desplazadas para garantizar su seguridad. Pero para hacerlo con total salvaguarda de los derechos de las personas, toda esta información debe estar completamente anonimizada.
Ciencia, tecnología e innovación se alían en estas situaciones no solo para ofrecer soluciones que mejoren la vida de las personas, sino para hacerlo respetando sus derechos humanos y funcionando, a la vez, como salvaguarda de los mismos.