Futuro Social

Cómo hacer de la tecnología un aliado en el cuidado de la salud mental

Cómo hacer de la tecnología un aliado en el cuidado de la salud mental

Bien empleada, la tecnología puede convertirse en un aliado clave en la protección de la salud mental. Entrevistamos a Álvaro Fernández Ibáñez sobre su potencial

Con motivo del aislamiento y los cambios sociales tras la COVID-19, la salud mental se ha posicionado como una de las preocupaciones de la ciudadanía según el CIS. Tanto es así que ha llegado al debate político y es frecuente que se hable de ello de forma mucho más abierta que antes. ¿Qué rol juega la tecnología en el cuidado de la salud mental? ¿Cómo puede mejorarla? 

Álvaro Fernández Ibáñez, CEO de SharpBrains —empresa de investigación de mercado que realiza un seguimiento de las aplicaciones de la ciencia del cerebro para la salud y el bienestar de la población—, responde algunas preguntas sobre tecnología para cuidar de la salud mental. Sus títulos, Cómo invertir en su cerebro (2014) y El cerebro que cura (2019), han ayudado a entender esta relación. 

¿Cómo impacta la tecnología en la salud mental? 

El interés por usar la tecnología en pro de la salud mental data de mediados del siglo pasado. “Los estudios comenzaron allá por los años 60, dada la creciente preocupación sobre adicción de niños (sobre todo) y adultos”, comenta Álvaro Fernández Ibáñez para ubicar el nacimiento de esta disciplina. 

Barrio Sésamo, la conocida serie estadounidense, es un proyecto que surgió, en palabras de sus productores, para «dominar las cualidades adictivas de la televisión y hacer algo bueno con ellas». Como resalta Fernández Ibáñez, estos programas aparecieron para “encauzar la tecnología de modo beneficioso para la salud cognitiva y mental”, lo que indica que este interés no es temporal. 

Sí es nuevo en algunos ámbitos. Por motivos obvios, el estudio sobre internet y las redes sociales es mucho más reciente que el de la televisión, y suele dividirse en dos grandes tendencias: 

  • por un lado, “entender y prevenir efectos nocivos” como puede ser el caso de Facebook o Instagram; 
  • por el otro, “promover efectos beneficiosos” de plataformas que ayuden a detectar problemas de ansiedad, depresión, o “apps de meditación y terapia cognitiva conductual”, entre otras. 

Tecnología para cuidar la salud mental durante la pandemia 

El aislamiento social del confinamiento durante las primeras fases de la pandemia supuso un importante deterioro de la salud mental, especialmente la de los más pequeños. Sin embargo, la tecnología se demostró un aliado interesante para romper en parte ese aislamiento. La presencia de tecnología, comenta Álvaro Fernández Ibáñez, “ayudó, sin ser una panacea”

Existen varios ejemplos en los que la tecnología facilitó mucho la comunicación y rompió en parte la soledad. Herramientas como Zoom y las videoconferencias han hecho posible “mantener el contacto con familiares, amigos, escuelas, lugares de trabajo”. Nos ha conectado y fue un evento que impulsó las llamadas con vídeo, no muy usadas hasta entonces. 

Además, la tecnología de telecomunicaciones ha permitido a “científicos de todo el mundo el colaborar para desarrollar vacunas efectivas en tiempo récord”, y a la gente a poder saber qué está pasando en el mundo en tiempo real, o poder hacer las compras online. Los importantes avances científicos en vacunación, o la posibilidad de que la ciudadanía estuviese al tanto de la realidad científica, han sido dos hitos que han caracterizado este momento histórico tan complejo. 

La tecnología también ayudó a preguntarse sobre un futuro más saludable. Para empezar, permitió analizar en primera instancia la salud mental mediante métricas y procesos en los que la tecnología juega un papel fundamental. Además, permite descartar hábitos que deterioren la salud mental. Y por último, facilita el diseño de tecnología que potencie el bienestar mental

Tomar mejores decisiones sobre salud cerebral 

La investigación y la posterior educación juegan un papel clave en la salud del cerebro. Álvaro Fernández Ibáñez destaca la importancia de la “educación sobre el cerebro y la mente para poder tomar mejores decisiones sobre salud cerebral”, porque la mayoría de las herramientas de tecnología son eso, herramientas. Cómo de beneficiosas sean dependerá de cómo sean usadas

En este sentido, resulta conveniente “impulsar ecosistemas de innovación positiva”, es decir, “promover aplicaciones basadas en evidencia científica sólida” o “implantar sistemas de financiación que recompensan prácticas que demuestren resultados” positivos. 

De forma muy resumida, la idea es potenciar la tecnología con impactos positivos mientras se desincentiva la que tiene impactos negativos, todo con base en la evidencia científica y dejando de lado sesgos o falsas creencias. Lo cual no siempre es fácil. Esta forma de tomar decisiones sobre el buen uso de la tecnología exige recursos y una buena metodología de trabajo, además de un análisis iterativo que revise los usos a medida que aparecen. 

Tecnología que nos ayuda a tener mejores hábitos 

En este punto es obvio que merece la pena desarrollar tecnología que cuide de la salud mental o potencie el bienestar emocional. Pero, ¿en qué consisten? Álvaro Fernández Ibáñez las sintetiza como aquellas tecnologías que “favorecen comportamientos y estilos de vida beneficiosos”. Es decir, que promueven hábitos que nos vienen bien. 

Entre ellos se pueden localizar tecnologías que favorecen una mejor alimentación, entornos que promueven el ejercicio físico, sistemas que potencian la curiosidad intelectual o incitan al aprendizaje a lo largo de la vida; mientras que al tiempo ayudan a gestionar el estrés o desincentivan hábitos negativos como el sedentarismo o el aislamiento. 

Diseñar tecnología que favorezca hábitos positivos no resulta sencillo. Sin embargo, lejos de ser una quimera o utopía, Álvaro Fernández Ibáñez resalta que “las oportunidades (y retos) que hemos estado comentando se aplican ya en todos los campos”, aunque a menudo su presencia resulte inadvertida. 

En líneas generales hay dos formas de integrar esta forma de hacer tecnología: 

  • A nivel explícito, como ocurre en el sector de la salud, en el que “vemos ya un gran aumento de aplicaciones a lo largo del continuum of care completo” que va desde “prevención de problemas de salud cognitiva y mental hasta la detección, diagnóstico y tratamiento”. 
  • A nivel implícito, más sutil, como pueda ser “sistemas para detectar si un conductor de coche se sale del carril” o si “un operador de maquinaria está a punto de quedarse dormido”. Por supuesto, esta tecnología preventiva cuenta también con activadores como el retorno al carril o el dispositivo de presencia

Un uso responsable de la tecnología 

A menudo, la tecnología percibida como buena o mala son la misma tecnología, pero usada de dos formas diferentes. En SharpBrains llevan más de una década “analizando y promoviendo la ciencia y la industria” y empujando la tecnología en la dirección de la pervasive neurotechnology, como llaman a la neurotecnología no invasiva. La tecnología que mejora la sociedad. 

La tecnología no solo puede ayudarnos a cambiar hábitos poco saludables, también es posible ampliar las capacidades mentales humanas, a lo que Álvaro Fernández Ibáñez puntualiza que se puede y debe hacer, aunque habrá que analizar “el cómo y el cuándo” de estos usos para ser éticamente sólidos y para asegurarse que sus resultados sean beneficiosos para la sociedad. 

Una de las claves de usar la tecnología en el cuidado mental es la realización de análisis periódicos que evalúen los impactos de la misma, de forma que sea posible potenciar aquello que sí funciona y descartar lo que no lo hace. 

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Expertos mencionados en esta entrada

Álvaro Fernández
Álvaro Fernández

CEO en SharpBrains

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