Big Data

Big data para vincular las ciudades en pro de la sostenibilidad

Big data para vincular las ciudades en pro de la sostenibilidad

Vivimos en tipos de ciudades diversos, pero todos tienen algo en común y es la generación de datos. El big data es un aliado para cuidar del medioambiente y la sostenibilidad.

Existen muchos tipos de ciudades, aunque todas tienen en común algo: los municipios generan datos. Métricas de cómo se mueve la gente a través del tejido urbano, dónde ciclan más, dónde hay más contaminación o más aves, dónde se efectúa más recogida de basura e incluso dónde se cometen más delitos. ¿Cómo puede ayudar el big data a establecer vínculos entre ciudades? ¿Cómo desarrollar una responsabilidad compartida para aliarnos a la sostenibilidad?

Tomar el pulso a los tipos de ciudad: cómo medir lo que ocurre en ellas

Como se señala en Ciudades disruptivas, el informe del Future Trends Forum de Fundación Innovación Bankinter sobre urbanismo y datos, «el big data puede ayudar en todas las áreas de gobierno imaginables».

La sensorización urbana fue uno de las primeros contactos entre las ciudades y el big data, porque no es lo mismo producir datos que implantar los mecanismos necesarios para recogerlos, procesarlos y obtener conocimiento útil. Sensorizar consiste, básicamente, en sembrar sensores conectados a ordenadores.

Un ejemplo de esto podría ser una estación meteorológica que mide, además de factores como humedad, temperatura o velocidad del viento, diferentes tipos de contaminantes (CO, CO2, NOx, CH4, etc., ruido incluido), y que envía directamente al ayuntamiento o diferentes universidades. Con esos datos se podrán tomar mejores decisiones.

¿Se puede medir la caminabilidad o ciclabilidad de las ciudades?

Con el objetivo de evitar emisiones innecesarias y reducir el consumo per cápita urbano, en los últimos años se está realizando una apuesta internacional por la movilidad activa, esto es, la bicicleta y caminar. Pero ¿cómo saber si las políticas están funcionando o cuál era el punto de partida?

¿Alguna vez has conducido por la ciudad y pisado un par de gomas finas y negras que han hecho vibrar ligeramente el volante? Esas gomas miden el tipo de tráfico, asociando la presión dentro de la goma a diferentes vehículos como bicicletas, motos, coches o camiones. En las aceras y carriles bici también se añaden contadores láser.

¿Qué nos han enseñado los diferentes tipos de ciudades con sus datos?

Gracias a la toma continua de datos durante décadas, es posible hacer una serie de afirmaciones genéricas que se cumplen casi siempre, sin importar el tipo de ciudad:

  • Aumentar la vegetación urbana reduce la temperatura, a menudo también el viento, y hace que baje bastante la contaminación.
  • La contaminación neta suele aumentar con la densidad urbana, pero la contaminación per cápita disminuye de forma rápida con ella. Y hay formas de densificar reduciendo las emisiones totales: fomentando el transporte público.
  • Las tres mejores medidas para desincentivar la movilidad en coche son: tasas de congestión como las de Londres; regulación de aparcamiento como la Zona SER y la limitación del tráfico como las Zonas de Bajas Emisiones.
  • Desplegar infraestructura ciclable protegida, continua y con plazas de aparcamiento hace que la gente pedalee sin importar cuestas o clima, factores que a menudo se ponen como excusas para la inacción climática.
  • La contaminación urbana disminuye de forma importante si sus habitantes electrifican sus viviendas, con foco en la climatización. Instalar fotovoltaica local y bombas de calor ayuda mucho.
  • Peatonalizar aumenta las ventas locales de forma considerable.

Sabemos todo esto sobre las ciudades porque llevamos monitorizándolas durante casi un siglo. El big data actual nos permite obtener esa información mucho más rápido, así como compartirla a gran velocidad.

¿Cómo puede ayudar el ‘big data’ a establecer vínculos entre ciudades?

Ya hemos visto cómo el big data puede ayudar a mejorar aspectos como la gestión urbana, la planificación o la movilidad. Pero hay un aspecto fascinante en la forma en que aprenden las ciudades unas de otra: ¿Cómo intercambian información?

  • Las ciudades gemelas a menudo fusionan sistema de recogida de datos para trabajar juntas, evitando duplicidades innecesarias.
  • Las ciudades digitales, la imagen especular y digital de una ciudad, puede ayudar a ciudades similares a tomar decisiones parecidas o a superar problemas similares.
  • Las ciudades hermanas, pensadas en principio para acercar culturalmente entornos distintos, comparten información sobre diferentes políticas ambientales.
  • Con frecuencia, el área metropolitana actúa como paraguas para que los municipios más pequeños de una región se apoyen en los más grandes a la hora de diseñar nuevas políticas basadas en datos que no siempre pueden recoger.

Miles de ciudades y una sola atmósfera: la responsabilidad compartida del ‘big data’ urbano

Dado que todas las ciudades comparten planeta y recursos naturales, parece obvio deducir que todas son responsables de su cuidado. El big data permite, mediante la ciencia de la atribución y otras herramientas científicas, atribuir el grado o nivel de dicha responsabilidad.

Esta responsabilidad no es únicamente ambiental. Con las nuevas herramientas digitales nacen nuevos retos de responsabilidad acerca del tratamiento de los datos y la soberanía digital de los ciudadanos, y es necesario alcanzar un equilibrio entre la recogida de estos datos para la mejora de la calidad de vida urbana y mundial, y a la vez la preservación de la privacidad.

El big data se ha convertido en una gran herramienta urbana, que ayudará a las ciudades de todo el mundo a construir espacios más amables, socialmente vibrantes, atractores de talento y descarbonizados.

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