Educación
La educación del futuro nos entrenará para el cambio constante

Existen proyectos de innovación educativa que ya muestran cómo será la universidad del futuro, mucho más enfocada a la resolución de problemas.
“Un nuevo paradigma educativo para un mundo de cambio explosivo”. Más de la mitad de los expertos consultados para elaborar el informe Megatrends de Fundación Innovación Bankinter apuntó a esta tendencia como la más importante en educación. Así que sí: ha llegado el momento de implementar esos proyectos de innovación educativa que nos entrenarán para el cambio constante.
Este contexto acelerado no parece muy reconciliable con el modelo educativo tradicional, en el cual un profesor imparte conocimientos a una serie de alumnos que permanecen estáticos en sus pupitres. Una realidad vertiginosa como la que ya estamos viviendo exige proyectos de innovación educativa a la altura. Y, en ellos, a los alumnos les tocará trabajar, implicarse y moverse.
Hacia modelos educativos más flexibles
El informe Megatrends explica cómo, a medida que pasan los años, surgirán nuevos empleos y otros desaparecerán. Hoy no hay un puesto de trabajo claro al que apuntar desde la educación, simplemente porque puede que todavía no exista o, de existir, puede llegar a extinguirse cuando el alumno llegue a incorporarse al mercado laboral.
Esta es la razón por la cual, según el informe, los modelos educativos serán cada vez más líquidos, flexibles y potenciarán habilidades, en lugar de mantenerse anclados en esquemas que ya han quedado desactualizados.
Esta es una afirmación con la que concuerda Svenia Busson, fundadora de LearnSpace y de Edtech Tours. “Sabemos que el aprendizaje basado en la acción, en hacer cosas, es muy efectivo, mucho más que escuchar pasivamente a una persona que habla”, afirma la experta.
Ese último modelo estático es el que está vigente en la mayoría de las universidades. “Pero así no es como aprendemos”, señala Busson. “Aprendemos cuando estamos implicados con algo. Aprendemos cuando hacemos cosas. Aprendemos cuando fallamos y cuando hablamos con los demás, cuando debatimos y mantenemos conversaciones en grupo. Y todo eso debería integrarse en la pedagogía de cada institución de educación superior”.
Al menos eso es lo que defiende la neuroeducación: qué se transmite al alumno es importante, pero tanto o más lo es cómo se transmite. Implicarlo al máximo y dotar de sentido a su trabajo parece una excelente manera de ayudarle a aprender, dado que la motivación es clave para mantener los aprendizajes en el tiempo.
Cerrar la brecha entre universidad y empresa
Está claro que, para adaptarnos a un futuro incierto y cambiante, necesitamos que los modelos educativos también lo hagan. El problema es que existe una gran brecha entre lo que las empresas necesitan y lo que las universidades enseñan.
Este es un hándicap que no irá a mejor en un entorno de cambio veloz, en el que la creación de nuevos empleos se sucederá con la desaparición de otros. Salvo, por supuesto, que se haga algo al respecto.
En este contexto, es fundamental que las universidades y las empresas se entiendan. Alper Utku, fundador de European Leadership University, apuesta en este sentido por una colaboración estrecha entre instituciones académicas y compañías.
“A través de acuerdos de empleo con empresas, las universidades pueden seguir el paso y adaptarse a un mercado de trabajo cambiante, identificando roles emergentes, carencias de talento y habilidades más demandadas”, opina el experto. Esto requiere un cambio en el punto de vista, en el cual se ofrezcan trabajos y credenciales a la carta en el mismo paquete. “Es decir, requiere ir más allá de dar un diploma y servicios de carrera suplementarios sin conexión alguna con el mercado de trabajo”, añade Utku.
La adaptación de la educación a aquello que necesita el entorno laboral también atañe a los planes de estudio, aunque no siempre sea bien entendida. Tal y como advierte Ángel Cabrera, presidente del Georgia Institute of Technology y patrono de la Fundación Innovación Bankinter, las universidades tienden a crear nuevas titulaciones para responder mejor a las necesidades empresariales de cada momento, aunque muchas veces lo hacen a base de reempaquetar contenidos ya existentes. Un esfuerzo que resulta fútil, en opinión del experto.
“La innovación más efectiva y necesaria se halla en cómo se estructuran planes de estudio flexibles y adaptables. También en cómo se introducen técnicas de aprendizaje activo transformadoras y nuevas tecnologías dentro de dichos planes”, apunta Cabrera, quien aboga, además, por un diálogo más fluido entre universidad y empresa: “Las universidades deben incorporar a los procesos de aprendizaje las herramientas tecnológicas que usa la empresa y facilitar en los planes de estudios el aprendizaje en base al servicio, las prácticas en empresas, la innovación y emprendimiento. Las empresas, a su vez, deben involucrarse con la universidad, asesorando, colaborando, abriendo sus puertas e invirtiendo”.
Proyectos de innovación educativa

Ya existen algunos ejemplos de proyectos de innovación educativa que están en marcha y marcan el camino. Muchos de ellos conforman modelos capaces de romper esa cuarta pared que impide comunicarse correctamente a universidades y empresas. Y, por tanto, de preparar a los alumnos para un futuro en el que reinará la incertidumbre.
Hay universidades, escuelas de negocios y de ingeniería que utilizan paradigmas de aprendizaje basados en proyectos. Svenia Busson pone el ejemplo de la Universidad CODE de Alemania, que trabaja con sus alumnos de la mano de empresas, en proyectos con clientes reales.
“Es muy sencillo poner en marcha este tipo de proyectos basados en casos reales. Una vez establecida la colaboración con la empresa, el centro educativo puede preguntar periódicamente si tiene algún reto que los estudiantes puedan ayudarles a resolver”, explica.
De esta forma, la empresa se beneficia de contar con la capacidad intelectual de unos 30 alumnos y su profesor para resolver un problema real. También los estudiantes están más implicados y aprenden mucho de estos casos que, al basarse en la vida real, dotan de gran significado a su trabajo.
Enfoque multidisciplinar y dinámico
Precisamente para resolver problemas muy diversos en un entorno cambiante es importante saber cómo enfocarlos. En este sentido, dominar distintas disciplinas y desarrollar las habilidades correctas resulta de gran ayuda.
“En el curriculum de la European Leadership University otorgamos el mismo peso a las habilidades tecnológicas y a las habilidades de liderazgo. Creemos que las profesionales ayudan al estudiante a conseguir un empleo, mientras que las de liderazgo le permiten añadir más valor al puesto, proporcionándole a la larga una movilidad ascendente en su carrera”, señala Alper Utku.
Para Svenia Busson, a las empresas les importa más la enseñanza de soft skills que un grado determinado. “El 91% de los empleadores dice que una capacidad demostrada de pensamiento crítico, de comunicarse de manera clara o de resolver problemas es más importante que un grado en un candidato”, indica. “No digo que los grados no sean importantes, pero, a similar nivel de educación, un candidato con soft skills tendrá muchas más posibilidades de conseguir un empleo que los demás”.
El aprendizaje basado en resolución de problemas también recurre a distintas herramientas para que los alumnos consigan su objetivo. Ese es el enfoque que sigue la London Interdisciplinary School (LIS): sus alumnos solamente aprenden a resolver problemas que, además, son completamente interdisciplinares.
“Cada semana, los estudiantes deben resolver un reto que combina matemáticas, ciencia y lengua inglesa, por ejemplo. Tienen un día, dos o una semana para lograrlo. Así que no hay un aula enorme en la que se pasen tres horas seguidas escuchando hablar a un profesor de manera pasiva. Están constantemente en acción”, describe Busson.
Mucho más que despachar títulos
¿Cómo debe ser, entonces, la universidad del futuro? Desde la European Leadership Universtity apuestan por un modelo que vaya más allá de despachar cursos y credenciales. “La universidad debería proveer una oferta educacional full stack, que comprenda habilidades, credenciales y empleos al mismo tiempo”, opina Utku.
Se trata, según el experto, de ir más allá del aprendizaje en el campus, ofreciendo enseñanza a la carta y bajo demanda a estudiantes con distintas necesidades y condiciones. Es decir, un modelo multidimensional como el que menciona el informe Megatrends de Fundación Innovación Bankinter, en el cual las soft skills serán su principal reto y también su principal eje.
Ángel Cabrera propone, en este contexto, algunas líneas de acción innovadoras que pueden llevar a cabo los centros universitarios: “Aumentar la formación en habilidades digitales y la incorporación de herramientas digitales en todas las carreras —incluso las de humanidades y ciencias sociales—; crear credenciales alternativas que reconozcan habilidades más allá de los contenidos de la carrera —credenciales de habilidades digitales, por ejemplo, o de experiencia práctica— y que puedan comprobarse digitalmente por las empresas; o la oferta de itinerarios de estudios flexibles que permitan compaginarse con el empleo”. Un nuevo horizonte educativo capaz de prepararnos para cualquier escenario.